Hugo Alconada es un periodista y escritor argentino. Actual Prosecretario de Redacción del diario La Nación, columnista del New York Times y Maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Además, ha formado parte de la investigación Panamá Papers y Paradise Papers, que mereció el premio Pulitzer del año 2017.

Hincha de Estudiantes de la Plata, corredor aficionado y escritor irrenunciable. Su trayectoria le ha permitido alcanzar los premios de periodismo más importantes a nivel mundial. A sus 46 años, sus investigaciones han llevado a la cárcel a algunas de las personas más poderosas de Argentina, ha provocado el juicio oral por presunto desvío de fondos del Estado que pesa sobre la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y ha sido objeto de espionaje por parte del servicio de inteligencia durante el gobierno de Mauricio Macri, debido a su labor en el caso “Lava Jato”. Además, sufrió un intento de secuestro, múltiples amenazas de muerte y tanto gobiernos de su país como empresarios han pedido su cabeza. Su vida transita como una película de James Bond. Entre cafés clandestinos, casas ajenas y una grabadora en mano, pasea como un incógnito mientras la ciudad descansa.

Desde su casa en Buenos Aires me abre la puerta para conocer al hombre detrás del papel de Sherlock Holmes. No sé si pueda decirme una palabra sin calcularla o creer que soy un infiltrado, pero decide recibirme con gentileza. Fuera del periodismo goza de compartir en familia y rezar a Dios. “Soy un hombre de fe”, dice mientras saca una cadena de su bolsillo. Lo acompaña la cruz de su bautismo, el escapulario de su abuelo paterno y su medalla de Tomás Moro, el santo patrono que se autoimpuso.

La mayoría conoce su trayectoria, pero pocos saben que su vocación se inició en medio de una situación trágica. A los nueve años, la madre de su amigo del colegio fue asesinada. Consternado, empezó a leer el periódico para enterarse de las novedades sobre la identidad del asesino, que a la fecha continúa impune. Desde aquella ocasión, sintió curiosidad por el periodismo y su padre tuvo paciencia de sus inquietudes. “Un día me dio los 18 tomos de la enciclopedia británica y me pidió que escribiera un ensayo sobre las religiones para debatirlo”, rememora. Lo persuadía a leer las mismas noticias en diarios de izquierda y derecha para evaluar los ángulos. 

Su casa, un nido de cuatro mil libros, se convirtió en el lugar ideal para su formación intelectual. A los diecisiete años, mientras sus amigos jugaban al fútbol, él asistía a conferencias públicas de periodistas. En vez de pedirles una fotografía, los interrogaba: “¿Qué debo estudiar para ser como ustedes?”. Le aconsejaron que siguiera una carrera afín y luego realizará una maestría en periodismo. Estudió derecho, lo que le ha dado conocimientos que aplica en su quehacer informativo.

No ha sido sencillo ejercer como periodista de investigación contra el poder, pues corre sangre y dinero de por medio. El día que evaluó casarse no fue en una cena romántica con rosas y serenata. “Hablamos que por mi trabajo podríamos terminar en el exilio. Mi mujer aceptó y ha soportado mucho al igual que mis hijos, quienes han vivido situaciones complejas”. En un desayuno, su hijo de diez años le dijo: “Papá, ¿a vos te van a matar?” En la escuela comentaban que a su padre lo querían asesinar. Tuvo que explicarle asuntos que un niño de esa edad no debería conocer.

El periodismo también lo ha apartado del mundo social. Se mantiene en una suerte de frasco: “Tomó como premisa que quien me acerca información es porque quiere complicar a alguien o beneficiarse.” No conoce a nadie que le haya dicho: “te quiero contar algo que me puede perjudicar”. Toma con pinzas a los sujetos que rápidamente pretenden una amistad. “Hay que abstraerse no de la información, sino de lo que rodea a la información. Tanto los elogios como las críticas son parte del sonido ambiente, pero hay que tratar de que no nos afecte”, enfatiza. La realidad en América Latina es que no todos los periodistas pueden tener el privilegio de sumergirse por meses o años a una sola investigación. Sobre su método, realiza entrevistas e investigaciones en simultáneo. Ello le permite ofrecer contenido semanal a sus editores sobre un tema que trabaja. Aunque hay un obstáculo en el oficio: cuando las investigaciones van contra los intereses del medio. Lo maneja con paciencia y astucia. Si no le aprueban una publicación, la ejecuta desde su blog. Alconada ha hecho de la investigación un arma letal en el mundo de los que ostentan el poder.

Escribe: Diego Samalvides Heysen