Desde sus inicios, el «Bar Olé» fue conocido por la impecable coctelería, la elegancia de los ambientes y la sensación de intimidad que uno puede percibir al visitarlo. Javier Carvallo, propietario de este clásico limeño, nos contó un poco más de su historia.

Cuando uno ingresa al local ubicado en San Isidro y atraviesa esa mítica puerta giratoria, sufre una especie de transformación. Para las generaciones más jóvenes, es fácil impresionarse ante el imponente brillo del bronce, el ambiente cálido y las paredes rodeadas de madera. Bastante «vintage», ¿verdad? Así es el «Bar Olé» de la calle Pancho Fierro, un bistró de la vieja escuela que se ha mantenido intacto ante el pasar de los años y que, aún en medio de esta pandemia, sigue deleitándonos con su deliciosa comida y coctelería.

No es un secreto que aquí es donde se sirve el mejor «Capitán» de todo Lima en temas de gusto y elegante presentación. Esta perfecta mezcla de Pisco y Vermut, llega a la mesa en una bandeja preciosa. Tres cuartos del cóctel se sirven en una copa de Martini, y otros tres cuartos se contienen en un segundo vaso refugiado en una hielera de acero. De esta forma, la temperatura de la bebida se mantiene fría sin alterar su sabor en lo absoluto. El hielo jamás entra en contacto con el cóctel, más bien lo rodea, lo abraza, acicalándolo y manteniéndolo helado hasta el momento de consumo.

Cuentan por ahí que el origen de esta forma de servicio tiene su origen en Ernest Hemingway, recordado escritor y bebedor que, harto de que sus Martinis perdieran la temperatura perfecta, empezó a exigir que solo le sirvieran la mitad y que la otra parte fuera colocada en un recipiente rodeado de hielo. «Nosotros hemos reproducido esto a escala», comenta Javier Carvallo mientras nos muestra el «Capitán» insignia del bar.

Durante la pandemia, este clásico sanisidrino cumplió 25 años de historia al servicio del público limeño. A pesar de las dificultades que la crisis sanitaria implicó para todo el sector de restaurantes, «Olé» logró reinventarse mediante la inclusión del delivery a domicilio. De hecho, la famosa tortilla de papas fue la que levantó el negocio durante el estado de emergencia, pues el público mantuvo su predilección por esta delicia de la carta que es considerada la mejor de toda la capital. Sin embargo, obtener el cariño de los comensales no fue cosa de un día, sino de toda una vida de trabajo. Gracias a ello, los clientes ahora tienen un vínculo con este lugar.

A pesar de que ahora gozan de un gran éxito, en sus inicios, Javier la tenía clara en cuanto al espíritu que quería darle al establecimiento. «Empezamos con pocos platos porque la idea era tener un bar. Teníamos una pequeña cocina que ahora es nuestra oficina. Siempre mantuvimos la coctelería clásica y servimos algunos jamones», recuerda el que también fue uno de los primeros chefs peruanos en Francia durante su juventud.

Actualmente, las bebidas y platillos que podemos encontrar en «Bar Olé» se crearon a pedido del público, quienes construyeron, con su preferencia, la selección de clásicos que ahora todos pueden disfrutar en cada visita. No obstante, el estilo y su esencia se mantuvieron intactos. «Tenemos una carta internacional, mediterránea, con algunos platos peruanos. Para nosotros, el cliente es el más importante», explica Carvallo, actual propietario de este bar histórico.

En un mundo donde reina la presencia digital, la inmediatez de las redes sociales y el alejamiento humano; «Olé» es uno de los pocos lugares donde uno se puede desconectar y compartir una velada encantadora. Ya sea que estés enamorado, solo o acompañado de tus amistades, en la calle Pancho Fierro de San Isidro, encontrarás un refugio íntimo, elegante y privado. Más que como un cliente, te sentirás parte de una familia.

Escribe: Fiorella Gómez (@fgmontufar_)