En la selva norte de Perú, gracias a un proyecto de arquitectura participativa en el caserío El Huabo, se pudo reedificar la escuela primaria y secundaria para su comunidad. A continuación te contamos todos los detalles.
Desarrollando un proyecto altamente participativo, Asociación Semillas para el Desarrollo Sostenible, con otros actores, tomaron la decisión de iniciar el proyecto de la nueva escuela primaria y secundaria para el caserío El Huabo. El promotor fue Volcafé Specialty Perú (VSP) Generaciones, el financiamiento se dio gracias a Costa Foundation y la Municipalidad de San Ignacio, la gestión y arquitectura estuvieron a cargo de Asociación Semillas, y se contó también con el apoyo y respaldo de la Comunidad de El Huabo, y la misma Institución Educativa N.º 16671. Este caserío está ubicado en la provincia de San Ignacio, Cajamarca, en la selva norte de Perú.
El interés por llevarlo a cabo, nace nada más que de atender la necesidad y de crear un espacio seguro para la comunidad escolar de El Huabo. Sucede que, la primera escuela de este caserío fue fundada en 1973, impulsada por la comunidad. Los padres de familia fueron actores importantes para la construcción de las primeras aulas, utilizando madera y adobe. Con el paso de los años, bajo las posibilidades brindadas, ellos mismos han ido mejorando la infraestructura. Sin embargo, su deterioro fue inesperadamente incontrolable, y para 2019, una orden de demolición le quitó la oportunidad de reedificarse.
El nuevo colegio en sí, goza de dos bloques de aulas, y uno multiuso. Son tres aulas asignadas a la escuela primaria, una sala de profesores y servicios higiénicos que se encuentran en el primer bloque. Mientras que el segundo, consta de 5 aulas. En este modelo de aula, son las grandes mamparas las que conectan con los espacios exteriores. En los pasillos se han instalado bancas y muros expositivos, con el objetivo de promover su uso e invitar a que se reúnan aquí.
Por otro lado, la unidad multiuso se encuentra entre ambos bloques de aulas. Este tiene puertas que pueden ser abiertas en su totalidad, permitiendo una conexión del espacio interior con los jardines pedagógicos. En realidad, como menciona Marta Maccaglia, una de las fundadoras de Asociación Semillas:
«El proyecto resulta siendo un sistema de bloque entre jardines».
Lo mencionado anteriormente también es posible, gracias a la implementación de una finca educativa, utilizada para la enseñanza del cultivo de café (impulsada por Volcafé —empresa que se dedica a la capacitación técnica en cultivos y comercialización de café).
Los materiales que permitieron la reconstrucción de este centro educativo, fueron en los bloques, el concreto armado y ladrillos de cemento. Mientras que para la cubierta, se apostó por el metal y calamina ecológica —son planchas onduladas de fibra vegetal, y 100% impermeables. Los paneles con estructuras metálicas y cañas de bambú se añaden a los pasillos. Puertas y mobiliarios de la escuela están hechos de madera.
Al ser un proyecto de arquitectura enteramente participativa, durante la realización de este se desarrollaron talleres de carpintería, diseños del paisaje y biohuertos. En ellos participaron estudiantes y padres de familia. Cada taller estuvo profesionalmente respaldado por maestros carpinteros, La agencia Agraria de San Ignacio y Volcafé, respectivamente.
Como menciona Marta Maccaglia:
«Semillas nace de fomentar proyectos donde se inicien proyectos de auto sostenibilidad, de gobernanza, de una arquitectura sostenible que genera las bases de sostenibilidad para la vida de un proyecto, para su uso, su mantenimiento y su gestión».
Escribe: Fabiana Deekes (@fabianadeekes)