Si nos centramos únicamente en el Producto Interior Bruto de ambas potencias, solo 7 millones de dólares separan China de Estados Unidos. En 1978 China dejó atrás la economía planificada para subirse al tren del capitalismo. Desde entonces, el gigante asiático se ha ido haciendo cada vez más grande hasta el punto de cuestionar en un horizonte no muy lejano la economía de EEUU. Pero ¿Cuál de las dos es más fuerte? Analizamos sus datos. La suma de todos los agregadores económicos que componen el PIB de cada país dan una ligera ventaja a los EUA. Según los datos estimados del Fondo Monetario Internacional, el PIB de EE.UU es de 17.968,20 mientras que China registra11.384,76. El mismo organismo previene para el próximo año la misma clasificación según este indicador: 18.697,92 millones para Estados Unidos y 12.253,98 para el gigante asiático.

No obstante, ya hay valores que suponen un cambio en el pódium de potencias mundiales. Si ordenamos los países del PIB a partir de sus valores en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) es China quien está a la cabeza del ranking, seguida de Estados Unidos. Esta bicefalia continúa con los indicadores comerciales. El gran volumen de negocio de ambos sitúa a China nuevamente por delante de Estados Unidos. Según datos de la Organización Mundial de Comercio el país del sol naciente registraba un valor total de  transacciones 3,87 billones de US$, según datos de 2012. Elmo año, fue el máximo receptor de la inversión extranjera directa (IED) al atraer más de US$ 253 mil millones.

No extraña que ahora Estados Unidos quiera remontar en este campo. El TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico) establece un nuevo marco de libre comercio entre 12de países de la región, liderados por Estados Unidos y Japón:  Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Este acuerdo tiene una lectura en clave geopolítica ya que China queda fuera de este acuerdo donde figuran países de su área de influencia. Este motor se  sustenta en pilares económicos distintos. Se estima que el 55’3% de la economía estadounidense parte del sector privado y el resto del público ( 24,1% organismo federal y 20’6% gobiernos estatales y locales).

Por su parte, los sectores potentes de China son el manufacturero y el agrícola. Este último supone alrededor del 10% de la producción del PIB y emplea al 35% de su población activa. Más allá de esta serie de indicadores, existen otros que realizan un diagnóstico de la situación económica del país. El coeficiente GINI, que compara los países por su igualdad en su capacidad de ingresos. Según el coeficiente GINI, que muestra la imagen de cómo está distribuida la riqueza en una sociedad, ambos países no salen muy bien parados: Estados Unidos ocupan la posición 123º mientras que China se encuentra unos puestos abajo en la 156º.

Mucho más distanciados están ambos países en otros ránkings. Según el Índice de Libertad Económica, que realiza TheWallStreetJournal junto con la fundación Heritage, EEUU ocupa el doceavo puesto de la clasificación. China, por su parte, no aparece hasta llegar al puesto 139. Estos agregadores de índole muestran, en definitiva, la diferencia de años que llevan bajo la organización capitalista de su economía. En esta línea, el ránking Global 500, que analiza las empresas más ‘competitivas’ del mercado, siempre ha estado liderado por empresas americanas, pero ahora empiezan a ‘colarse’ competidores chinos en este listado.  También en el Índice de Competitividad Global, que desarrolla y publica el Foro Económico Mundial, donde Estados Unidos ocupa la 5º posición pero China (29º)  ya ha logrado incorporarse entre los 30 primeros países.

No hay duda de que el gran gigante ha despertado, pero con él también lo han hecho una serie de dudas que cuestionan su continuidad en el futuro como potencia económica. Gran parte del avance de China es gracias al bajo coste de su mano de obra. Los últimos datos apuntan a que este fenómeno empieza a agotarse por lo que el crecimiento meteórico empezará a ralentizarse. Algunos expertos apuntan a que China ha alcanzado su  punto de inflexión de Lewis. La devaluación de la moneda oficial China, el ‘yuan’, puede comportar algunos problemas en el futuro. Su intención de favorecer las exportaciones frente al resto de países pero al mismo tiempo aviva el miedo a una posible guerra de divisas que desestabilizaría la economía global al mismo tiempo que provoca una caída en las acciones y las materias primas En suma, unos problemas que pueden terminar de estallar si tenemos en cuenta la bomba demográfica que vive el país, marcada por los rápidos cambios que está viviendo tras su éxodo rural y su revolución industrial.