A la hora de salir a escoger zapatos, en definitiva, los tacones están en mi top de lista. Pese a usar diversas zapatillas y elegir siempre mi comodidad, siento que los zapatos altos tienen mucho que explotar a la hora de armar outfits. Los zapatos de tacón alto han sido objeto de escándalos, prohibiciones y todo tipo de modas; pasando de un mero uso funcional a considerarse una de las piezas de moda más trabajadas e imprescindibles del vestuario femenino. Hablemos del origen. Los primeros tacones fueron utilizados por hombres. Los historiadores reconocen a los Hititas, un pueblo de Anatolia, como los grandes inventores de los zapatos, ya que fueron los primeros en clavar grandes tachuelas de hierro a una suela de cuero. Así crearon el primer par.

El zapato de tacón que conocemos hoy en día tiene su origen en el siglo XV. Algunos historiadores los sitúan en el Antiguo Egipto. En la Grecia antigua, los actores de teatro utilizaban unos conocidos como kothorni. Estos tenían una suela de corcho de madera y medían entre 8 y 10 centímetros. A pesar de ello, todavía no era una prenda de vestir habitual. La altura del tacón tenía como objetivo diferenciar el estatus social de los personajes. Cuanto más alto era el tacón, más poder poseía. Durante la Edad Media, volvió a ponerse de mod como forma para pisar las calzadas de las zonas adineradas. Eran más parecidos a unas sandalias acolchadas que elevaban el pie para no dañarlo.

En un principio se usaban para montar a caballo. Los tacones ayudaban a fijar el pie en el estribo. Por eso la bota fue la primera pieza del calzado en llevar tacón. Su popularidad inicial se debía a que las calles, en el periodo que comprende la Edad Media y los Siglos de Oro, eran de tierra. La lluvia las convertía en un lodazal y los tacones altos ayudaban a transitar. Dicha problemática dio nacimiento a los zuecos. Durante el Renacimiento, los tacones transformaron la moda. Lo que inició como una herramienta práctica para facilitar el hecho de montar a caballo, se volvió norma entre nobles y reyes; ya que les realzaba la figura, mejoraba el porte y otorgaba  presencia.

Catalina de Medici, adelantada a su tiempo y precursora de tendencias, los lució en su boda con Enrique II de Francia; convirtiendo a los zapatos de tacón alto en un objeto de moda entre la nobleza. El Barroco los puso de moda en el intento estético de realzar el busto en las damas, marcar rotundamente los escotes y establecer el equilibrio de la silueta. También se buscaba elevar la estampa masculina, pero se abusaba tanto que los caballeros tenían que ayudarse del bastón para no caerse. El nombre de Stiletto en algunos idiomas se le atribuye al comerciante y diseñador italiano Giacomo Pirandelli barón de Styletto, quien diseñó y produjo a finales de la década de 1760, un calzado con un tacón de aguja necesario para las maniobras ecuestres de los jinetes y como soporte para las espuelas.

A finales del siglo XVIII, el tacón alto empezó a ser patrimonio casi exclusivo de las mujeres hasta la actualidad. En 1923, Salvatore Ferragamo creó unos zapatos salón de tacón fino que traspasaron fronteras y se introdujeron en el mundo de Hollywood al aparecer en la película «Los diez mandamientos». La historia del zapato de tacón ha pasado por todo tipo de modas, desde plataformas, peep toes o el seductor Stiletto. Pero, sea cual sea la forma que adquieran, continúan siendo el aliado perfecto de la mujer para potenciar, instantáneamente y siempre que lo desee, su feminidad y atractivo. 

Escribe: Claudia Aguilar Valdivia (@clau.quinn)