¿Cómo reacciona la arquitectura en el contexto de esta pandemia, y cómo prepararnos para una próxima emergencia, que, según expertos, tiene altas probabilidades de ocurrir?
Permanecer en una situación de cuarentena nos permite pensar en lo frágil que es el ser humano frente a emergencias de este tipo. Es en estas circunstancias que nos ponemos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo mal y cómo podemos mejorar. ¿Es necesario cambiar?
A diario vemos como el sector de la salud trabaja incansablemente. Constantemente aparecen nuevas investigaciones y descubrimientos para desarrollar vacunas, tratamientos y sistemas eficaces para derrotar al covid-19. También vemos como el sector económico arma estrategias que nos permitan sobrellevar la crisis, y poder recuperarnos posteriormente. Observamos al sector comercial tratando de adaptarse, tomando riesgos para poder subsistir en su economía del día a día, y hemos visto a los grandes edificios de oficinas están vacíos y a la gente que intenta trabajar desde casa, adaptando ambientes para poder conseguirlo.
El mundo de la arquitectura no es ajeno y lleva las últimas semanas proponiendo soluciones de diseño, enfocando el tema en distintas escalas, desde las unidades de vivienda hasta temas transporte urbano y densidad demográfica.
Está claro que todos debemos hacer sacrificios, y ya los estamos haciendo, muchas veces dejando de recibir ingresos que considerábamos fijos y tratando de reinventarnos, y adaptarnos a los nuevos tiempos. Es en este sentido que en un futuro cercano los inversionistas inmobiliarios y la economía de ese sector deberán replantear la rentabilidad del metro cuadrado construido. En los últimos tiempos, hemos visto cómo el densificar una gran población en edificios de pequeños departamentos y de varios pisos es sinónimo de rentabilidad. Ahora es cuando nos damos cuenta que, si bien se cumplía con la normativa, no eran ambientes propicios para pasar un largo tiempo, sin contar que la alta densidad de personas aumenta el riesgo de contagio en una pandemia. El sector inmobiliario se encuentra en la ardua tarea de elaborar nuevas estrategias que eviten la densificación de personas y de generar viviendas dignas, sobre todo en sectores populares.
Los arquitectos especialistas concuerdan en que deberán darse nuevas pautas para el diseño de viviendas, sobre todo en el caso de los edificios de departamentos, aumentando las medidas mínimas del reglamento para permitir una mayor flexibilidad de usos y facilitar el distanciamiento social. La meta es que no necesites salir de tu hogar para trabajar, entretenerte o ejercitarte. A esto se suma al desafío a la tendencia del loft, fetiche de renombrados arquitectos y diseñadores de interiores y sinónimo de diseño vanguardista y de alto nivel, con el fin de aumentar el número de particiones, para poder aislar ambientes dentro de una misma unidad.
Otro punto importante es el tema de la salud pública. Esta emergencia nos ha demostrado que no estamos listos para afrontar una pandemia o en todo caso, algún desastre natural como un terremoto de gran magnitud. En pos de reducir este déficit se ha volteado la mirada hacia los espacios públicos y a los lugares de eventos masivos, ambos desocupados por el tema del aislamiento y cuarentena. La estrategia es incluir en estos recintos, áreas de servicios complementarios para poder ser usados en casos de emergencias sanitaria. Esto no solo va a permitir enfrentar de mejor manera una pandemia y aislar debidamente a la población vulnerable, si no que permitirá que la economía de estos sectores se mantenga durante el periodo de emergencia, durante el cese de sus actividades regulares. Como ejemplos de que esta estrategia ha rendido frutos en nuestro país tenemos a la Plaza de Acho, convertida en albergue para indigentes y el de la Villa Panamericana, convertida en un centro de atención y aislamiento para pacientes de COVID-19. ¿Por qué no aprovechar también los estadios, libres de eventos deportivos y artísticos, como centros de atención y de apoyo a hospitales?
Las plazas y parques también son un potencial desperdiciado en nuestra ciudad, si vemos como en otras latitudes se levantan hospitales de campaña para atención y aislamiento de pacientes infectados, por ejemplo, el recientemente instalado en el Central Park de Nueva York. Es en ese sentido donde los arquitectos se hacen necesarios mediante el diseño y la creación de nuevos sistemas constructivos desmontables, con nuevas tecnologías, materiales reciclados y energías renovables; siguiendo el camino marcado por los grandes maestros como Renzo Piano en Italia o Shigeru Ban en Japón. Ellos, vieron en las emergencias de su tiempo una oportunidad para desarrollar su potencial, imaginando desde mejores estrategias de diseño y utilización de materiales, y así ayudar dentro de sus contextos para posteriormente convertirse en los referentes de su generación.
Otro tema muy importante para analizar en estos tiempos es el sistema de transporte urbano. Mucho se habla de aumentar y mejorar las ciclovías, lo que sería un gran logro en nuestra ciudad, pero más importante es el tema del transporte público, precario y cuyos inversionistas permiten funcionar de manera similar a la del sector inmobiliario: hacinamiento igual a rentabilidad. Esta estrategia deberá cambiar drásticamente de aquí en adelante para no fomentar nuevos brotes de infectados y evitar llevar la enfermedad de un polo a otro de la ciudad. La teoría manda a descentralizar los servicios, generando varios núcleos financieros, de entretenimiento y comerciales a lo largo y ancho de las ciudades para que la población no deba moverse en grandes números ni largas distancias. En un país tan centralizado como el nuestro es complicado, pero no imposible. El estado debe plantearse el fomentar este tipo de estrategias a fin de que resulten atractivas para los inversores, los cuales deben comprender que estamos en una era de sacrificios en busca de una sociedad más saludable y amigable.
Estamos también a puertas de varios upgrades tecnológicos que van a facilitar la implementación de todas estas estrategias. Nunca hemos estado tan comunicados y sincronizados globalmente. Las estrategias pensadas en otras partes del mundo pueden ser usadas aquí y viceversa. Es cierto que estamos atrasados en ese sentido, pero una crisis como esta es el pretexto perfecto para ponernos al día.
Hay pues, durante y después de esta emergencia, diversas oportunidades para poder imaginar un futuro mejor, siendo esta vez más cautos y respetuosos con la naturaleza y con nosotros mismos, entendiendo que, si no se planifican y se minimizan los riesgos, otra emergencia podría ocasionar un daño aún mayor.