Japón, Argentina, Bolivia y Dubái se rindieron ante la sazón de Alonso Arakaki, uno de los más grandes exponentes de la cocina nikkei en Perú y que hoy conquista paladares nacionales con Genki, un templo gastronómico levantado en agradecimiento a su padre.

Todos tenemos una motivación en la vida, algo que nos impulsa a seguir adelante, cumplir nuestras metas y decirles a los demás que «sí se puede». Esto lo sabe muy bien Alonso Arakaki uno de los exponentes más solicitados de comida nikkei en el medio local. En plena pandemia, se aventuró a abrir un nuevo restaurante para mostrar su arte, sobre todo darle las gracias a Luis, su padre.

«Mi papá es mi ángel, siempre está conmigo cuidándome y llevándome por el camino correcto. Todo esto es gracias a él», relata mientras muestra las instalaciones de Genki, el nuevo templo nikkei.

Ese ángel lo dejó cuando tenía 18 años a causa del cáncer y le prometió ser uno de los mejores cocineros. Arakaki viene cumpliendo todos sus sueños en honor a don Luis, también ídolo y el que lleva tatuado en el brazo izquierdo.

Y si pensamos que la tuvo fácil, nos equivocamos. Pasó por varias experiencias hasta llegar donde está, incluso emigró hacia la otra parte del mundo para construir un futuro. «Terminando la carrera de gastronomía viajé a Japón para ver qué hacer con mi vida. Trabajé en una fábrica y haciendo cosas ajenas a la cocina. No me quejo, me sirvió bastante», asevera.

Tras varios meses, dejó el país del ‘Sol naciente’ y regresó a Lima. Fue docente gastronómico, alistó su siguiente viaje a Argentina, y en tierras gauchas tuvo su primer contacto con la cocina de vanguardia, algo que le dio noción para ir armando su propuesta. Su nombre empezó a sonar hasta en Dubái, lejano paraje donde lo llamaron para que sea el encargado de Geisha House, un restaurante nikkei.

«Fueron seis meses los que pasé allá armando la carta. Los ingredientes marinos y peruanos eran la base. Regresé a Lima porque el restaurante no llegó a abrir sus puertas mientras estuve con ellos, pero fue una gran experiencia», recuerda tras beber un sorbo de agua.

En uno de los restaurantes nikkei más exclusivos de Santa Cruz, Bolivia, se le solicitó cambiar su propuesta. Decidió suplantar el pescado de mar por especies altiplánicas de ríos y lagos. Una osadía que le valió muy buenos reconocimientos.

En 2018, inauguró Warike Nikkei, un espacio donde se le rendía culto a esta combinación de insumos japoneses y peruanos. Sin querer, este pequeño establecimiento de Breña se convirtió en un éxito donde los comensales hacían colas para ingresar. Nunca se lo imaginó, así como tampoco la llegada de una invitada muy especial: la COVID-19. «Cuarentena: la palabra que nos llevó a cerrar el local y, a la vez, crear otras cosas para seguir aprendiendo», recuerda con una temerosa sonrisa.

Alonso Arakaki en Genki

Fue en ese momento cuando muchos restaurantes colgaron las ollas, pero Alonso Arakaki decidió apostar por algo nuevo, algo que lo apasiona. Así dio vida a Genki (feliz en japonés), un acogedor restaurante miraflorino que engríe a sus invitados con exquisitas preparaciones nikkei y donde el ají amarillo siempre está presente.

«Este es mi nuevo logro, un restaurante donde todos se sienten en familia y disfrutan platos criollos con un toque japonés. El proyecto me encanta, le doy mi 100 %», dice orgulloso este joven de 34 años que siempre estará agradecido a su padre por encaminarlo por el sendero correcto y que hoy lo llevó hasta la primera cuadra de la calle Arica donde, orgulloso, construyó este espacio en el cual la cocina nikkei se lleva de maravillas con la peruana.

Escribe: Kenyi Koba // Fotos: Joaquín Cruzado