¿Cómo sería tomar tu propia cerveza artesanal y no tener que pagar por una nunca más? Esta fue la pregunta que se hicieron Carlos Aguirre, Enrique Vizcarra y Kenneth Finseth durante un viaje de negocios a Grand Rapids en Michigan. Conocida como “Beer City”, por la gran cantidad de bares cerveceros que allí se pueden encontrar, esta pequeña ciudad fue la cuna de un sueño para estos tres jóvenes que compartían la pasión por la cerveza artesanal.
“Desde que este proyecto inició, nos planteamos hacer las cosas distintas a cómo se venían haciendo en el Perú. A pesar de que ya existían varias marcas en el mercado nacional y de estar muy bien trabajadas, no sentíamos que existiera alguna que nos hablara directamente y con la cual pudiéramos identificarnos. Nos dimos cuenta de que existen muchos convencionalismos en el mundo de la cerveza artesanal, nosotros quisimos romper con los patrones establecidos, desentendernos de convencionalismos y salir un poco de ese manual, de esa forma de hacer las cosas que la mayoría de marcas habían tomado”, cuenta Carlos Aguirre, encargado del área de Comunicación y Branding en Bad Bitch Brewing Co.
Lo que empezó como un hobbie, fue tomando más forma y se hizo cada vez más real. Es así como en octubre del año pasado se establece la planta de Bad Bitch Brewing Co., ubicada en Barranco, y después de desarrollar sus recetas, en enero del 2020 se empieza a comercializar oficialmente las cuatro variedades de la marca: IPA, Red Ale, Pilsener y Pale Ale.
Todos los elementos que conforman la imagen de la marca emanan autenticidad y sus presentaciones no son la excepción. Electric Punani, es el nombre que lleva la Pilsener de la marca, una cerveza de hermoso color dorado, dotada de cuerpo y frescura. Fancy Mary-Ellen, inspirada en las noches de Gatsby, es una Red Ale de categoría, con sabores malteados, un ligero toque de caramelo y aroma dulce. Gypsy Flower, una Pale Ale de intenso color cobre e inspiración gitana; y finalmente, entre aromas lupulosos y toques amargos, nos encontramos a la IPA de nuestros sueños: Mystic Puntang.
Bajo el lema de “hacer lo que nos gusta y divertirnos haciéndolo”, Bad Bitch Brewing Co. se abre camino en un rubro con gran potencial de crecimiento y mucho espacio para hacer cosas nuevas e innovadoras. Durante los primeros meses de comercialización, tuvieron muy buenos resultados y gran aceptación del público, por lo que realizaron algunos eventos llamados Bad Bitch Sessions, en donde se ofrecía cerveza directa del barril, tours guiados por la planta, buena música y, por supuesto, buena compañía.
Llegó la pandemia y la planta tuvo que cerrar. “No pudimos ir a la planta durante 60 días. Una vez que ya pudimos acercarnos, tuvimos que botar la cerveza que teníamos en fermentadores, una pena. Pero la pandemia nos dio la oportunidad de tomarnos un tiempo para mirar hacia adentro y ver qué cosas podíamos mejorar. Creo que toda esta situación influyó positivamente en este lanzamiento y eso se ve reflejado en el crecimiento que hemos tenido incluso en época de pandemia. El hecho de que las personas se hayan quedado en casa durante esos meses, ha aumentado el consumo y eso significó una oportunidad para nosotros de expandir y hacer crecer el awareness de nuestra marca en el mercado”, afirma Carlos Aguirre.
Hoy, varios meses después de iniciar operaciones y con cada vez más clientes fidelizados, la marca continúa enfocada en acercarse al público final, buscando nuevas vitrinas y oportunidades de exposición, pero siempre fiel a su estilo disruptivo, irreverente, que no sigue esta fórmula concreta que parecen haber establecido las marcas pioneras en el país y que se ha replicado desde el inicio del boom de la cerveza artesanal en el Perú. A pesar de tener poco tiempo en el mercado, Bad Bitch Brewing Co. se asoma como una propuesta que promete cambiar procesos metódicos y darle un giro cool al rubro.