El mundo de la pintura está repleto de curiosidades interesantes. La infinidad de cuadros artísticos que se han producido a lo largo y ancho de la historia evidencia un trasfondo singular en cada uno de ellos. De esta forma, los pintores lograban inmortalizarse mediante la creación de obras representativas de alguna época, costumbre, concepto, etc.

En ese sentido, es preciso recalcar que algunas obras resaltan más que otras, ya sea por su calidad, técnica o trasfondo histórico. Destacados artistas han producido cuadros espléndidos en todo el sentido de la palabra. No obstante, tanto el sacrificio como la rigurosidad al momento de pintar significaban un papel elemental en aquellas nociones de arte.

La “Batalla de Gettysburg” es una de esas obras que han logrado perdurar por una cualidad desorbitante e infinitamente peculiar: se trata del cuadro más grande de la historia del arte. Fue pintado en  el año 1883 por el artista Paul Philippoteaux y sus 16 ayudantes. Se trató de un proyecto en conjunto, ya que trabajaron durante dos años y medio en su realización.

Sus medidas sobrepasan los 125 metros de longitud por 21 metros de altura y pesa  aproximadamente 5,349 kilos. En el cuadro, está representado un combate terrestre de la Guerra Civil, librada entre el 1 y 3 de julio de 1863 alrededor del pueblo de Gettysburg (Pensilvania). Se trató de la batalla con más bajas en Estados Unidos, y está considerada como uno de los factores enaltecedores de la Guerra Civil estadounidense.

Escribe: Renatto Luyo