Ximena ingresó a la universidad, imaginando que su futuro laboral estaba en aquella monotonía característica de las oficinas. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, sintió que necesitaba algo distinto y empezó a sentir atracción por el atrevimiento que significaba emprender algún negocio. En ese sentido, asegura que era un riesgo, ya que no tendría un sueldo fijo y su éxito no estaba asegurado. “Un emprendimiento es algo variable, te puede ir bien o mal. Es un camino enorme”, expresa.

En el 2017, comprar y vender cosas de AliExpress era una tendencia juvenil importante. En ese contexto, Ximena se armó de valor y cedió ante esa inclinación gradual hacia los negocios y las ventas. Sostiene que, mediante la utilización de su página de Facebook, vendió diez prendas. En consecuencia, asegura que se enamoró de aquella conexión con los clientes y sus convicciones empezaron a fortalecerse de forma significativa y determinante.

De esta forma, surge “Caspiana”, una marca independiente enfocada en la venta de ropa por internet. Su nombre corresponde a un ejercicio lúdico del lenguaje y la afición que tiene Ximena por los signos zodiacales. La estética de dicha marca comprende una paleta de colores pastel que enamoran a los clientes y visitantes, ya que sus prendas destilan componentes visuales atractivos para quienes realicen un recorrido virtual por su página de Instagram.

Empezó como un showroom en su casa de San Isidro, exactamente en un cuarto adicional de aquel lugar. Sin embargo, hoy la realidad de dicho emprendimiento exhibe un crecimiento importante que posiciona a Ximena en una posición relevante en cuanto a su influencia en dicho rubro. Además, su espacio de trabajo ha cambiado, debido a las altas demandas de los clientes y a la continua retroalimentación que suele aplicar a su negocio.

Ximena aprendió por sí misma a relacionarse con el ámbito digital. “Buscaba algo sofisticado y exclusivo. Después de todo, hacemos piezas”, comenta. Asimismo, confiesa que el hecho de seguir una línea remarcada le generó temor cuando el confinamiento empezó a mostrar su magnitud en la sociedad peruana. Es decir, concebir dicha realidad propició en ella un miedo natural y comprensible, ya que sus prendas, esencialmente para compromisos, no se venderían.

“No podía quedarme de manos cruzadas, tenía que hacer algo”, admite. De esta forma, modificó el estilo de sus prendas y priorizó los busos por encima de lo que había estado haciendo hasta ese momento. Los buzos afloran una comodidad incomparable y Ximena agradece que las consecuencias de dicho cambio hayan impactado positivamente en sus clientes. Asimismo, logró instaurar en su marca un nuevo rumbo, el cual fue gratamente recibido y celebrado.

Habiéndose introducido exitosamente en el ámbito digital, rodeado de la vigente crisis sanitaria, Ximena empezó a profesionalizar los mecanismos de Caspiana y empezó a educarse sobre lo que implica tener una marca en estos tiempos. De igual manera, afirma que la originalidad es característica en su plataforma, ya le brinda un valor agregado a cada prenda. Además, es consciente de cuán beneficiosa puede ser la sana competencia y emprender el slow fashion.

Precisamente reivindica la perseverancia como un factor fundamental en dicho rubro, ya que admite haber enfrentado adversidades que la desalentaron. Sin embargo, su valentía con respecto a dicho sentimiento ha superado las expectativas, colocándola así, en una predisposición por el constante aprendizaje. Por otro lado, sostiene que la implementación de materiales peruanos contribuye con los trabajadores nacionales y a que su producto traspase las fronteras.

Se siente plena y a gusto desempeñándose en Caspiana. Su agradecimiento a Dios es relevante, pues evidencia esa humildad necesaria para lograr grandes cosas. Asimismo, la fraternidad hacia sus seguidores y clientes es incuestionable, ya que diariamente tiene contacto con ellos, a través de Instagram o las redes sociales. Caspiana se encuentra en un crecimiento que parece no tener tope y su compromiso con los productos de primera calidad lo demuestran.

Escribe: Renatto Luyo