Stefany Ramos y Bruno Helguero son fundadores de Dolce Salato, tienda de postres y catering. En esta ocasión nos contaron sobre el desarrollo de la marca y el crecimiento de su empresa.
El amor por la repostería los unió. Hace seis años, cuando eran solo amigos, descubrieron que ambos compartían la afición por preparar postres. Empezaron a elaborar productos día a día. Primero, incursionaron con el queque de chocolate y, poco después, estarían innovando con diversos sabores. Ambos egresados de la carrera de marketing han hecho de su pasatiempo un negocio. Cuando Stefany y Bruno vieron un nicho de mercado que buscaba tortas personalizadas, de inmediato decidieron que ese sería su atractivo principal. En efecto, hoy afirman que esa es su especialidad. “Nos enfocamos en darles lo que les gusta, por ejemplo, su dibujo favorito, retratar a sus mascotas, etcétera. Todo lo que ellos desean se lo daremos”, señala Ramos.
Una vez consolidada su relación, se aventuraron a estudiar repostería profesionalmente. Enseguida advirtieron que los clientes querían algo distinto a lo que ofrecía su competencia. El público no quería más tortas clásicas, por lo que emprendieron nuevas combinaciones, incluyendo, en ocasiones, tragos exóticos como el pisco. “A veces llegan las personas sin saber qué es lo que quieren. Nosotros les preguntamos sobre lo que les gusta, y es así como se completan las ideas. Después hacemos un boceto y a partir de ello creamos la torta”, mencionan los enamorados cuando les preguntamos por sus procedimientos. “Tenemos más de doce variaciones en sabor para que los clientes puedan escoger entre sus preferencias”, añaden. Para Stefany y Bruno, sin dudarlo, el secreto está en la personalización del producto.
Desde el año pasado soñaron con abrir un local juntos. Cuando por fin se decidieron, y estaban a punto de cerrar un trato, se anunció la cuarentena total en marzo. Estuvieron sin operar aproximadamente dos meses, mientras esperaban a que todo se regularice. Una vez que se aprobaron los delivery, comenzaron a trabajar por ese medio. “En agosto abrimos nuestro local en Miraflores con algunas mesas para quienes quieran compartir. Pero más que nada lo hicimos para que los clientes puedan escoger aquí sus tortas, para que prueben los sabores y sientan la experiencia. La sala de diseño está a la vista de todos para que puedan ver el proceso”, alude Bruno. Por otro lado, crearon maquetas con el fin de que los clientes sepan cómo va a quedar su producto y sientan confianza antes de aprobar su elaboración.
La pareja no está enfocada solo en la empresa, sino en ofrecer talleres para todo el público, tal como lo planearon hace un año. Sin embargo, nunca tuvieron la certeza de sacarlo a la luz. Por el tema de la pandemia, se animaron a compartir momentos con los clientes. “Las personas siempre nos piden bocaditos salados e hicimos algunas clases para probar, tuvimos bastantes vistas. Queremos sacar nuevos cursos de diseño o pastelería más adelante”, resaltan ambos. Su propósito es llegar a los emprendedores a través de una escuela de repostería online y enseñarles cómo implementar su negocio y mejorar sus campañas en lo que respecta al tema del marketing. Por último, Bruno y Stefany tienen la intención de lanzar una nueva línea de productos, y esperan que cuando la nueva cuarentena termine, más personas vayan a conocer lo que les ofrecen.
Escribe: Valeria Burga