Esta adaptación de El teléfono negro corre a cargo del propio Derrickson y su habitual aliado de letras C. Robert Cargill.
Aún puedes disfrutar en todas las salas de cine a nivel nacional de una de las mejores películas de terror del año: hablamos de «Teléfono Negro», lo último del reconocido director Scott Derrickson («Siniestro», «Doctor Strange»).
Pero de ¿qué va Teléfono Negro y por qué tiene tan buena aceptación? La cinta es un relato que acompaña el recopilatorio de Joe Hill llamado «Fantasmas del siglo 20» publicado en el año 2005. Este es un libro con relatos bastante cortos y efectivos que le valieron las puertas del reconocimiento a Hill -quién por cierto es hijo del gran Stephen King– maestro del terror moderno.
El film nos coloca en tierras americanas a finales de los años setenta donde Finney y Gwen viven una aparente vida tranquila mientras asisten al colegio y realizan actividades típicas de su edad. Ellos están bajo el cuidado de su padre quién dentro de la historia reprime el papel del personaje abusivo, alcohólico y déspota. Todo esto dentro de la condición de vivir en un Estados Unidos bajo el influjo cada vez más frecuente de niños perdidos y el azote mediático de los asesinos en serie.
Es de hecho bastante aterrador pensar en la normatividad de esta situación para los menores de la comunidad de Denver, con los niños corroborando que son presa fáciles de un misterio que ni los adultos han llegado a solucionar, una exploración que habla del temor de la media americana de por ese entonces y sobre la desconexión de mentalidad entre el mundo adulto y el infantil que trata de darle sentido a su realidad, por supuesto que algo que el propio King a través de sus libros expresó durante ese tiempo y que retoma Derrickson.
Por otro lado tenemos al Raptor, interpretado por un magnifico Ethan Hawke, quien se luce sin la necesidad de mostrar su rostro o facciones toda la película, le basta el lenguaje no verbal y la imponencia de su voz que retratan a un villano no convencional, alejado de los asesinos en serie clásicos, Derrickson le da mucho mayor complejidad a su modus operandi y mentalidad. Claramente se ve que es una persona con un trastorno de desdoble de personalidad.
Cuando ambos caminos incursionan la historia se desata en un transcurrir de eventos fuera de lo normal, y es aquí donde el director maneja de manera efectiva el terror moderno y la fantasía volviéndolo un hibrido bastante interesante que logra funcionar.
Mientras que Finney recibe soporte mucho más directo a través de los espectros de antiguas víctimas del Raptor. Derrickson y Cargill proponen una visión bastante singular del fantasma, con espectros que conforme pasa el tiempo comienzan a olvidar su nombre porque es parte del fenómeno de las víctimas de asesinos en serie: se vuelven un simple número sin algún tipo de personalidad o sueños o esperanzas, situación que Finney interpreta y trata de ayudar en medida de lo que puede. Estos espectros también a través de su conexión con el teléfono negro son bastante curiosos puesto que sus diálogos son expresos dentro de una apariencia similar a la de un mensaje de voz de poca integridad sonora y reiterativa.
Teléfono Negro posee una estructura metanarrativa sobre las propias interacciones de la audiencia que resultan muy efectivas si se decide ver la película en pantalla grande y bien acompañado, son una especie de aderezo a una película bastante emotiva y de un furor de adrenalina.
Escribe: Samuel Hurtado Cárdenas (@cinesamu)