Hay quienes aseguran verlo todavía pasearse por los ondulantes pabellones de la Universidad de Lima. Lo cierto es que Rafael Aita o como sus amigos lo suelen llamar: “Obi – Wan”, en honor al icónico personaje de la saga de Star Wars, ha dejado de ser hace un buen tiempo el magro profesor que se dedica exclusivamente a dictar clases de ingeniería. Sus lentes, que le dan un leve rasgo intelectual, son el claro reflejo de una vista desgastada por la vida de asidua lectura. A sus cortos 35 años, ha leído alrededor de 38 libros de Historia, entre otras índoles. En medio de sus autores favoritos destaca a grandes historiadores como: María Rostworowski, Waldemar Espinoza, José Antonio del Busto, Jorge Basadre, entre otros. La vida del todavía joven Rafael ha sido digna de admiración para diversas personas que no dudan en reconocerlo por las calles y estrechar una mano ante la inminente presencia de un hombre que ha alcanzado a ser un referente y fiel difusor de la cultura peruana. Su desarrollo intelectual y el periodo de formación que ha tenido y continúa forjando, le ha permitido colocar sus enseñanzas en más de un aula. Se considera un fervoroso creyente en Dios, motivo por el cual, a través de sus conocimientos en Historia defiende a capa y espada el honor de su creador en las charlas que imparte en su comunidad “Apocalipsis”. Su parroquia, San Francisco de Borja, es su lugar de paz y tranquilidad donde suele estar al finalizar sus largas jornadas. Entre los feligreses hay quienes lo admiran por su sabiduría, y hay quienes buscan colarse a una de sus charlas para aprender teología, doctrina eclesiástica, entre otros de sus grandes temas.

Sebastián Mercado, con quien guarda una estrecha relación de amistad, recuerda con añoranza aquel cumpleaños en el que Rafael los invitó a él y a otros de sus amigos a un recorrido por el Centro de Lima. Aún cuando todavía no nacía la idea de Capitán Perú, siempre estuvo en él, ese espíritu por enseñar, incluso en el día más importante del año para él. Claudia González, otra de sus amigas, recuerda que un día saliendo de misa, Rafael se sentó a hablar con ella y le empezó a contar historias de las catacumbas y un grupo de niños se le acercaron viéndolo con cierta admiración, guiados por un interés propio del descubrimiento y el asombro. Su empatía con los más pequeños ha llegado a convertirse en una característica ineludible en el personaje. Su 1.83 metros de estatura no ha sido un problema mayor para acercarse a los más pequeños y contarle sus grandes historias con palabras sencillas y amigables.

Pero…, ¿quién es exactamente Capitán Perú?, ¿quién es el hombre que se oculta detrás del traje y del intelecto que ha permitido a cientos de peruanos, a través de las redes sociales, conocer un poco más acerca de nuestra historia? Rafael, bebe un buen sorbo de agua y sus ojos parecen retroceder en el tiempo para acordarse de ese chiquillo de canillas delgadas con grandes aspiraciones que, a su temprana edad, ya había estudiado una maestría en Holanda, había formado parte del equipo que elaboró el sílabo para crear la carrera de Ingeniería Empresarial en la Universidad Del Pacífico (UP), y había tenido cierto reconocimiento internacional por sus conferencias, artículos e investigaciones. Mientras sus inquietas manos juegan con la servilleta, una sonrisa contagiosa se le escapa y comenta entre dientes que como docente no le ha gustado nunca quedarse enseñando un solo curso, sino que suele mudarse de curso cada cierto intervalo de tiempo. Su espíritu intelectual le permite continuar ahondando en diversos campos de investigación. Actualmente, está cursando un doctorado en Esan. Asimismo, ha llevado cursos de epistemología de la ciencia, teología, filosofía, entre otras materias que han forjado en él una vida de constante aprendizaje.

¿Cómo nace en Rafael la idea de ser Capitán Perú? Cuando era todavía un adolescente, viaja a Machu Picchu y se encuentra con una realidad distinta a la que sus profesores de colegio le habían enseñado. Machu Picchu era un lugar que escondía una filosofía distinta, que lo impactó de tal forma que lo primero que hizo al regresar a la plaza mayor de Cusco fue buscar todos los libros que pudo sobre los incas. Sus ojos se agrandan, y cuenta fervorosamente que uno de los libros que más le llamó la atención, en primera instancia, fue “cuando las piedras hablan” de Machicado Figueroa. En los diversos libros que escudriñó encontró numerosas historias que no le habían contado en el colegio, además, de innumerables errores que se han propagado de boca en boca y que gran parte de peruanos cree a ciegas hasta el día de hoy.

Su gran amigo, Carlos Delfín Altamirano, siempre ha creído que Rafael, ha sido un niño más. Su afición empedernida por los superhéroes lo ha llevado a convertirse en, como dirían sus amigos: “un niño grande”. Rafael, en los eventos de superhéroes a los que suele asistir, había descubierto una vasta cantidad de superhéroes interesantes, pero se dio cuenta que no existía un superhéroe peruano, que encarne una figura representativa y que, además, pueda conectar con los niños, contribuir con su aprendizaje. Hallaba todo tipo de trajes y de fanáticos que encontraban en los superhéroes, figuras significativas. Sin embargo, quedó la pregunta rondando en su mente sobre el porqué no existía un superhéroe que nos representara como país.

A pesar de ello, el camino para llegar a ser Capitán Perú no fue nada sencillo. Como inicialmente asistía a eventos de superhéroes, guiado por su gran afición, conocía a personas que diseñaban trajes. De esta forma, le mostró el diseño que tenía pensado a un confeccionista de trajes, dotándolo de una particularidad con los colores patrios. Es así como diseña su primera piel, con la que se pasea por los distintos monumentos históricos, lugares arqueológicos y, a través de las redes sociales, cuelga una foto con su traje característico en el lugar y narra la historia que está detrás de los más emblemáticos monumentos de nuestro país.

Lamentablemente no todo es color de rosas. Las críticas le llovieron como duros golpes que un superhéroe debía de soportar y de esquivar con su escudo patrio. Una de las críticas que, a este personaje, sarcásticamente, le llamó más la atención no fue precisamente por temas de índole histórico, sino por su color de piel. Al inicio lo tildaron de “Capitán La Molina”, “Capitán Chacarilla”, hasta incluso, hubo quienes lo atacaron diciéndole que debería de ser más autóctono, que no nos representaba como peruanos. Sin embargo, todos estos comentarios no fueron más que pequeñas batallas que debía de enfrentar con inteligencia. Con su particular sentido del humor, Rafael relata un momento que lo llevó, irónicamente, a ganarse el respeto de los peruanos. En un reportaje que estaban realizando sobre Capitán Perú por fiestas patrias, un sujeto se le acerca y le incrimina diciendo: “Tú eres Capitán América, ¿o quién eres? A lo que responde: No, soy Capitán Perú. El sujeto arremete: ¿y Capitán Perú no debería de ser una persona con rasgos autóctonos que refleje nuestra realidad andina?, a lo que Capitán Perú, responde: Según tú, entonces, no deberíamos tener un héroe del Ejercito nacional. Porque el máximo héroe del Ejercito nacional es Francisco Bolognesi, que era hijo de italianos y caucásico, pero aún así dio su vida por el Perú y amó al Perú igual que cualquier otro. El sujeto lo miró con cierto asombro por la respuesta y no le quedó de otra que alegar: “que buena respuesta”. Parece haber burlado bien el comentario despotricado del transeúnte. No obstante, no sería la única crítica que recibiría. Han existido constantes comentarios de personas que han embestido contra su análisis histórico en las redes sociales, pero ha reflejado su sensatez para responder cada comentario con fuentes históricas y un profundo análisis. La lucha que combate es mayor que la de otros superhéroes. Algunos rescatan a personas con sus telarañas, otros viajan en autos fastuosos con capas oscuramente diseñadas, otros se transforman en seres verdosos con una fortaleza imponente. Pero, Capitán Perú, lucha contra algo más difícil: la ignorancia.

Día a día son cada vez más los cibernautas que se adentran a su página para leer nuevas historias. Se podría decir que Capitán Perú ha sembrado en los jóvenes una semilla que parecía extinta en una sociedad donde prima la riqueza en los bolsillos y palidece la figura de una riqueza cultural como un síntoma intelectual que alcanza el hombre. Rafael, tiene obligaciones que a veces lo alejan de sus responsabilidades como superhéroe. Hay días donde se permite ciertas libertades y se pasa todo el día leyendo. Sin embargo, hay días difíciles en los que, por cuestiones laborales, se reduce a leer una hora diaria. Sus alumnos lo reconocen y lo felicitan por el gran trabajo que está haciendo, y hay otros alumnos quienes intentan darle debate sobre la existencia de un Dios, tema que ha interesado en demasía a este personaje entrañable. Lo cierto es que, este hombre delgado, ha llegado a convertirse en un personaje especial para nuestro país. Lleva la cultura a todos los rincones y sin ninguna restricción de acceso. Capitán Perú, simboliza al difusor que un país rico merece tener. Debemos valorar nuestra riqueza milenaria para no ser olvidados o juzgados como el caso del originario italiano, nacionalizado peruano Antonio Raimondi, quien escribió duramente una realidad que nos pesaría durante años solemnes en el alma: “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”

En los hospitales hay niños que se emocionan al verlo, su traje llama la atención y sus movimientos intempestivos provocan enormes risotadas en los más nobles rostros. Hay niños que todavía se asombran al verlo de lejos pasearse por las calles de Lima con su impetuoso traje con el que encarna a este ser que imparte la cultura y ha despertado en una sociedad duramente golpeada por los índices de educación, cierto interés que ha conllevado a un nivel de humanismo para alcanzar, como diría el filósofo de la ilustración, Immanuel Kant: “la mayoría de edad”.

DIEGO ALONSO SAMALVIDES HEYSEN

Diego Alonso Samalvides Heysen (Lima, 01 de marzo del 2000). Periodista en formación. Autor del libro “Cuerpo de amor” bajo el sello de la editorial Summa (2020). Sus poemas han sido publicados en revistas literarias nacionales e internacionales. Obtuvo el 4to lugar en el 5to Concurso de Poesía Nacional Antenor Samaniego (2019). Ha sido considerado en la antología de poesía nacional “Yo construyo mi país con palabras” en honor al poeta Washington Delgado, editado por el Instituto Cultural Iberoamericano (España).