Nómena Arquitectos es el claro ejemplo de un estudio que puede funcionar y dar resultados provechosos. Dirigido por cuatro socios, empezaron a prestar sus servicios hace más de diez años. Hoy son uno de los estudios más destacados en el Perú, y el proyecto se ha convertido en una oficina con una mirada empresarial. Hasta el momento, Nómena no ha dejado producir fecundamente. Sus obras cuentan con gran personalidad, valores y cultura propios. Moris Fleischman, Diego Franco, Héctor Loli y Jorge Sánchez, dirigen un equipo de arquitectos con una clara visión de cómo hacer obras al servicio de la sociedad.

La formación del estudio inició luego de que terminaran la universidad. Habían compartido mismas experiencias y visiones. Esto los llevo a estar en un mismo espacio, compartiendo trabajos, participando en actividades que dejaban prever su futuro éxito. Dedicaron su tiempo a la realización de proyectos arquitectónicos por encargo de sus profesores, que veían el potencial que había en ellos. “Todo ello hizo que cohesionemos más, crear dinámicas de trabajo. Digamos que ahí comenzó la formación de Nómena Arquitectos”.

Sostener el crecimiento constante del negocio durante los primeros años fue un gran reto para ellos. Sus dinámicas ensayo-error fueron sentando poco a poco su experiencia. Hoy es posible ver cómo han construido una forma de trabajo, mejorando procesos y estableciendo una cultura en términos proyectuales y gerenciales. “En ese sentido, los directores nos dividimos las partes gerenciales, ligadas a nuestras afinidades y capacidades. En la parte proyectual, en términos de diseños, hay una ‘cultura Nómena’, hay una manera compartida en la que diseñamos. El traslape de información es muy importante para que todo funcione de la mejor manera”.

Nómena participó en el Bienal de Venecia del año 2012, siendo el estudio más joven, asistiendo al lado de arquitectos de gran trayectoria internacional. Fueron acontecimientos similares los que consolidaron su importante rol dentro de la arquitectura peruana. “La experiencia allá fue muy interesante, pero destaco la convivencia intelectual previa que tuvimos junto a estos estudios en Lima. Éramos los más jóvenes intercambiando ideas con profesionales de mucha más experiencia”. Por su parte, el punto de partida ideológico de Nómena fue la publicación del libro “Composiciones”. Este trabajo fue construido a partir de veinte conversaciones con los arquitectos más destacados del medio.  “Fue Juan Carlos Doblado quien nos dio la idea de grabar las conversaciones. Las publicamos en nuestra web y nos dimos cuenta de que era un material muy valioso”, dijeron.

Posteriormente, los socios pensaron en la evolución de la empresa. “Lanzamos la hipótesis de: ¿qué oficina queremos ser? Empezamos a ver si queríamos ser una oficina mediana o grande. A partir de ese momento, hemos tenido un crecimiento exponencial en los cinco últimos años, con una mirada más clara de hacia dónde queríamos ir”. Dentro de los hitos que desarrollaron se encuentran proyectos como La Capilla de la Piedra, desarrollado en lo que consideran su etapa boutique; y el concurso del Lugar de la Memoria (LUM), donde participaron junto a Enrique Ciriani y Juan Carlos Doblado. Luego está el concurso del Leuro 2, donde obtuvieron el segundo lugar. Más tarde, el concurso del Centro Cultural Pedro de Osma, donde obtuvieron el premio mayor. El Edificio Nazca, finalmente, consolidaría su etapa corporativa. Como legado, los directores de Nómena tienen muy claro lo que quieren transmitir a las nuevas generaciones de arquitectos. Su objetivo es ofrecer a los jóvenes el conocimiento de cómo deben ser las oficinas de arquitectura en el Perú. “Nos encantaría dejar como legado que se plantee la idea de que las oficinas de arquitectura son empresas al servicio de la sociedad”. Su visión como empresa, aseguran ellos, no solo está enfocada en el estatus, la experiencia o el conocimiento, sino en alcanzar el objetivo más importante de su firma: ser una empresa modelo para la ciudadanía. “Queremos ser un espacio donde la gente pueda encontrar una buena condición laboral, donde puedan hacer una línea de carrera, que se sientan en espacios de confort, que cuenten con derechos laborales. Nos encantaría poder ser una empresa modelo donde la gente quiera venir a trabajar”.

Escribe: Sandra Tavara