Tommy Párraga nunca se ha dedicado a otra cosa que no sea la actuación. Pronto grabará una película de la cual no puede dar detalles, por lo que nos dedicaremos a contarles sobre su trayectoria en el mundo artístico.

La aventura comenzó cuando, a los trece años, su vecina le propuso algo que le cambiaría la vida. Algo tan simple como ir a una clase libre de teatro con Ramón García en el MALI se convirtió en un hábito que nunca dejó atrás. Tiempo después asistió al taller de tres niveles de Roberto Ángeles para luego postular a la carrera de actuación en la PUCP. “Yo creo que todos los actores deben pasar por el teatro, esa es la base para el cine y televisión. Este genera la disciplina que todo artista necesita”, resalta con firmeza. Si bien es cierto que vivimos en una sociedad en la que las artes no siempre son vistas como profesión, Tommy tuvo la suerte de encontrar el apoyo necesario que le permitió seguir sus sueños.

Su experiencia le permitió dar el salto a la pantalla grande que necesitaba. En La hora final interpretó a un senderista y confiesa que para ello tuvo que pasar por un largo casting lleno de incertidumbre sin saber qué actores ingresan y quiénes no. Desde luego, Eduardo Mendoza apostó por él. “El director me entregó un libro que trataba de la historia de un hijo de terroristas y el descubrimiento de esta ideología en su familia. Eso fue parte de la construcción del personaje”, nos cuenta Párraga.

Sin embargo, la revelación para el artista fue formar parte de Canción sin nombre, cinta que luchó la posibilidad de hacerse un lugar en los Premios Oscar 2021. “Pedro Campos es un periodista de investigación que me hizo convivir siete meses con una máquina de escribir y redactar noticias inventadas”, responde el actor cuando le preguntamos cómo hizo para agarrar el hilo a su personaje. “Me reuní con un periodista para entrevistarlo y conocer la forma de responder ciertas cosas”, añade.

Nunca imaginó que este proyecto lo sentaría en un avión directo a Europa. Fue su primera vez en el viejo continente y tuvo la dicha de estar, el día de su llegada, en el Festival de Cannes. “Hay demasiada emoción en esos eventos. Honestamente, no te concentras. Ya cuando he vuelto a casa pude disfrutar la película en Netflix, pues ahí solo vi mis escenas”, manifiesta. Definitivamente, Canción sin nombre le ha abierto muchas puertas. Una de ellas, la oportunidad de trabajar en un nuevo filme, al que llegó luego de que un director de fuera viera el largometraje peruano y lo llamara sin pensárselo dos veces. No tardó en confesarnos que la idea de trabajar en el extranjero nuevamente revolotea sus pensamientos.

La actuación tiene muchos rubros y es algo que Párraga entiende a la perfección. Es por ello que se dedica a la docencia y coaching, que actualmente desarrolla en la plataforma de Zoom debido a la coyuntura que atravesamos. “Algo lindo de la es hacer salas de grupo, porque los mando a ensayar por su cuenta, luego regresan y comparten. Ese descubrimiento fue interesante y lo aplican muchos maestros”, agrega. Afirma que cada alumno empieza con pasos pequeños, escenas cortas que cada vez se hacen más largas y cuando menos se lo esperan ya han agarrado más tiempo en pantalla. En palabras del artista, esto sigue siendo teatro porque es en vivo, con un público observando atentamente. El actor es consciente de que los obstáculos se encuentran en todas las profesiones, pero reitera que cuando uno elige este oficio debe convencerse a sí mismo y a los demás. “No te debes conformar solo con actuar, debes explorar en todas las ramas del rubro. Yo perdí tiempo en eso y no quiero que al resto le pase lo mismo”, señala. En un momento crucial de la entrevista, quisimos conocer el momento que ha marcado realmente la vida del artista. Tommy es sincero en aceptar que hasta el momento no lo ha encontrado, pero que se encuentra eternamente agradecido con Canción sin nombre: una genuina exposición de su talento ante los ojos del mundo.

Escribe: Valeria Burga