Nos trasladamos a Portugal para conocer sobre «Casa Ermelinda Freitas», una bodega destacada que, durante cuatro generaciones, ha sido dirigida por mujeres que cambiaron la historia en el sector vitivinícola.
Una historia atípica y fascinante. Desde 1920, esta firma es un claro ejemplo del liderazgo femenino, reinvención y oportunidades en un rubro comúnmente asociado a los hombres. Deonilde Freitas puso la primera piedra, pero la marca es una de las mejores del mercado gracias a quienes fueron tomando la posta en el camino.
Las primeras vides de las variedades «Castelão» y «Fernão Pires» se plantaron en sus parcelas ubicadas en Fernando Pó, dentro de la región de Palmela, Lisboa. Por supuesto que, para que este tipo de bebidas consigan un éxito rotundo, deben producirse en una zona privilegiada. Dicho terreno se compone de arenas muy ricas en agua, lo que desempeña un papel fundamental en la maduración de las uvas. Además, la brisa refresca los ríos; atribuyendo suavidad y elegancia en cada sorbo.
El legado pasó de mano en mano. Primero, su primogénito Manuel João de Freitas. No obstante, tras su muerte, la esposa tomaría las riendas. Sin experiencia previa, Germana de Freitas trabajó incansablemente por salvaguardar el negocio familiar, cuyo objetivo principal en aquel entonces era la venta de uvas para vinificación. Decidieron no embotellar sus productos y, en su lugar, ofrecerlos a granel en la localidad.
El hijo mayor de Germana contrajo matrimonio con Ermelinda Do Rosario Pires, apasionada por la vocación agrícola y los viñedos. Lograron incrementar sus tierras cultivables hasta llegar a 60 hectáreas, un hito impresionante alcanzado netamente por una dinastía femenina. Asimismo, compraban uvas a otros productores con el fin de obtener grandes cantidades de vino de sus variedades insignia: «Castelão» para los tintos y «Fernão Pires» para los blancos.
Dicen que lo que se hereda no se hurta. Años más tarde, la hija de ambos, Leonor Freitas, se unió a la lista de mujeres que por cuatro generaciones dirigieron la empresa. Invirtió en maquinaria, modernización de la bodega y se atrevió a cultivar nuevas cepas: «Trincadeira», «Moscatel», «Touriga nacional». También las extranjeras que son las más conocidas cuando pedimos un buen vino: «Cabernet Sauvignon», «Syrah», «Petit Verdot», «Merlot» y «Pinot Noir».
En 1997, Ermelinda Freitas embotelló su primera etiqueta: «Terras de Pó». A esta le siguió un amplio portafolio: «Doña Ermelinda Reserva», «Quinta da Mimosa», «Dom Campos», «Vinha do Rosário», «MJ Freitas», «Dom Freitas». Todo cambió en el 2002 cuando el cliente principal dejó de comprarles. Sin ánimos de bajar los brazos, su hija Leonor encontró la alternativa ideal: «bag-in-box», una caja que alberga cinco litros de vino de mesa empacado al vacío y dispensado a través de una pequeña válvula. Sin lugar a dudas, una de sus presentaciones más populares para el consumo diario.
La bodega arroja una producción de más de 14 millones de litros de vino al año, los cuales se venden a precios competitivos en todo el mundo. Nuestro país no es la excepción, pues muchas de estas etiquetas son representadas por «Entre Vinos y Copas».
Asimismo, sus marcas principales han conquistado alrededor de mil premios en concursos de alta gama: «Vinailes», «ProdExpo», «Challenge International du Vin», «Wines of Portugal» y «Portugal Wine Trophy». Sin embargo, la que se lleva todas las palmas es la selección de monovarietales «Casa Ermelinda Freitas», que obtuvo más de 700 galardones en total.
Leonor Freitas aún persigue la excelencia líquida pese a que es propietaria de 445 hectáreas de viñedos, hace explotación de 29 variedades de uva y fue reconocida por el presidente de Portugal con la «Orden de Mérito Agrario» en el 2009. A sus 68 años, el exilio llegará pronto, por lo que dejará el cargo a su hija Joana Freitas, la quinta generación que promete impulsar a «Casa Ermelinda». No hay más que decir. Cuando se trata de vinos, ellas mandan.
Escribe: Valeria Burga (@valeria.burga26)