A propósito de la primera semanal  digital celebrada en Londres la semana pasada.

Ahora mismo, lo más fácil del mundo es comparar, no imparta el contexto, el tema, comparar el antes de la pandemia contra cualquier cosa, con los ojos cerrados, de gratis, y hasta con meme incluido. No importa, lo hacemos en automático, es nuestra mejor rutina de ejercicio. Nos encanta comparar

Adaptar es un término medio,  que sobrellevamos y suena políticamente correcto porque la verdad es que detestamos cambiar. Lo negamos, si,  pretendemos que estamos “abiertos a los cambios, a evolucionar“ pero que va,  estamos más bien cerrados, como el confinamiento impuesto.

Dos semanas atrás,  Chanel presentó su desfile para la colección Crucero 2020, en  video cuasi fanzine[1]  de formato digital. Las reacciones fueron variopintas, mi favorita,  ha sido un comentario que no olvido pero de alguien cuyo nombre no recuerdo: “parece que era mucho pedirle a Chanel que hiciera algo novedoso en estos momentos. Mejor hubiese cancelado la temporada  hasta que volviésemos a la normalidad”.  Pues bien, para empezar, a la nueva directora creativa de esta casa francesa, Virgine Viard  la tengo colgada del alma: hereda  el cargo del Grand Kaiser, Karl Lagerfeld  y  justo el año después,  el planeta se paraliza. Negocios son negocios y críticos de moda son críticos de moda pero es importante recordar que  estamos viviendo tiempos extraordinarios. Pocos serán los que tendrán la respuesta correcta.

Hace una semana, el  Consejo Británico de la Moda con sede en Londres, tuvo el coraje, -porque no se puede plantear de  otro modo-, de coordinar una semana de la moda, la cual sería posible disfrutarla totalmente desde la comodidad del hogar (porque, ¿desde dónde más?).  Abundaron los webinars, discusiones vía Zoom, la experimentación de medios digitales para contar historias, todo tipo de historias. El tema de la igualdad de género y racial  fueron los protagonistas  seguido  por documentales sobre las condiciones laborales y comercio justo, el medioambiente y la sostenibilidad. Es bajo esta última sombrilla, donde lo poco que había de moda brilla. Si bien el London Fashion Week (LFW) estaba más cercano a una versión  digital de Art Basel[2] (¿recuerdas la feria de arte donde se vendió por US$150Mil  una  banana que estaba pegada a la pared con cinta adhesiva gris?) que un evento de moda,  sobre todo, por la ausencia de las grandes marcas que presentan usualmente (Alexander McQueen, Burberry, Victorian Beckham, etc). Sin embargo, la Semana de la Moda Londinense usualmente es la más creativa de las cuatro que componen formalmente el circuito y en eso, no falló.

 Fue una celebración a la inventiva, a la persistencia y pasión humana bajo condiciones excepcionales. Destacan  los estudiantes de artes liberales  y  aquellos  que se graduaban como diseñadores de moda sin su primer desfile. Muchos, tuvieron que repensar sus tesis de grado y adaptarlas para ser elaboradas con lo que tuviesen a mano.  Coser y bordar sin ayuda por meses para luego modelarlas, autofotografiarse y editar para estar disponible en la plataforma del ‘’ evento”.  Otros no pudieron manufacturar las piezas y optaron por producir el desfile usando la técnica de Stop Motion[3] a base de las ilustraciones de sus diseños. Uno pocos,  como Daniel W. Fletcher (el ganador del reality Next in Fashion de Netflix) lograron elaborar una colección cápsula de ocho salidas en contraposición a las 35 que como mínimo desfilan,  bajo una logística y control sanitarios extremos. Marque’s Almeida, marca portuguesa habitual en  Londres, aprovechó para lanzar una submarca llamada reM’ade utilizando el enorme inventario de telas que tenían disponible  en un pequeña ciudad de Portugal.  

Dos marcas nuevas para darle seguimiento: Robyn Lynch proponiendo piezas  realizadas con ropa reciclada  y remanentes de tejidos de punto y textiles sintéticos para deportes de alto impacto,  y Hanifa , la cual es una celebración a la belleza de la naturaleza y la mujer del Congo (África).

Pero, ¿qué era lo que esperábamos?  ¿Mega eventos, colecciones de 200 nuevas piezas, todo bajo el amparo de una carpa tipo burbuja creada con el único propósito de cumplir con el calendario de desfiles, porque el espectáculo debe continuar? ¿Para mostrar ropa que probablemente no podremos usar en el futuro próximo?.  Resulta curioso que este paréntesis en la industria de la moda no fuese el resultado de escases de capital y patrocinadores, sino por recursos que el dinero no podía comprar a menos que se llegase  al extremo de poner vidas en peligro de muerte y lograr en tiempo record lo que toma meses elaborar.

No se trata de lamentarnos ni de conformarnos o excusarnos. Tendemos a mover cielo y tierra cuando de verdad queremos algo, sacamos  lo mejor de nosotros,  demostramos que somos capaces lucirnos y dar esperanza,  utilizando la creatividad y el diseño para solucionar problemas y seguir adelante. Pero a veces, pocas, hay veces, que aparte de comparar, adaptar y cambiar, también debemos de aprender a ubicarnos.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Fanzine

[2] https://www.basel.com/es/artbasel

[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Animaci%C3%B3n_en_volumen