El rol político y social mantienen una enorme influencia en la actualidad. En ella, diversos partidos buscan captar audiencia mediante discursos que recurren a la sensibilidad y el uso irónico de diálogos frente a sus opositores. Toda esta mezcla de vaga poesía no compite con la intelectualidad de uno de los personajes más representativos de la historia político-social nacional. Endiosado, criticado, pero, sobre todo, respetado, Víctor Raúl Haya de la Torre es el ejemplo claro de que los grandes ilustres aparecen sólo una vez en la vida. Este lunes 22 de febrero, se cumplen 126 años del nacimiento del máximo ícono del aprismo.

El partido de masas

Ilustrado por Manuel González Prada, comenzó su actividad política en 1919. Joven e intelectual apoyó la lucha obrera de los sindicatos por la jornada de las ocho horas de trabajo. Su oratoria comenzaba a dirigir masas y desencadenar una fuerte oposición al gobierno de Leguía durante la década de los 20. Expulsado del país a México, comenzaba el nacimiento de crear su propio partido. Primero, había que ordenar las piezas.

En el país azteca, recopiló información sobre la revolución mexicana y dio sus primeros indicios de combate al imperialismo yanqui. En septiembre de 1924, viajó a Rusia para escuchar sobre la revolución rusa de 1917. Todo este conjunto de rompecabezas lo llevó formar el partido de masas, el movimiento que pensará en el pueblo marginado. Así, nacía la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el partido donde Haya tendría una larga travesía por recorrer.

En esta trayectoria, Haya fue acompañado por grandes personajes como Luis Alberto Sánchez, Andrés Towsend, Ramiro Prialé, Luis Heysen Incháustegui, Armando Villanueva, entre otros destacados personajes apristas que, a pesar de las discrepancias internas, siempre miraron desde abajo al supremo líder, la máxima entidad del partido del pueblo.

De izquierda a derecha: Pavletich, Carlos Manuel Cox, Magda Portal, Serafín Delmar, Haya de la Torre, Enríquez y Vásquez Díaz.

Revoluciones conflictivas

Es claro que Haya de la Torre, con su oratoria y posición opositora a la oligarquía, generó discrepancias dentro de la sociedad peruana. Apoyado por el pueblo, postuló a las elecciones de 1931 contra Sánchez Cerro como rival en donde fue derrotado en un proceso polémico. Y es que a partir de este hecho comienza a formarse una frase que acompañará al líder aprista por muchos años: “Haya de la Torre jamás será presidente del Perú”. Luego, llegó el Año de la Barbarie que conllevaron a una masacre morbosa y sangrienta de varios ciudadanos. La consecuencia fue la ilegalidad del aprismo sustentado en la Constitución de 1933 y el asesinato de Sánchez Cerro ese mismo año.

“En el Perú no se trata de quitar la riqueza al que la tiene sino crear riqueza para el que no la tiene” sostuvo un 20 de mayo de 1945 en plaza San Martín. Logrando convencer a Bustamante y Rivero para retornar al APRA a la legalidad, volvió a ser partícipe de la política. Sin embargo, conflictos en el parlamento, malas decisiones, presión de los medios impresos oligarcas, llevaron a un nuevo intento de golpe. El 3 de octubre de 1948 quedará marcado como un punto de quiebre en la relación entre el APRA y Haya. Descoordinaciones junto al golpe militar de Odría, lo hicieron ir a la embajada de Colombia, para buscar paz o quizás saber cuál será el futuro del aprismo y el suyo. 

“Antes de que pactar con Prado, prefiero ir a los campos de Francia, ofrecer mi pecho e inmolarme por la libertad y la dignidad” citó Marco Aurelio Denegri a Víctor Raúl en una edición de La Función de la Palabra. Esta cita, según el propio Denegri, se contextualiza en 1942. Años después, llegaría la llamada etapa de convivencia entre Haya y sus rivales. Empezó en izquierda, fue a la derecha imperialista y culminó en la postura centro izquierda democrática. Culpa de los contextos o no, queda a opinión de cada consumidor.  

El Último Acto

Tras un nuevo fracaso electoral en los 60 y el fin del gobierno de la Fuerzas Armadas en los 70, se creó una Asamblea Constituyente liderara por Víctor Raúl. Viejo y enfermo, cumplió su último rol en nuestro país. La última vez que sostuvo una pluma para firmar un acto importante en la historia peruana fue en la Constitución de 1979. A más de 40 años de su fallecimiento, su presencia sigue vigente en las bibliografías de muchos libros e incluso redes sociales o centros históricos de nuestra sociedad. Quizás ese lema de “fe, unión, disciplina y acción” es lo que falta en la política actual, y Haya sería capaz de guiarnos a la tan anhelada democracia. ¿Cómo reaccionaría el líder aprista con la crisis actual?

Escribe: Ernesto Astonitas