En un contexto gastronómico donde el pollo a la brasa significa el plato preferido de los peruanos, resulta complicado encontrar novedades gustativas prominentes dentro de la gama de pollerías. No obstante, existen algunas excepciones capaces de enaltecer un plato tan popular y devolverle esa originalidad que muchos nostálgicos añoran.

Brayan y José Luis, reconocidos sommeliers peruanos, han encontrado en la crisis sanitaria una oportunidad para dar un salto prometedor en cuanto a sus proyectos gastronómicos. En ese sentido, junto al aporte logístico de su hermano Israel Rubio, decidieron aplicar aquella rigurosidad del sofisticado mundo del vino a una pollería -cuyo enfoque está en las entregas a domicilio- de primera calidad.

Sin duda alguna, trasladar la exquisitez característica de dicho rubro influye significativamente en la calidad del emprendimiento y de sus altos estándares de exigencia. Por esa razón, el producto que ofrecen posee una meticulosa elección de ingredientes, insumos y medidas que actúan como eje principal, consolidando así, la funcionalidad de Corchos y Brasas.

Su propuesta es tan prometedora como elocuente. Empaques ecológicos, remarcando la enemistad con el plástico y el apego a la preservación del medioambiente; un área de cocina superlativa, reivindicando la higiene como factor fundamental; y la utilización de bicicletas, fortaleciendo su compromiso sobre la huella de carbono que genera el uso de motorizados.

Todo ello describe de forma precisa la identidad de Corchos y Brasas, una pollería que apuesta por la excelencia y que antepone al consumidor, antes que nada. “Siempre optamos por tener algo propio, algo que nos guste e identifique. Encontramos una oportunidad en este contexto”, expresa Brayan, dueño del proyecto y quien también se desempeña como sommelier en Mayta.

Utilizan papa nativa (huayro) con cáscara, otorgándole al plato una dosis de particularidad importante. El proceso involucra una triple fritura para que el resultado sea tan apetecible como crocante. Prosiguiendo en esa línea, emplean tres tipos de aceite: vegetal, de oliva y alta fritura. También, presentan una ensalada novedosa de lechuga americana, kiuri, rabanito bebé, tomate cherry y un aliño clásico que añade un sabor irresistible para quien lo deguste.

Por otro lado, Corchos y Brasas ha desarrollado su propia crema de ají y rocoto, salsas elementales si de pollo a la brasa se habla. En cuanto al protagonista, es preciso resaltar que el pollo es marinado por 24 horas y remontado cada 12, agregando también la clásica pimienta y el ya conocido comino. De esta forma, el resultado presenta un pollo donde las piernas y el pecho cautivan por su jugosidad.  

Una cocción homogénea, capaz de tostar la piel sin que llegue totalmente al centro es una de las claves para que el producto hable por sí solo. En cuanto a sus proyecciones a mediano plazo, aseguran continuar expandiendo sus servicios. “Pretendemos acercar la chacra a la mesa. Es algo que nos hemos propuesto”, señala José Luis, destacado sommelier de La Gloria.

De igual manera, no descartan habilitar el local para el consumo en mesa, por el contrario, afirman encontrarse en una etapa de evaluación que viene siendo extraordinaria en todo el sentido de la palabra. “De momento no buscamos cantidad sino calidad. Queremos que los clientes confíen en nuestros productos y sepan que nuestro compromiso con ellos es lo más significativo que tenemos”, añade Brayan.

Corchos y Brasas configura una propuesta más que tentadora para los amantes del pollo a la brasa. Se trata de un proyecto sumamente novedoso cuya responsabilidad con el medioambiente y compromiso con los clientes se encuentra en el podio más alto. Además, resulta interesante y provechoso experimentar aquella noción sobre el mundo del vino que sus miembros, Brayan, Israel y José Luis, ahora aplican al universo del pollo a la brasa. ¡Y qué delicia ello significa!

Escribe: Renatto Luyo