Hace más de cien años, el boxeo llegó a tierras incas. Con el paso del tiempo, este deporte ha llenado de estrellas al país, así como dejó grandes historias de superación y reconocimiento mundial.
Las raíces del boxeo se remontan a la antigua Grecia y Roma, donde las batallas se llevaban a cabo utilizando correas de cuero en las manos y los antebrazos. No fue hasta 1743 que el primer conjunto de reglas se desarrolló, seguido de una revolución en 1867 con otro grupo de normas que incluía la introducción de una ronda de tres minutos y el uso de guantes aprobados. Pese a su lejano origen, en el Perú este deporte ha alcanzado múltiples éxitos y grandes campeones.
Su historia comenzó a mediados de 1920 en el Club Ciclistas de Lima. Allí se practicó de manera organizada, realizando veladas con luchadores de diversos países como Panamá, Estados Unidos y el Caribe. Sin embargo, fue en 1924 que se fundó la Federación Peruana de Boxeo, la segunda creada después de la del fútbol. Ello demostró la gran afición que se tenía por esta disciplina en aquellos años. Tuvimos como primer campeón nacional a Rosendo Huerta.
Tiempo después, grandes luchadores fueron saliendo a la luz, como el caso de Alex Rely, campeón nacional en todos los pesos y estrella sudamericana en 1926. Fue el primer peruano en pelear en el Madison Square Garden. Entre 1950 y 1960, Lima presenció veladas de categoría mundial, debido a la aparición de una figura icónica: Mauro Mina. El chinchano destacó por su peculiar fuerza que, acompañada de técnica y pasión, lo llevó a tener una racha de ocho años sin conocer la derrota. Coronó su carrera al colocarse entre los diez mejores boxeadores del mundo según la revista «The Ring».
Por desgracia, después del retiro de este ídolo, tuvieron que pasar varios años para que el box peruano volviera al radar mundial. En 1976, Marcelo Quiñones se hizo campeón sudamericano, sin embargo, fue en la década de los 80s que atravesamos nuestro apogeo de talla internacional. Aparecieron cuatro figuras importantes: Luis Ibáñez, Óscar Rivadeneyra, Orlando Romero y Fernando Rocco; siendo este último muy mediático debido a la rapidez con la que terminaba las peleas por KO. No obstante, nunca pudo disputar el título mundial. Los otros tres sí pudieron, aunque ninguno logró vencer.
Para muchos, el boxeo es solo el intercambio de golpes en un cuadrilátero, pero, para los peleadores, esto va mucho más allá. En el Perú, la mayoría de boxeadores profesionales vienen de lugares en los que existen múltiples carencias. Buscan en esta disciplina una luz para poder salir de esa posición y brindarle a sus familias un futuro prometedor. No todos los talentos tienen lo necesario pues, como se dijo anteriormente, presentan complicaciones y distracciones en el camino. Este es el caso de Mario Broncano. Él logró un título sudamericano, pero la delincuencia lo llevó por la senda incorrecta.
Veinticinco años después, el box peruano se pudo colocar nuevamente en la élite. Ello de la mano de una mujer, Kina Malpartida, quien se alzó como campeona del mundo en la categoría súper mosca y logró defender su título en cinco oportunidades. Tres años más tarde, en el 2012, un peruano conseguiría por primera vez un título mundial masculino. En esta ocasión, tras el puño de Alberto ‘Chiquito’ Rossel; que venció en la categoría de peso minimosca.
Actualmente, nuestro país cuenta con una base de boxeadores que apuntan a tener un futuro brillante. Encontramos a José María Lúcar y Leodan Pezo, quienes lograron la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio después de más de veinte años de ausencia en esta cita olímpica. Lúcar consiguió una medalla en los últimos Juegos Panamericanos 2019, logrando su clasificación al igual que Pezo. Este último, después de perder tres dedos de la mano, no se rindió y representó al Perú. Las mujeres no se quedan atrás. Contamos con Fiorela Goicochea que, a sus 16 años, logró ganar el guante de oro, además de una medalla de plata en los pasados Juegos Bolivarianos.
Aunque el boxeo ya no es de oro como en el pasado, solo queda trazar un nuevo camino con las jóvenes promesas que nos respaldan. Si bien tendrán que luchar contra las dificultades de la coyuntura y la mala racha que atravesamos desde que dejamos de mantenernos en el cuadrilátero mundial, el objetivo seguirá siendo el mismo: obtener la victoria por todo lo alto.
Escrito: Omar Sarmiento