El perfil de los vinos de Escorihuela Gascón casi siempre lindó con lo clásico. Destacando sus taninos marcados, boca aguda y amplia, con un sugerente estilo del Viejo Mundo (esto dependiendo de la línea que tenemos en frente). Este fue el rostro que reflejaba esta bodega mendocina desde sus inicios. Pero en el 2014 se tomó la decisión de darle un giro enológico, quizás acomodándose a nuestros tiempos y a los gustos de los nuevos bebedores. Por ello se decidió hacerse de los servicios de Matías Ciciani, un joven enólogo que andaba viento en popa de la mano de Susana Balbo en Dominio del Plata.

Años antes había iniciado su carrera en Finca El Origen del grupo Santa Carolina, pero como dice el propio Matías, fue con Susana donde terminó de formarse no solo como profesional, sino también como persona. Aprendió a domar su carácter tal como los taninos. Pese a su evidente juventud, ya es un enólogo cuajado, sus vinos hablan por él. Empezó con las fermentaciones a los 19. Compartía tiempo en bodega con las aulas. Durante sus vacaciones y los primeros años en Finca, se paseó por diversos países para ir nutriéndose de conocimientos. Pero recuerda Barcelona con especial cariño; la cava lo cautivó. 

Las burbujas son un tema pendiente en su vida enológica: muere por ellas, pero aún no puede desarrollarlas en Escorihuela. “Todo a su tiempo”, dice. Actualmente está a cargo de las líneas de alta gama y de los proyectos para Estados Unidos. Fue un gran reto a su llegada y para afrontarlo lo primero que hizo fue empaparse de la materia prima. Escorihuela tiene más de 150 productores, a quienes les compran la uva. En esta fase trabaja codo a codo con Claudio Mestre, el ingeniero agrónomo de la compañía.

Desde que se unió a la marca, Matías siempre tuvo carta libre para crear. Uno de sus primeros retos fue cambiarle el rostro a las líneas Pequeñas Producciones, Miguel Escorihuela Gascón y el DON. Además, tiene injerencia directa en los proyectos orgánicos y en los vinos especiales para el mercado americano. Allí, Escorihuela es quien más exporta en los rangos de precio de 10 a 14 dólares. Luego de empaparse bien de los campos, el trabajo continuó en bodega. Uno de los primeros cambios se realizó en el DON, el vino ícono de la marca. 

Por varios años se mantuvo el perfil que dejó Paul Hops: un tinto sólido con mucha estructura, largo, complejo, de bodega. Lo que hizo Ciciani fue darle una mayor expresión de fruta; para ello, se centró en la finca que tienen en El Cepillo, de donde sale la uva – hoy – para sus líneas de alta gama. Se podría definir como un single vineyard en la actualidad (antes era un blend de malbecs de distintos viñedos). Otra de las variaciones notables es que ahora se cría en barricadas francesas de 400 litros. Otra identidad.

Luego la mirada reposó sobre Pequeñas Producciones, pero solo en el malbec. Aquí Ciciani quiso brindarle mas complejidad y contar con taninos más redondos. Por ello, optó hacer un blend de zonas. Utilizó uvas de Las Compuertas (Luján de cuyo), Vista Flores (Tunuyán), La Consulta (San Carlos) y Finca el Cepillo, (Valle de Uco, orgánico). El resto se mantiene con single vineyard. Para esta línea se viene un sauvignon blanc, una de sus cepas preferidas; mas llega desde la montaña, con un perfil distinto, muy mineral, que resalta más lo tropical que lo verde, con una acidez tajante.

También se viene un pinot noir en Pequeñas Producciones (85% Cepillo y 15% Agrelo). Primero pasa por madera nueva, buscando más peso en boca y, luego, por madera usada, con el fin de mantener la mineralidad y frescura. Finalmente, otras de las novedades es que llegará a Lima el Escorihuela Gascón Organic Vineyard, un malbec que viene 100% de El Cepillo. Pasa ocho meses en tanques y el resto de tiempo en botella. Nada de madera; fruta por todos lados. Esto, en resumen, es la mano de Matías en la compañía argentina. Hay que animarse a probar estos cambios.

Escribe: John Santa Cruz

Columna publicada en la Revista Cocktail N°37