CONOCE A JULIA LESCANO, AUTORA DE «VIDA ESCAPARATE. ¿VIVIR PARA SER VISTO O SER VISTO PARA VIVIR?»

Julia Lescano (La Plata, Buenos Aires) es una arquitecta argentina licenciada en la UNLP, donde ha sido profesora e investigadora en temas referidos a Historia, Arquitectura, Arte y Diseño. En la actualidad, investiga la relación que existe entre los espacios, los usuarios y las nuevas tecnologías. Uno de estos proyectos es el libro «Vida Escaparate. ¿Vivir para ser visto o ser visto para vivir?».

¿Cómo definirías un escaparate en la era digital?

El escaparate digital puede ser definido como el escenario donde cotidianamente recibimos ofertas de productos variados para consumirlos. Millones de personas exponen su vida pública y privada con el objetivo de llamar la atención, seducir e influir en las decisiones de la audiencia que tiene cautiva del otro lado de la pantalla.

¿Cuál es el propósito de «Vida Escaparate. ¿Vivir para ser visto o ser visto para vivir?»

El objetivo del libro es invitar al lector a pensar sobre la distancia que existe entre la vida que quiere y la que está construyendo con sus elecciones cotidianas que, lógicamente, están cada vez más influenciadas por los medios y las pantallas. Por un lado, intenta concientizar sobre un estilo de vida que surgió como diversión, que se ha instalado, puesto de moda y hoy parece estar gobernándonos. Por otro lado, se propone rescatar el poder que habita en cada uno de nosotros de apelar a nuestra inteligencia y lucidez para aprender a entrar y salir de este tipo de espacios sin quedar afectados.

¿Por qué usaste la metáfora del Gran Hermano?

Creo que este fenómeno aplica como antesala del laboratorio humano en el que estamos viviendo. Quedó demostrado que cualquier persona tenía la posibilidad de convertirse en «famoso» de la noche a la mañana en base a exponer, de manera explícita y desmedida, su vida privada.

¿Consideras que las redes sociales influyen en todos los aspectos de la vida?

Efectivamente. Si pasamos gran parte del día frente a una pantalla, nuestra vida virtual ganará territorio por sobre lo real. El problema no es solo lo que hacemos en las redes, sino todo lo que dejamos de hacer por pasar la mayor parte del tiempo sumergidos en ellas. Necesitamos humanizar la tecnología y para eso es preciso que cambiemos nuestra perspectiva. El escaparate debería de ser el medio, pero no el fin.