Siempre soñó con escribir. Desde muy niña anotaba sus pensamientos, sus deseos, incluso sus peticiones a la luna llena. Ha producido un documental e incluso apoyó con el guión de cine con un director cercano a ella. Gracias a su proximidad con el mundo del modelaje, aprendió también a apreciar la belleza del entorno: la escultura, la pintura, incluso el mundo de la improvisación. Dentro de sí, siempre supo que se dedicaría al arte.

No obstante, por experiencias personales, conoce lo que es luchar por un sueño cuando el viento no está a favor. Su primer proyecto literario va dedicado a un público infantil, pues afirma que compartir mensajes de motivación y comprensión es clave desde edades tempranas. “Definitivamente las heridas de la infancia son las que nos marcan de por vida, sea por el miedo al abandono o al rechazo”, acota. Y es que, muchas veces, sucede que los padres tienden al moldear el futuro de sus hijos sin tomar en cuenta sus metas e intereses personales.

Acompañada de las dulces ilustraciones de Estefanía “Fefa” Cox y la ONG “Recicla, pe!”, el cuento “Sami” lleva a los pequeños del hogar a un viaje hacia el autoconocimiento y el amor propio. El libro ha gozado de gran acogida en librerías a nivel nacional por el contundente mensaje que transmite. Pero recordemos que un proyecto de gran magnitud conlleva un arduo trabajo.

Alejandra nos cuenta que el foquito se le prendió hace 2 años, durante un viaje a Pachacamac. Desde ese momento, era una idea insistente que le rondaba la cabeza.  Hacía borradores, una y otra vez, en su mente. Borrar, reescribir. Borrar, reescribir. “A veces me encantaba como estaba yendo la historia; otras veces, no escribía nada durante meses”, confiesa la autora. Sin embargo, cuando llegó la pandemia, todo se alineó a favor del proyecto. Es así que decidió concluir un sueño tan importante como su primera publicación en medio de un año plagado de retos y obstáculos.

Al igual que el personaje principal, Sami, a veces uno necesita tan solo de un pequeño empujoncito y la ayuda de sus seres queridos. Alejandra menciona con mucho cariño a Fefa Cox, reconocida artista peruana. Nos cuenta que la etapa de ilustrar el cuento fue probablemente uno de los más largos, pues tenía que plantear una idea clara para que la imagen fuese acorde al texto. Todo el proceso implicaba algo nuevo para ella. Lo más difícil, asegura, fue encontrar el balance adecuado entre presentar imágenes llamativas, pero que tampoco generasen ruido o una distracción para el joven lector. “Por ejemplo, hay un espíritu en el bosque que viene a ser nuestro villano. Sin embargo, no podíamos dibujarlo de tal manera que le genere miedo al lector”, manifiesta.

Otra de las alianzas más trascendentales en la creación del libro fue el apoyo a la ONG “Recicla, pe!”. La escritora ya había trabajado con esta organización en el pasado, es por eso que conocía de cerca su labor. Como cusqueña, la autora está sumamente orgullosa del patrimonio cultural del país; por lo tanto, reconoce la importancia de preservar el medio ambiente. Es por ello que, por la compra de un ejemplar, estarás ayudando a los recicladores de esta fundación. Asimismo, será de gran ayuda para promover diferentes campañas como limpieza de playas y la creación de estaciones de reciclaje.

Hoy se encuentra disfrutando de la acogida de Sami, pero no rechaza la idea de escribir más en un futuro. “Me gustaría escribir un libro sobre esta temática, pero para mayores de edad. El amor es uno de los aspectos más importantes de nuestras vidas, es lo que nos mueve a lograr y ser todo lo que queremos”, describe emocionada. También añade que le interesa mucho la psicología humana y sería interesante acercarse a esta a través de una novela. “A través de este formato podemos sentirnos identificación cuando el protagonista vive experiencias similares a las nuestras y es lo que me encantaría generar en un público adulto”, finaliza.

Escribe: Luciana Paz