Recuerdo, como si fuera esta mañana, las veces que he enfrentado la muerte en mi juventud.
Las veces que trepé montañas de noche, cuando me metí mar adentro sin ser buen nadador, cuando subí cerros solo por sentir la adrenalina que generaba descender a toda velocidad, volando. En mi cabeza, no sólo era el mejor deportista, sino casi un súper héroe. Mucho tuvieron que ver los libros, comics y películas. Recuerdo con especial intensidad Fearless, protagonizada por Jeff Bridges, quien luego de un accidente aéreo, se siente inmortal. Me da vergüenza contarlo, pero Bridges me inspiró a cruzar calles como cerrando los ojos con los brazos abiertos. No le temía a nada.
Hoy, todo es distinto. A mis 47, no sólo respaldo el toque de queda, las cuarentenas y todas las medidas que se tomen para prevenir la expansión del virus, sino que soy crítico de quienes las incumplen. Pienso en mis padres, en decenas de seres muy queridos y vulnerables que no merecen irse así.
Pero eso no impide que haga un esfuerzo por intentar entender que lleva a los más jóvenes a zurrarse en las leyes y arriesgar sus vidas y, sobretodo, las de sus familiares. Me pongo en su lugar y a un nivel entiendo que las restricciones podrían ser un estímulo. ¿Con qué cara nuestras autoridades pueden pedir dejar de ser egoístas? Pero al mismo tiempo deben hacerlo, pero no sólo el gobierno.
En ese sentido, si bien me parece correcto el camino del miedo, siento que a la campaña “No seamos cómplices” le falta una buena dosis de empatía.
Hay que esperar los resultados y evaluar su efectividad, pero no se si el tono distante y confrontacional funcione. Ojalá.
La estrategia, para este tipo de guerra que tiene como objetivo, persuadir a los, sobretodo a los más jóvenes, debería considerar varios frentes. Además del miedo, sugiero otras en las que se aplique aquello que los publicistas llaman insights, ese aspecto que a veces pasa desapercibido, pero que es profundamente revelador de la persona y que permite conectar con la fibra de una audiencia que casi no ve televisión, no escucha radio ni lee periódicos, pero que sí usa redes sociales, principalmente Facebook, Instagram y cada vez más Tik Tok.
Para persuadirlos, por ejemplo, debemos demostrar que sabemos que están hartos de estar en casa, que no aguantan a sus padres, que odian las clases virtuales, que están más misios que antes, que atraviesan crisis de ansiedad, desconfianza e inseguridad y que su reguetón es el punk de nuestra época. Allí podríamos comenzar a entendernos.
JERÓNIMO CENTURIÓN
Periodista con más de 15 años de experiencia en prensa y televisión nacional y extranjera. En el Perú, trabajó como reportero en Canal N, La Ventana Indiscreta y una decena de programas de investigación. Ha sido también reportero de Metropolis, programa de tv holandés,
En los últimos años, fundó Centurión Producciones, empresa con la que ha realizado varios exitosos documentales, estrategias de comunicación y campañas nacionales y extranjeras.
Experto en comunicación integral.