Hay situaciones en las que beberse una caña no es lo mejor visto del mundo. Despreciada por aquellos que pertenecen al elitista mundo ‘healthy’, y mucho más por los militantes en el grupo del ‘fitness’, las propiedades de la cerveza se consideran inadecuadas para una vida sana. Puede que no nos haga mucho mal, sostienen, pero desde luego no nos hace ningún bien. Pero parémonos a analizar este líquido un momento: lleno de agua, presencia destacada de minerales, cantidad elevada de hidratos de carbono ‘rápidos’, temperatura baja… Cierto es que si excluimos la presencia de alcohol, la cerveza parece incluso mejor que un zumo ‘desintoxicante’. Es por esto por lo que es necesario analizar las evidencias científicas que apoyen o desmientan los beneficios de la cerveza después de hacer ejercicio, según informa el diario digital El Confidencial:
Son sus ingredientes, sobre todo el cereal con el que esté hecha, los que le confieren estos macronutrientes. De media, como explican desde el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), 100 gramos de esta bebida (aproximadamente media caña) contienen 43 kcal, que son responsabilidad de los 10 a 15 gramos de hidratos de carbono disueltos en la ‘mezcla’. Durante el ejercicio, sobre todo si este es aeróbico y duradero, nuestro organismo utiliza las reservas de glucógeno, su combustible primordial. Cuando las agota pasa a abastecerse de otras fuentes de energía como las grasas y el músculo (lo que se conoce como cetosis). Esto puede provocar la pérdida de masa muscular si el sistema musculoesquelético es el único lugar del que se pueden obtener las calorías necesarias. Es por esto que abastecer a nuestro organismo con hidratos de carbono es esencial tras realizar esfuerzos físicos y, como se explica en un estudio realizado por investigadores de la Wageningen University, en Holanda, la cerveza puede cumplir este cometido.
Los famosos electrolitos
Es una palabra que hemos escuchado en el mundo del deporte desde hace años, pero que parece que muy pocas personas tienen del todo claro qué significa. Los electrolitos son todos los minerales, en particular sodio, potasio, magnesio y calcio, que tienen una carga eléctrica positiva y que nuestro cuerpo necesita para realizar ciertas funciones. Entre ellas se encuentran la transmisión neuronal, la gestión de nuestros niveles de pH o la realización de la bomba sodio-potasio. Pero la más destacada, sin lugar a dudas, es el mantenimiento de nuestro equilibrio osmótico.
En todos los mamíferos y en gran parte de los seres vivos de este planeta, existe un proceso llamado ósmosis. La idea general es que las sales y minerales (como el sodio de la sal de mesa) no pueden atravesar fácilmente la membrana celular (pueden a través de la bomba sodio-potasio, pero es un proceso muy lento). Al mismo tiempo, la concentración de sales disueltas fuera de la célula, debe ser igual a la concentración en el interior de la misma. Para mantener el equilibrio entre el exterior y el interior, la membrana celular deja pasar agua en una de las dos direcciones.
El problema es que si en el exterior hay una gran concentración de sal, la célula deja escapar demasiada agua y se seca, llegando a morir si es necesario. Por el contrario, si en el exterior se diluyen demasiado las sales, la membrana celular meterá el agua necesaria en el interior, pudiendo llegar a explotar. Es por esto que comer pipas con sal nos seca tanto la boca, o por lo que no se debe consumir agua destilada. De hecho, esta es la razón principal de que en los hospitales, las vías se pongan con suero fisiológico en vez de con agua pura. Aunque su uso excesivo puede acarrear problemas, el suero tiene una concentración de sales idéntica a la que se encuentra en nuestras células sanas. Es la mejor forma de lograr el equilibrio osmótico en nuestro organismo. Volviendo a la cerveza, durante el ejercicio perdemos electrolitos. Recuperarlos de inmediato es algo prioritario y, por suerte para nosotros, como explican desde el USDA, los minerales que contiene la cerveza pueden sernos de gran utilidad después de una dura sesión de esfuerzo físico. En realidad, aunque en España son todavía poco habituales, en otros países como Estados Unidos se están popularizando las cervezas ‘enriquecidas’ con electrolitos con el objetivo de potenciar aún más esta bebida.
No todo es positivo
Por mucho que nos guste, no podemos ser unos integristas de la cerveza. Contiene alcohol, una sustancia que en pequeñas cantidades no se considera del todo perjudicial (pero que, desde luego, no tiene ningún beneficio) y que en grandes cantidades se convierte en un auténtico veneno. Eso sin contar el gas de la cerveza, que puede hincharnos después de una sesión de ejercicio intenso, lo que es muy incómodo. Pero la parte verdaderamente mala es que esta bebida puede tener otras consecuencias directas para el organismo de aquellos que acaban de entrenar: la reducción de la velocidad a la que sintetizamos proteínas y un aumento de la deshidratación. Como está más que documentado por diversos estudios científicos, el estrés al que sometemos nuestros músculos durante el ejercicio provoca una respuesta por parte de nuestro organismo. Estimula la síntesis de nuevas proteínas en el tejido afectado con el objetivo de reparar los daños que el esfuerzo haya podido provocar y, además, fortalecerlo. Es este el proceso en el que se basa la musculación y a lo largo de la historia se ha probado que funciona. Sin lugar a dudas. El problema es que, como se detalla en varios estudios de la RMIT University en Victoria, Australia y del Pennsylvania State College of Medicine, las bebidas alcohólicas después del ejercicio físico pueden dificultar el proceso de la síntesis de proteínas. Esto puede dar como resultado un aumento del tiempo de recuperación.
De hecho, el estudio de la RMIT University probó en 8 hombres físicamente activos que la recuperación después de consumir alcohol se retrasó hasta dos horas. Es necesario, de todos modos, advertir que la cantidad de alcohol que se les proporcionó a los sujetos de estudio consistió en 12 bebidas ‘estándar’, muchísimo más de lo que la gente consume de forma habitual. De hecho, otro estudio demostró que con dosis bajas de alcohol (0,5g por kilo de peso) no se apreciaba ninguna consecuencia negativa en la recuperación.
Por otra parte, como se ha documentado con anterioridad por varios estudios, el consumo moderado de alcohol se ha asociado con efectos deshidratantes moderados. Esto se debe a las propiedades diuréticas del etanol, el alcohol que todos conocemos. Realmente, lo único que hace es aumentar la cantidad de orina que producimos. Expulsar más líquido del que ingerimos tiene los mencionados efectos deshidratantes. La cerveza puede ser consumida (con responsabilidad, claro) cuando queramos y sea legal hacerlo. Existen evidencias de sus posibles beneficios a la hora de hacer ejercicio, pero deberemos ser cada uno de nosotros quien determine si nos merece la pena o no. Al menos ahora tenemos una excusa más para tomarnos una cañita después de entrenar.