El autor chileno, Cristóbal González, conversó con Cocktail sobre su libro Latinoamérica es grande, obra en la que ensayó un breve compendio sobre las giras de Los Prisioneros por Hispanoamérica.
Equipado con un Walkman ochentero, y unos diez años de vida, el chileno Cristóbal González recorría su barrio escuchando a Los Prisioneros. La banda llegó a Venezuela cinco años después, tocaron en un festival monumental en el que los vio por primera vez. Tiempo antes había dejado Chile, en la plena dictadura de Pinochet. Cristóbal tuvo la certeza (lo supe casi instantáneamente cuando me lo dijo) de que el boom de rock latino fue un a pesar. No me resultó difícil entender la razón. Para la dictadura, resultaba inconcebible que su regencia sea reprobada públicamente, y Los Prisioneros eran diestros reprobando. Pero conseguían enunciar su crítica en un acto más sutil que un panfleto político: haciendo música.
—Nosotros estábamos en una especie de burbuja, medio aislados—me dijo Cristóbal. No sabíamos muchas de las cosas que pasaban afuera. Los Prisioneros fueron una banda compleja para la dictadura, por su contenido. Por lo mismo, en determinado momento, cuando empezaron a crecer en popularidad, y se empezaron a convertir en el icono contracultural y político que fueron, los censuraron. Dejaron de sonar en radio. No los invitaron al Festival de Viña del Mar. En Chile, se supo poco de sus salidas al exterior y del impacto que tuvieron fuera.
Por eso lo supe. Que para él, Los Prisioneros, fueron un a pesar. Pues la banda resistía, a pesar de la dictadura. Sería tal vez esa la razón que lo empujó a escribir Latinoamérica es grande, una obra que repasó la historia de Los Prisioneros en sus distintas giras alrededor de Hispanoamérica. La censura de Pinochet había dificultado que se conociera el despliegue musical que lograron fuera de Chile. Esta sería la empresa del libro, narrar con testimonios los conciertos más emblemáticos de la banda.
—Hay muchas historias en cada localidad, cada pueblo donde pasaron cosas— me aseguró. Detalles que, a lo mejor, no llegué a capturar en mi libro. Incluso, por ejemplo, tengo la sensación de que la relación de ellos con el Perú podría dar para un libro más por ese vínculo tan fuerte que construyeron con el público.
—Jorge siempre ha tenido una relación un poco tirante con los medios de Chile. A momentos, los medios también lo hostigaron en determinados periodos de su vida—me aseguró. En cambio, en Perú, el tratamiento tanto del público como el de los medios, exceptuando a algunos casos, es más respetuoso. Eso siempre ha ocasionado que el propio González se sienta muy tranquilo cuando va al Perú.
A pesar de los choques que sufrieron Los Prisioneros con Bayly y Valcárcel, Cristóbal está convencido de que las razones para que Jorge actúe evasivamente con la prensa tienen raíz en el infarto cerebral que sufrió en el 2015. Era evidente que el vocalista de Los Prisioneros no lo había pasado bien, y que prefería sumirse en una especie de ostracismo que aún lo persigue. Debe ser que prefiere la tranquilidad de su casa, y que es mejor para él escribir antes que hablar. Después de todo, la prensa ya le había arrancado demasiadas palabras de la boca.
Latinoamérica es grande tiene la ambición de rellenar esa concavidad histórica, formada, tal vez, por el descuido de la prensa y la presión de la censura. Cristóbal González reunió, en unas ciento cincuenta páginas, los encuentros de la banda con esta región del mundo. Los Prisioneros, un cortejo rebelde, aunque empapado de industria y acaudalados contratos, recorrió los callejones y vericuetos de esta América, aun cantándole en lugar de llorar, pero siempre en la forma de un lamento virtuoso.
La conversación había terminado. En sus últimas palabras a penas escuché el rumor de lo que Los Prisioneros habían dicho con su música durante años. Lo supe. El ídolo distribuye su naturaleza sobre sus seguidores y los convierte en su propia voz.
—Mañana, otro día, que todo sea mejor para nuestro continente.
No dijo más.
Escribe: Gonzalo Díaz
LATINOAMÉRICA ES GRANDE. LA RUTA INTERNACIONAL DE LOS PRISIONEROS – Cristóbal González Lorca | SANTIAGO-ANDER EDITORIAL -
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