Tras dos años de zapatear y pasear el pañuelo de un lado a otro entre cuatro paredes, Mauricio Wong, el actual Tetra Campeón Mundial de Marinera, en una entrevista exclusiva con Revista Cocktail, revela el secreto de su reciente victoria en el Gran Chimú y sus técnicas para hacer frente a la virtualidad.
«El chino Wong», como usualmente es conocido Mauricio Wong, tiene casi tres décadas de vida y veinticinco de esos años se ha dedicado a ser bailarín de marinera. Es claro que a su corta edad, tiene una gran experiencia en este ritmo artístico; y es que su historia comienza cuando tenía solo cinco años y estuvo en un viaje familiar en Playa Tortugas. «Estuvimos por Trujillo y fuimos a un concurso de Marinera. Me gustó tanto la experiencia que hice que me compren el casete», cuenta emocionado. Así, al llegar a la Ciudad de los Reyes, empezó a trazar su camino al matricularse en una academia especializada en el baile costeño.
Su trayectoria ha sido amplia y no hay duda de ello, pues se la ha pasado de competencia en competencia desde sus inicios. Sin embargo, para Wong, la marinera es más que solo un campeonato: su objetivo se trata en enriquecer esta danza de los bailes descalzos. De esta manera, el exhibir su talento a nivel mundial con un espectáculo de marinera con caballo de paso en los Juegos de Lima 2019 se convirtió en una de sus mejores experiencias pese al gran reto de sincronizar y tener química con el corcel. «Tuve que aprender a bailar con alguien que estaba metro y medio por encima de mí», relata.
Después de triunfar por lo alto, la pandemia puso un stand by en sus actividades. Así, un mes después, la coyuntura lo obligó a adaptarse al mundo virtual para no dejar de lado a los alumnos de su escuela de baile «Mauricio Wong». El chino cuenta que tuvo que encontrar la manera de traspasar las pantallas para guiar a sus estudiantes como debe ser. Para lograrlo, algunas de sus herramientas fueron un televisor, una computadora y el aro LED.
Inicialmente, fue un trabajo complejo, pero así como llegaron las contras, poco a poco gozó de los beneficios de la virtualidad. «El internet es global y cada vez que yo perdía un alumno de manera presencial, ganaba cuatro a los que enseñaría online», explica. Ello, sumado a la interminable cantidad de concursos de marinera que se realizaban desde el hogar, lo ayudó a comprender que tenía que replantear su visión y que se encontraba por un buen camino. «Había muchos interesados en aprender por internet. La gente solo arrimaba sus cosas en la cocina o la sala para poder bailar», dice emocionado.
Para Mauricio, el secreto para resistir ante la adversidad es canalizar la situación de una manera positiva y no limitarse ante la presencialidad. «Si se tiene la mascarilla puesta, todavía se puede comunicar mediante el cuerpo y la gesticulación», señala. Él es de la idea que, pese a las restricciones, el pañuelo se puede convertir en la mejor arma para el bailarín. De esa manera, con los aprendizajes obtenidos en un contexto complejo, se sentía listo para volver a zapatear en una cancha físicamente: se trataba de un evento de talla mundial por realizarse en la Ciudad de la Eterna Primavera.
El volver a pisar la cancha del Gran Chimú, en Trujillo, con el calor del público, puso sus emociones sobre la piel. Luego de dos años de suspensión, se llevó a cabo el 62° Concurso Nacional y el 12° Mundial de Marinera, el cual culminó el 6 de marzo del presente año. Se trataba de una interpretación artística que, tras 1000 parejas inscritas en 11 categorías, tuvo a Mauricio Wong y a Dayanna Ñahuis como ganadores de la categoría adultos. ¿El secreto para mantener la química con la mascarilla? Para él, la respuesta está en usar una transparente que les permita mostrar sus audaces expresiones.
«El concurso nos devolvió la alegría a todos los bailarines y mejor aun siendo el coliseo más icónico de Trujillo. El haber ganado en un año tan especial como este es doblemente satisfactorio», relata mientras recuerda, con euforia, cuando recorrió la pista con su pareja de baile mientras el público estallaba de emoción. Esto, porque no es novedad que bailar pone de buen humor a muchos y más si se trata del ritmo goza de coquetería y sabor.
En total, el chino conoce 12 países en el mundo; pero entre ellos, Japón tiene una peculiariedad que despierta su alma de bailarín; y es que el país del Sol Naciente se consagra como uno de los lugares con más personas locales interesadas en aprender de esta disciplina oriunda del Perú, quienes también se han inscrito a las clases del tetracampeón. Claro que esto no excluye a otros extranjeros, pues su cobertura ha llegado desde territorio francés hasta italiano.
Es por ese motivo que, actualmente, aunque esté en los preparativos de regresar físicamente a su academia presencial «Mauricio Wong», ubicada en San Borja, no deja pasar la oportunidad de seguir con su academia virtual para poder instruir a quienes, ya sean compatriotas o extranjeros, ven en la virtualidad una opción para sentir una pizca de la riqueza peruana.
Hoy, siendo bailarín, profesor de baile, chef de profesión y regidor del distrito de San Borja, se prepara para impulsar el sector cultural a nivel municipal, para perfeccionar su técnica y expandir sus dotes culinarios. El chino Wong tiene las cosas claras: para bailar la marinera solo se necesitan ganas.
Escribe: Luisa Flores (@floresluisafernanda)