En el marco de la celebración de la riqueza peruana, es meritorio dar una mirada crítica a los lugares con mayor valor arquitectónico de la Ciudad de los Reyes. Uno de ellos es el Santuario Arqueológico de Pachacamac, de los complejos más cruciales de nuestra historia.

En el kilómetro 31.5 del distrito de Lurín, en la Antigua Panamericana Sur, se encuentra el Museo del Sitio de Pachacamac. Fue fundado en 1965 por Arturo Jiménez Borja, pero se reinauguró en el 2016 con una propuesta mucho más novedosa que, desde entonces, ofrece al público el escenario ideal para aquellos amantes de la historia y la arquitectura. En el tiempo que lleva, ha logrado convertirse en uno de los espacios incaicos mejor conservados del país.
Al tratarse de un recorrido al aire libre, cualquiera logra sentirse como un auténtico explorador por las edificaciones de nuestros antepasados, puesto que en cada muro de adobe construido, existe una historia escondida que busca darse a conocer. La curiosidad va mucho más allá de lo que nos permite ver nuestros ojos, ya que consiste en el espacio que pone a la arquitectura prehispánica sobre la mesa.

Vale resaltar que, por cuestiones de accesibilidad de locación y precio, está al alcance de todas las familias de la capital. Visitar lugares así es sinónimo de viajar al pasado para conocer la historia, y averiguar sobre nuestro legado. Los expertos explican que todo fue por y para Pachacámac, a quien se le consideraba como el oráculo del antiguo Perú. Debido a que se le atribuye la creación del universo, en la región costera se le adoraba y rendía culto como al mismo Dios.
El santuario se compone por una estructura que sirve como máquina del tiempo para rememorar los eventos más preciados del periodo rey de los incas en distintas épocas, dentro y fuera de él. Entre las piezas más importantes que reúne el complejo está el «Templo del Sol»; siendo el más conservado hasta el día de hoy; «Templo de la Luna», cuya infraestructura fue afectada por el terremoto de 1940 y el «Templo Viejo», la edificación más antigua de todas y aquella que estuvo influenciada por la cultura limeña.

Adicionalmente, este repertorio se desarrolla en el «Templo Pintado», que tiene una pirámide a base de piedra y destaca por su distribución de adobe; el «Edificio de Tauri Chumpi», considerada la residencia del curaca tras la invasión española; «Nunciaturas regionales», cuyo espacio consta del conjunto de 16 edificios con rampas hechas de piedras canteadas; y finalmente, la «Plaza de los peregrinos», que servía como escenario para que tengan mayor cercanía con sus deidades.
El nacimiento del museo parte de la necesidad de mostrar, de primera mano, la serie de objetos que fueron encontrados de las diferentes culturas que habitaron antes de los incas. Posterior a que pisaran el santuario para remodelarlo y construir sus principales templos, fueron desplazados tras la llegada de los conquistadores. Con el paso del tiempo, se ha recuperado información significativa a cargo de investigadores nacionales e internacionales, quienes buscan exponer el material arqueológico que resalta la riqueza del Perú

Dentro de las paredes de la sala de exposición ambientada, existe una colección que supera las 6500 partes realizadas a base de madera, cerámica, material textil y metal que sorprende gratamente a quien las contemple. En el diseño exterior, resaltan a primera vista los pliegos telúricos en los que se puede recordar los recorridos que realizaron los peregrinos para llegar hacia sus templos y concretar rituales andinos.
En cada muro de concreto caravista al que uno se acerca, se puede apreciar una proximidad hacia los muros de tierra que fueron edificados en el contexto prehispánico. Es así como se interpreta que, en territorio de antaño, existía la dicotomía de dividir el terreno entre las necesidades del hombre y el respeto hacia sus divinidades. A pesar de que ahora podemos gozar del esplendor del santuario que representa varios estilos arquitectónicos en sus 250 hectáreas, cabe resaltar que no todas las estructuras siguen de pie.

Al Santuario Arqueológico de Pachacamac le sobran razones para ser visitado. Cada rincón que tiene está lleno de magia para ejemplificar lo que no se puede encontrar en los libros. No se sabe si de aquí a algunos años seguirá de la misma manera, puesto que el factor humano y natural será determinante para la conservación de uno de los patrimonios más relevantes de la nación peruana. ¡Anímate a descubrir la riqueza escondida!
Escribe: Luisa Flores