La Política Nacional Agraria es más la caja de pandora cuando debiera ser una caja de resonancia enfocada al desarrollo de toda la cadena agrícola para encontrar cabida a las iniciativas pensadas y orientadas al desarrollo sostenible.
Lo que se debe buscar es no dejar a nadie atrás; es decir, alinear las necesidades de nuestro país y afrontar las diferencias entre el trabajo manual y el trabajo intelectual.
Se requiere mayor y mejor distribución social del conocimiento; con básico criterio de excelencia en la producción agropecuaria, sensible al desarrollo sostenible y ligando dos nortes: La Política Nacional Agraria y la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
El problema es que realmente no existen una ni otra. Solo apreciamos autoridades que actúan sin base y para otros intereses.
Dentro de la Política Nacional Agraria se tienen dos retos más importantes, el enfoque de desarrollo sostenible, entendido como el proceso que genere transformaciones naturales, económico-sociales, culturales e institucionales para mejorar de forma equitativa la seguridad y la calidad de la vida humana, sin deteriorar el ambiente natural ni comprometer las bases del desarrollo para las futuras generaciones. Es decir, generar armonía entre las dimensiones económica, ambiental y social.
Un segundo reto es el enfoque de derechos humanos que contribuya a promover la sostenibilidad de la labor de desarrollo, potenciar la capacidad de acción efectiva de la población, especialmente de los grupos más marginados; así se podrá participar en la formulación de políticas sociales, generar rentabilidad social y hacer que los responsables sean quienes tengan la obligación de actuar.
Sobre los retos de nuestro país hacia la ciencia, tecnología e innovación (CTI) relacionados al nivel de generación de conocimiento, deberíamos reconocer que los resultados de investigación y desarrollo tecnológico no vienen respondiendo a las necesidades de nuestra nación; así como que no existen suficientes incentivos hacia la CTI. O. Las personas competentes y preparadas al no encontrar cabida ni trabajo en el país, terminan generando conocimiento en el extranjero.
Problema no solo de fondos, sino peor, que el Estado no sabe aprovechar a los más preparados.
A nivel nacional, la formación de capital humano está afectada por la insuficiente (casi nula) masa crítica de investigadores y de recursos humanos calificados para generar un nivel de desarrollo nacional; además el fortalecimiento de la infraestructura y los bajos niveles de calidad de los centros y laboratorios de investigación acrecientan el problema.
El camino peruano debe dejar de contar con rocas que dificultan el andar de la ciencia, así como de la aún insuficiente información sobre las propias condiciones del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.
Si bien durante la época republicana fue la adversidad el rasgo distintivo de la producción científica en el Perú, con la ciencia y la tecnología sujetas al interés productivo bajo o de pocos, más un esquema primario-exportador, hoy aspiramos a que la generación de conocimiento guíe la transformación hacia una economía diversificada.
Para ello, se hace necesaria una serie de facultades institucionales pensada siempre de manera colegiada. Para lograr esto se requiere de otra ciencia, orientada al bienestar de la sociedad y el desarrollo sostenible, basada en la gestión del conocimiento y sin dejar a nadie atrás.
Para ello deben generar colaboración (sinergia) entre los sectores agrario y científico; es a través del desarrollo, del diseño y la implementación de una plataforma de interoperabilidad que se permitirá el correcto flujo de información interinstitucional para el desarrollo inclusivo, innovador y sostenible de la agricultura y ganadería nacionales, siempre en el marco del “gobierno abierto” (definido como pilar en la Política Nacional de Modernización) y de la corriente cultural de “Open Access”. Claro, con el principal ingrediente de calidad: el ser humano.
Trabajemos por el Perú.
*Ciudadano, emprendedor y docente.
JAIME O. SALOMÓN
Jaime O. Salomón es Doctor en Administración Estratégica de Empresas, por Pontificia Universidad Católica del Perú́. Doctor in Business Administration y Master of Philosophy por Maastricht School of Management, Países Bajos. Magíster en Administración por Universidad Del Pacífico. Ingeniero Industrial por Universidad de Lima (CIP 34827). Estudios en Harvard University y North Dakota State University.
En relación a su experiencia pública es Consejero Peruano ante la Universidad Andina de la Comunidad Andina (marzo 2017 a la fecha) y Parlamentario Andino accesitario (2016- 2021). Se desempeñó como: Presidente de Directorio de Electro Oriente S.A. -empresa generadora, transmisora, distribuidora y comercializadora de energía en el 37 % del territorio peruano (noviembre 2018 – febrero 2020). Asesor 1 del ministro de Agricultura y Riego (febrero – mayo 2018). Vice ministro de Desarrollo, Infraestructura Agraria y Riego del Minagri (mayo 2017 – febrero 2018). Parlamentario Andino en funciones (julio – diciembre 2016).
En relación a su experiencia privada fue Presidente de Directorio y Director Gerente General de importantes empresas peruanas.
Actualmente es Profesor de MBA en CENTRUM PUCP Business School, Pontificia Universidad Católica Del Perú́, y Profesor de Doctorado en USIL. También ha sido (desde hace más de 32 años) catedrático en otras universidades como la UNMSM y la De Lima, entre otras
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