Peter Castle es Presidente nos guste o no. Es la clara consecuencia del desgano de los últimos gobiernos que siguieron la senda del “chorreo”, como la llamó el propio Alan García de forma indecorosa.

El descontento social, allá arriba en el Perú real (el que vive de su sudor per sé), por fin pudo ser escuchado en las urnas con un susurro como ventaja electoral. Esto, sin embargo, no le otorga la firmeza necesaria para afrontar un gobierno que a todas luces se luce esmirriado. Son varios los factores que colocan a Castillo en el paredón.

Ya es sabida su falta de capacidad profesional para comandar un país, pero con el hombro prestado de la izquierda que lidera Verónica Mendoza, con un Pedro Francke como un Atlas para soportar los miedos que genera el aún ideario de Cerrón, a esta arista se le bajó unos decibeles el tono, sobre todo, con el pedido de auxilio (entre líneas) que le mandó a Julio Velarde. Pero este, viejo zorro, le puso paños fríos a la situación y espera dialogar con el profesor cuando este sea electo. Pero Castillo, como buen improvisado, al día siguiente salió con la Asamblea Constituyente y le puso sal al café. Evidenció, entre otras situaciones, su poco peregrinaje político. El dólar se lo estampó en su cara a las pocas horas.

Ahora bien, pese a estas burradas esperadas (se vienen muchas más), se le suman los incendiarios de Bermejo y Cerrón que, creo, buscan cámaras a como de lugar. Ambos son como tus sobrinos antipáticos que nos los puedes arrojar de la ventana del auto en la plena carretera. Lo preocupante es que, al parecer, no ve la forma de sacárselos de encima.

Se habla de un partido nuevo donde podrá mudarse con parte de los 37 congresistas de Perú Libre, pero no hay nada claro. Castillo sigue siendo una moneda al aire. Su discurso del 28, cuando asuma el mando, será muy pero muy clave para desnudar lo que esconde en su testa. Si sigue con el tema de la constituyente, se saca todos los números de la Tinka para que lo vaquen.

La prioridad en estos meses es la vacunación y la recuperación económica. Poner el espinoso tema del cambio de constitución en esta coyuntura es como echar alcohol a la herida en carne viva. La fijación de la izquierda con la constitución no tiene argumento sólido. Lo más saludable es que se debatan los puntos neurálgicos que los excita (buscan cambiar y los por qué) en el marco de lo constitucional, es decir, en el Congreso.

Se vienen años complejos, donde el fujimorismo y la derecha radical estará con lupa detrás de los pasos en falso de Castillo para vacarlo. La gente que rodea al rondero, por lo pronto, lo está bajando del caballo radical para sentarlo en un equino de paso. Allí se tiene que quedar, sin esas rabietas de campaña, pues al parecer, son sus últimas declaraciones, parece que no se ha dado cuenta que ya dejó de candidato, ya es Presidente.

El foco es calmar el mercado, lo de Velarde fue acertado, lo de Francke con su peregrinaje por bancos extranjeros y grupos de inversión también suma, pero todo esto se viene abajo cuando a Castillo se le escapan los recuerdos de líder sindicalista. El gabinete que presentará será su carta de garantía para los inversores locales y foráneos. Esto es fundamental para el futuro económico del país.

Pero todo esto se logrará si se logran callar las voces radicales de Cerrón, principalmente, así como la de Bermejo desde el Congreso. Si la justicia nos da una mano, pues dejaremos fuera del tablero a ambos personajes por sus problemas con la justicia. Esto sería oro puro para Castillo, que como sabemos, no tendrá mayoría en el Congreso, por lo que tendrá que hacer cariños con App y Acción Popular, que esperemos le pongan unos parámetros de fuego para se olvide de la constituyente.

En suma, se nos vienen meses de incertidumbre, con noches largas y preocupaciones la por mayor, pero todo esto se acabará cuando Castillo se de cuanta por donde tiene que ir el país.     

Escribe: John Santa Cruz