Escribí hace un tiempo sobre la absurda idea del actual alcalde de San Isidro de impedir el libre acceso al Parque Ecológico que existe en la zona costera. Me veo en la necesidad de escribir nuevamente porque los abusos y excesos de ese personaje deberían movilizarnos a todos. Ya no solamente por haber bloqueado el acceso al parque ni por construir cercos excluyentes para que la gente se desvíe, sino por las agresiones cometidas ahora contra humildes trabajadores y comerciantes del mercado municipal, a los que ha retirado de forma injusta e inhumana de su centro de labores aprovechando la orden de inamovilidad y el estado de emergencia.

El mercado que está ahí hace 53 años y muchos de sus trabajadores, migrantes de zonas rurales, han nacido, crecido y hecho su vida en ese espacio lleno de tradición, cultura gastronómica y gente buena. En el mercado los caseros trabajan con esmero y honestidad para darle una mejor educación a sus hijos. Pero nada de eso parece importarle al que hoy dirige el distrito.

Soy de los que se rebela contra el abuso y la injusticia. Al parecer, ha llegado la hora de ponerle el pare a quien cree estar por encima de la ley. Desde esta tribuna los invito a dar una vuelta por la zona y comprobar lo que les digo. El espacio en el que debería prevalecer la integración, la solidaridad y la humanidad, hoy se ha convertido en el lugar donde se exhibe lo peor que puede hacer un ser humano: se discrimina, se excluye, se atropella y se trata de forma inhumana a las personas.

Si permitimos que lo que narro ocurra en el distrito teóricamente más desarrollado de nuestro país, estamos perdidos. Si en San Isidro -lugar que reúne a las personas que gozan de la mejor posición- hoy no somos capaces de hacer cumplir la constitución y la ley, le daremos un pésimo ejemplo a las próximas generaciones. Así como el 1 de diciembre de 1955, en Montgomery, en los Estados Unidos, Rosa Parks se negó a ceder su asiento a una persona blanca ante la exigencia del conductor del autobús en el que se trasladaba, los ciudadanos no podemos quedarnos de brazos cruzados frente a autoridades que se comportan de tan mala manera.

Hagamos de ese espacio público el lugar en el que los peruanos demostremos nuestro civismo y la capacidad que tenemos de hacernos respetar. Curiosamente el Lugar de la Memoria se encuentra a escasos metros del lugar donde hoy se cometen todos esos atropellos. Los invito a ponerle fin a los abusos y a demostrar el poder de la gente.