La familia es lo esencial, el círculo donde forjamos nuestra infancia y construimos el concepto del amor. Cada una, en su núcleo, detrás del apellido, esconde una historia que reside entre los viejos álbumes, archivos, documentos antiquísimos y reliquias que se guardan de generación en generación. Siempre me he interesado por conocer mis raíces y conversar con mi abuelo del lado materno ha sido un ejercicio necesario para descubrirlas.
La mayoría de los apellidos en el Perú son españoles como producto de la conquista, pero hubo también conflictos bélicos que permitieron la migración del resto de países europeos a distintas partes de América Latina. Mi segundo apellido, «Heysen», proviene de la ciudad de Hamburgo en Alemania.
En mis antepasados figuran personajes como el pintor Sir Hans Heysen, artista australiano nacido en tierras germanas, quien destacó por sus acuarelas de eucaliptos monumentales. También produjo retratos de hombres y animales trabajando en la selva del país oceánico, así como representaciones innovadoras de horizontes áridos en Flinders Ranges. Entre sus palmares resalta la obtención del Premio Wynne de pintura de paisajes, un récord de nueve veces.
Se casó con Selma Bartels y fruto de su amor tuvieron a Nora Heysen, quien también se convirtió en una celebridad en el mundo artístico. Fue la primera pintora australiana en ganar el prestigioso premio Archibald en 1938 por el retrato y la primera mujer australiana en la historia nombrada «Artista de guerra oficial». Sin embargo, también han existido personajes partícipes de escenarios cruentos como Louis Heysen Voss, militar del partido Nazi liderado por Adolf Hitler durante la segunda Guerra Mundial.
Mi tío-abuelo fue Luis Heysen Inchaustegui, quien fundó junto a Víctor Raúl Haya de la Torre la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) o también conocido como el partido de la estrella. Durante su quehacer político ejerció como diputado constituyente (1931 y 1978-1980) y senador de la República (1945-1948 y 1963-1968). Se convirtió en un dirigente histórico junto a intelectuales como Luis Alberto Sánchez, Javier Valle-Riestra, Manuel Seasone, Carlos Manuel Cox y Magda Portal.
Aparte de su rol político también fue Gran Maestre de la Gran Logia del Perú entre 1966-1972 y elegido a nivel mundial para viajar al Vaticano a reunirse con el Papa Paulo V. Conversó largo tiempo con el Santo Padre, luego salieron juntos y ante los presentes expresó: «En nombre de Luis Heysen levantó la excomunión a la Masonería y bendigo el apellido Heysen». El acontecimiento se tornó noticia mundial porque los masones habían sido excomulgados por la iglesia católica durante años.
Luis Heysen fue, en palabras de mi tío Américo, un hombre digno de quitarse el sombrero. En el Aula Magna de la Casa del Pueblo hacía vibrar a la juventud aprista que le tenía un aprecio desmesurado. Protagonizó hazañas y aportes que lo transformaron en un personaje para la historia política e intelectual del Perú. La mayor deuda, que pienso saldar en unos años, es la de escribir un libro que retrate su vida. Uno de los líderes más voraces que tuvo nuestra etapa republicana, el discípulo de Haya de la Torre, su amigo, guía, el ser capaz de conectar al pueblo y su idiosincrasia, el animal político, mi tío.
Escribe: Diego Samalvides Heysen
Columna: Palabras de inventario