Los Angeles (dpa) – He aquí una franquicia que con el paso del tiempo se ha convertido en un clásico, que no por mucho insistir ha caído en el hartazgo y que con cada episodio ha ido elevando el apetito de sus incondicionales. «Mission Impossible» está ahora a punto de estrenar su sexto episodio con el incansable Tom Cruise al frente.

Con 55 años, el actor de Syracuse, Nueva York, demuestra que está en plena forma y que aún es un intérprete del agrado del público. Cruise hace de Ethan Hawke una vez más en «Mission Impossible: Fallout», un filme ambientado en parte en París y con Christopher McQuarrie como primer director en repetir experiencia en esta saga.

En esta ocasión, Hawke tiene que volver a enfrentarse a una trama compleja, luchando contra el tiempo para prevenir al mundo de una nueva catástrofe.

Además de Cruise, la cinta vuelve a contar con un puñado de habituales de la franquicia como Simon Pegg, Rebecca Ferguson, Ving Rhames, Sean Harris, Michelle Monaghan y Alec Baldwin. Henry Cavill y Angela Bassett son nuevos en esta aventura.

El proyecto, que cuenta con J.J. Abrams como uno de los productores, lleva en desarrollo desde 2015, aunque hubo un enfrentamiento entre Cruise y el estudio, Paramount en este caso, por cuestiones salariales. Al parecer, Cruise quería cobrar una cantidad similar a lo que percibió por «The Mummy», de Universal. Finalmente, se resolvió la disputa y el protagonista de «Top Gun» pudo ser parte del rodaje.

Cruise regresa a un filme que propone un alto nivel de sofisticación, riesgo y toneladas de adrenalina. Cuando ya parece que Ethan Hawke no puede hacer algo más complejo y arriesgado, llega una nueva entrega de la saga para elevar aún más el listón.

En esta ocasión, aceptó hacer algo que nunca antes había tenido que experimentar un actor, un tipo de salto llamado Halo que realizan las fuerzas armadas de varios países. Solo para lograr esa escena, tuvieron que construir un enorme túnel de viento con el que poder practicar la escena.

«Es una secuencia de la que Tom y yo habíamos estado hablando durante unos cuantos años», explica McQuarrie. No la hicieron antes por el nivel de riesgo y daños permanentes asociados con una práctica así, pero finalmente Cruise dio el visto bueno.

Tuvieron que hacer multitud de saltos a más de 25.000 pies de altura, a una hora del amanecer determinada para capturar el tipo de luz exacta que buscaban, y con el riesgo de impactar con el camarógrafo que se lanzó justo delante del actor en cada ocasión. Cruise llega a alcanzar velocidades superiores a los 300 kilómetros por hora antes de abrir su paracaídas, una temeridad solo apta para un hombre acostumbrado a la acción como él.

«No puedo esperar a que el público vea lo que hemos hecho», dice Cruise en uno de los vídeos promocionales.

No fue la única escena de acción a la que se sometió el actor de Nueva York. Una de las más importantes, con helicópteros de por medio, también le llevaron a aprender a ser piloto en muy poco tiempo para poder manejar su propio aparato. Todo ello montado con cámaras, diseñado para que el público pudiera entender que era Cruise volando el aparato y no un truco cinematográfico.

Los expertos aseguran que el mayor peligro no era el hecho de que el actor hubiera aprendido en poco tiempo a manejar el aparato, sino el tener varios helicópteros sobrevolando alrededor para poder grabar la escena.

Se atrevió incluso con un giro muy peligroso que le podía haber costado la vida al ex marido de Katie Holmes. No se dejó la vida pero sí se rompió el tobillo en un salto que obligó a suspender el rodaje durante seis semanas. Volvió antes de tiempo para poder cumplir con la fecha de estreno.

Es de suponer que toda esa carga de realismo ayude a la película a ser un éxito rotundo en taquilla. Por algo Cruise se empeñó en tener un salario a la altura de su capacidad de entrega.