Lucía y Denise. Dos caras de la misma moneda, dos formas de ver el mundo

La obra escrita y dirigida por el reconocido dramaturgo, director y coreógrafo francés Pascal Rambert, “Hermanas” nos deja sin aliento. De principio a fin asistimos a una lucha verbal sin tregua entre Lucía y Denise, personajes de ficción compuestos con mucho realismo por dos de nuestras más talentosas Lucía Caravedo y Denise Arregui.

Alguno de nosotros podemos ser Lucía o Denise, o ambas. Por lo pronto, yo considero que tengo un poco de las dos. “Hermanas” no es una obra fácil de ver, pero sí que de las hay que ver. Tal vez se pueda pensar que una discusión verbal y mucho más entre hermanos no es tal cual cómo se presenta en la obra, pero esa no fue la intención de Rambert ni las actrices.

Todo está en un grado de intensidad alto para demostrar –más que mostrar- acciones, gestos y muchas palabras, palabras, palabras… Puede ser que algunos no toleren tanto en voz alta, pero bien que vale la pena escuchar bien a cada hermana. Por momentos me gustó Lucía, por otros Denise (las actrices), y este juego / duelo actoral para mí dio en empate (por lo menos en la función que fui).

Hablamos con las actrices en charlas amenas e intensas (como ellas y sus personajes). Quien más que ellas para conocer a estas dos “Hermanas” e incentivarlos a que ustedes también vayan a conocerlas.

Lucía Caravedo    

La actriz y productora que nos acercó a Rambert es la hermana que encuentra en ayudar a los demás la forma de expresar sus sentimientos.

Lucía es una mujer introvertida que se guarda sus sentimientos, no los expresa con facilidad como su hermana menor. Es una chica que desde muy pequeña tuvo muchas exigencias. Tenía unos padres muy exitosos y prestigiosos, y quieras o no eso siempre marca porque se impone la demanda de tener que estar a la altura de ellos.

Estos padres fueron muy exigentes con ambas. Lucía desde adolescente era competidora en natación y llegó a ser parte de la selección nacional de Francia. Todo eso le dio mucha disciplina, estructura y enfoque de vida. Ella tenía una relación muy cercana con el padre lo que siempre provocó los celos de su hermana pequeña. Además, siempre se sentía culpable por su sufrimiento, de que intentará nadar y no pudiese. Ella adora a su hermana a pesar de lo difícil que es su relación con ella.

Como el deporte de élite tiene un ciclo de vida empezó a dedicarse al trabajo social porque tiene mucha sensibilidad social heredada de su madre, escritora documentalista que toca temas como la inmigración y de su padre es arqueólogo. Eso hace que Lucía tenga una convicción y un compromiso social muy fuerte.

Lucía es una mujer fuerte y sensible a la vez, pero que tuvo que construir una gran coraza durante su vida. Primero como deportista de élite que le sirvió para ser fuerte y permanecer al lado de los refugiados con los cuales tiene contacto directo con la realidad.

Es una chica que no explota como su hermana menor, vive implosionando, es decir todo se lo tiene que tragar, debido a que para ayudar a toda esa gente en ese estado (refugiados) no puedes llorar en ese momento, tienes que guardártelo todo. De lo contrario no eres capaz de ayudar.

Es una persona que se dedica mucho a los demás, pero no es una Madre Teresa de Calcuta; de esa forma sublima mucho de lo que le pasa en la vida y su sensibilidad la deja aflorar. Es una chica progresista y activista que defiende los derechos de las mujeres y los homosexuales (ella es bisexual). Está muy conectada con lo que pasa en el mundo y busca hacer algo para mejorarlo.

 “Hermanas” es más que un conflicto entre dos hermanas

Es una gran metáfora. Son dos seres que salen de un mismo cuerpo, unidas por la misma sangre. A ellas las podemos equiparar con cada uno de los peruanos, tan unidos; y tan dispares y tan enfrentados. Cada uno ve el mundo desde sus cristales y no es capaz de querer ver al otro y entenderlo.

Lo que Pascal Rambert propone con sus obras es un combate en el territorio del lenguaje, que es una herramienta que debería ser utilizada para tender puentes, pero hoy por hoy se utiliza de manera combativa para destruir al otro. Yo te destruyo porque mi posición es válida, la tuya no. Vivimos en la era de la deslegitimación.

¿Cómo llegó “Hermanas» a tus manos?

Yo había hecho el texto de Pascal Rambert, “La clausura del amor” en el 2016 dirigido por Darío Facal por el cual gané un premio a mejor actriz. Darío le contó eso a Pascal y él me llamó para felicitarme. Siendo gestora y productora también de varias obras, surgió ahí la idea y el deseo de que alguna vez trabajáramos juntos.

Luego de varios años después apareció este texto y me puse en marcha. Me comuniqué con él, y hablé con la embajada de Francia, que entró al instante al proyecto porque Rambert es un referente del teatro en el mundo y busqué a la gente del ICPNA y también entraron. Todo estaba listo en el 2019, pero se detuvo por la pandemia.

Lucía es un personaje muy político y la obra también…

Esta obra también habla sobre las oleadas migratorias que empiezan a llegar producto de la guerra en Siria y Libia. Estas crisis humanitarias llegan a Europa de manera brutal y empiezan a entrar por Francia, afectando muchísimo a los franceses que se jactaban de ser tan liberales y solidarios, empezando a surgir los movimientos de ultraderecha que están en contra de la inmigración.

Lucía lucha contra eso. Ella tiene una postura muy clara, es una mujer de izquierda. No la comunista, sino la liberal, la progresista, la humana. Por eso esta obra también es interesante porque refleja el compromiso del mundo exterior versus el compromiso del mundo afectivo de Lucía, que es el que mi hermana me reclama con toda legitimidad.

Yo admiro a mi personaje porque no sería capaz de estar en contacto con esa realidad. Yo con lo sensible que soy me muero… es bien fuerte la situación. La complejidad de mi personaje, los matices me han hecho comprenderla, amarla y defenderla con garra.

¿Y si planteamos la obra desde la perspectiva de la realidad peruana de hoy?

Nuestro país se encuentra en estos momentos totalmente dividido. Vivimos en una gran polarización. No importa si eres de derechas o de izquierdas. No nos queremos entender, no nos escuchamos, cada uno solo defiende lo suyo; y por eso algo interesante de lo que también habla esta obra es el versus que se forma entre la hermana que tiene compromiso político con la que ya se volvió un ser completamente apolítico, que ya está harta de todo, que ya es escéptica, que  ya no le importa nada. Todos los que vivimos en un país somos seres políticos y no podemos renunciar a eso

¿Por qué ir a ver “Hermanas”?

Porque el público encontrará ese llamado, ese reclamo de ver lo que pasa afuera. Nos llevará a  pensar en el otro, a aprender a sentir empatía por el otro. A querer escucharlo y hacer algo por él. A seguir el ejemplo de Anabel (la pareja de Lucía en la obra, personaje del que solo se cuenta), hay que implicarse, hacer algo por lo que pasa.

En “Hermanas” surge la necesidad de escucharnos, de utilizar el lenguaje no para combatir, sino para llegar a un consenso. Esto es algo que se haga perdido en todo el mundo, sobre todo en nuestro país. Hay que aprender a ver y entender el punto de vista del otro, que lo que dice es válido porque no existe la verdad absoluta. Cada persona tiene su verdad, su manera de ver el mundo, desde sus cristales y su vivencia. “Hermanas” es un llamado, una interpolación a nuestra sensibilidad y raciocinio.

Denise Arregui

La actriz que siente con el cuerpo la emoción del texto es la hermana que oculta sus carencias con el estudio y el trabajo.

Denise es periodista con una formación académica muy extensa. Estudió varias carreras, desde humanidades y ciencias políticas hasta temas sociales. Es una chica que empezó con un trabajo periodístico con mucha relevancia en conflictos sociales y que luego con el transcurso del tiempo se fue acercando a temas más banales -por diversas circunstancias-. En la obra la conocemos cubriendo esas cosas ligeras que justamente son las cosas que su hermana le critica y minimiza.

Denise y Lucía son diferentes entre sí, pero muy parecidas al mismo tiempo, probablemente por algo heredado de la madre y el padre. Sobre todo de ella, una escritora muy reconocida de la élite intelectual francesa. Estas dos mujeres han crecido en un ambiente de alta presión y exigencia. Sus personajes (en la obra) repiten muchas veces que su madre las educó por el amor a la lengua y el lenguaje, lo cual está muy bien; pero siento que ellas han tenido una presión mayor a lo habitual.

Tanto el padre como la madre desearon que ambas fuesen grandes estudiantes y es ahí donde se genera un interesante conflicto. Denise fue la que se sintió disminuida por carencias amorosas, pero gracias a que se formó en prestigiosas universidades se sintió mejor; mientras que su hermana era una deportista de élite. Esa fue su forma de sentirse superior después que toda su vida se había sentido aplastada porque Lucía era la campeona en deportes de alto nivel.

Cada una tiene su forma de hacer sentir mal a la otra y de sentirse segura también, y eso tiene que ver en buena medida con cuanto han influenciado los padres. Ellos no supieron darles la seguridad de hacer que cada una sea lo que le dé la gana, para que no tengan que competir entre ellas.

Más allá de un conflicto entre hermanas, la obra se puede leer desde un punto de vista más global, como dos posturas de ver la vida y la humanidad.

Absolutamente. Esa polaridad y dificultad de entender al otro porque no piensa como uno mismo –y es lo que pasa en muchas áreas hoy en día y desde siempre-, es lo que genera muchos conflictos desde lo colectivo y lo individual. Sabemos que es difícil llegar a acuerdos, mirar al otro y saber que tiene otra estructura mental, otra educación, otra manera de mirar la vida, otra ética y moral nos conflictúa.

Somos demasiadas personas en el mundo y pretender que todos tengamos la misma línea de pensamiento es imposible. Esta obra tiene mucho que ver con eso y está muy presente entre ellas, y es lo que conforma la brillantez del texto. Es una confrontación entre dos personas que han tenido una base en común, como es la familia; que al mismo tiempo ha hecho que se separen.

Esa polaridad, la separación de pensamiento también se puede ver en lo visual en el uso de las sillas, de los diferentes colores de las mismas. Todas funcionan como barreras entre los dos.

A mi modo de ver eso es una propuesta maravillosa de Pascal Rambert. Esa composición es parte de su obra. Esas polaridades se reflejan con las líneas diagonales y las distancias que se forman con las sillas. Hay muy pocos momentos en la obra que se ve a las hermanas cerca una de la otra, y cuando lo hacen es solamente un segundo, es como si no soportaran estar juntas. No son capaces de sentir su energía, no quieren hacerlo. Es como los polos que se repelen. Por muchas razones admiro a Rambert, entre ellas la composición visual y escénica de esta obra porque integra todo lo que mencionamos.

Fue un proceso de formación distinto para ambos personajes. A ti y a Lucía les dio COVID en un momento de los ensayos. Además convivieron juntas algunas semanas para conocerse más y crear esa complicidad que debe existir entre hermanas.

Fuimos afortunadas porque fue un texto que llegó a nuestras manos hace un buen tiempo, pero cuando llegó la pandemia lo pusimos en pausa. Fue en febrero de este año que empezamos a juntarnos Lucía y yo con mucha tranquilidad dos veces a la semana, luego lo incrementamos a tres veces por semana.

Lo tomamos con calma, y fue una delicia para mi porque es la manera que yo creo que los proyectos de teatro deberían suceder. No el de sentir esa enorme presión del apuro para leer, interpretar y ensayar, todo en dos meses para estrenar tu obra. Con “Hermanas” tuvimos la suerte de tener tiempo.

Por eso hubo muchas capas en nuestro proceso de formación. Lucía y yo hemos conversado largas horas acerca de este texto, hemos inventado mundos para estas hermanas que nos han servido o no y que hemos venido cambiado y con las cuales las hemos identificado; y hasta hoy seguimos identificando cosas de ellas en cada función. Lo que pasa con las buenas obras como esta es que sigues descubriendo detalles mientras sigues haciendo la temporada.

Pasamos mucho tiempo juntas porque creo que el vínculo entre hermanas es único, que tiene que ver con el conocerte desde siempre, el vivir en familia y conocer todas las formas de ser, las cosas que amas y odias de alguien tan cercano. Porque es una cosa de piel, una cosa muy física.

¿Cómo fue trabajar con Pascal Rambert y sus textos con monólogos larguísimos?

Un placer. Si hubo algo que él nos pidió desde el día en que empezó a trabajar con nosotros es que no quería ver a dos actrices interpretando muy bien su texto. No quería eso, para él era mucho más importante ver a dos hermanas en el escenario enfrentándose con todo el dolor y todo el amor que tienen.

La dramaturgia de Pascal es como un vómito de palabras con mucha violencia verbal. Lo que a mí me ha funcionado en esta obra de una forma muy interesante, es sentirla muy física, es decir sentir el impacto de las palabras en mi cuerpo. Comencé a repetir, repetir, repetir… de esa forma verborreica que él tiene al escribir y empecé a sentir el impacto sonoro de las palabras en mi cabeza como resonares, en mi pecho, en toda mi musculatura.

Fue muy interesante, sentí que debía estar un poco más en forma. Hice mucho ejercicio para recuperar el equilibrio que había perdido durante la pandemia ya que sentía que este cuerpo tenía que sostener las páginas y páginas de palabras. Y luego, cuando ya mi cuerpo asimiló eso, empecé a darme cuenta cuánto me afectaba. Empezó con el cuerpo y de ahí pasó a aflorar lo emocional.

Lenguaje y cuerpo forman la historia de estas dos hermanas

Sí, estos dos elementos tienen que ver con la historia de estas dos hermanas. Con el amor de una madre que las educó con un respeto por la lengua porque una persona tiene que tener en este mundo una postura con un discurso del lenguaje y para eso hay que leer, informarse y darle el peso adecuado a las palabras, a su importancia. No usarlas mal como estamos acostumbrados porque una sola palabra puede hacer más daño que un golpe.

Últimas funciones para no perderse

El Instituto Cultural Peruano Norteamericano acierta presentando su primera producción teatral en coproducción con Laberinto XXI, productora independiente de Lucía Caravedo quien de la mano de Denise Arregui y Pascal Rambert conforman un gran equipo, cuyo producto final da brillo a la cartelera teatral limeña que todo este 2022 está luchando por salir de la no tan buena situación que nos dejó la pandemia.

Ya en su última semana, va hasta el próximo domingo 21 de agosto en el Auditorio ICPNA Miraflores (avenida Angamos Oeste 120), viernes y sábados a las 8 de la noche y el domingo a las 7pm; no puedes dejar pasar “Hermana”.

Por Omar Amorós @carlomar