El Perú vive una dictadura médica. La epidemia del coronavirus ha originado que la dictadura de Martín Vizcarra haya mutado. Como un virus, la forma política vizcarrista ha variado. Puesta en términos de clasificación y gradualidad de esta forma de gobierno impura, tenemos que ha avanzado de pequeña dictadura a gran dictadura: de dictadura “comisarial” que cumple con la comisión de la alternancia y prescribe, a cierto totalitarismo que excede el encargo original para convertirse en “gran” Estado o “gran” gobierno que incluso amenaza con perpetuarse. Así, es posible establecer el sentido histórico del vizcarrismo: De la dictadura caviar a la dictadura médica.
Una de las mejores claves teóricas para comprender la presente coyuntura médico-política nos la propone Michel Foucault. Precisamente, él encontró las razones médicas de la modernidad motivado por una epidemia como la del coronavirus. Descubrió que no sólo por excepción epidémica, sino que en todo momento, el Estado podía ser un gran nosocomio y el ciudadano podía ser un homo infirmus. Esta lógica foucaultiana es denominada como “biopolítica”, y consiste en que el control estatal se ejerce también en el cuerpo y con el cuerpo de los individuos. Puesta esta idea en cláusulas propias de la autonomía de la política, tenemos que el propio cuerpo es transfigurado en una entidad biopolítica, y que la medicina es transformada en una estrategia biopolítica.
El filósofo del mayo francés encuadra la categoría “anatomopolítica”. Busca resignificar al poder a partir de su más cara razón de ser: La instalación imperceptible de la vigilancia y del control en la propia anatomía del cuerpo. Es decir que, los valores y los mecanismos del poder, por medio del inconsciente, pasan a formar parte del propio ser. Que preciso: A través de todos los tiempos, el confinamiento social, o la paralización del cuerpo, es el mecanismo médico más eficaz de semejante posesión totalitaria. Como se conoce, nuestro filósofo social procede a partir del estudio del caso de una ciudad francesa de fines del siglo XVIII: Ahí rigió un reglamento jurídico y clínico a la vez, cuyo contenido se asemeja al aislamiento social actual. Dice el canon dieciochesco: “se ordena a cada uno que se encierre en su casa, con la prohibición de salir”, “cuando es absolutamente preciso salir de las casas, se hace por turno, y evitando todo encuentro”, “no circulan por las calles más que los intendentes, los síndicos, los soldados de la guardia”. Finalmente el panoptismo médico-político: “la mirada está por doquier en movimiento”.
La razón médica convertida en razón de Estado deviene en altamente peligrosa: Establece la relación patológica, vertical, entre el gobernante devenido en médico y el ciudadano devenido en enfermo. Esta razón política instituye una cierta forma de dictadura médica y de protocolos epidemiológicos que son el anverso de las libertades intrínsecas a toda la condición moderna. Aprendamos de la cultura de la sospecha: Hoy, el Perú es un gran hospital, Martín Vizcarra es un dictador médico, y los peruanos somos enfermos de coronavirus por biología o por psicología, pero confinados.
La medicina adquiere la cualidad de discurso político: Se convierte en la principal hermenéutica del control político y social que legitima y que estigmatiza. De la medicina, como de las demás ciencias de la naturaleza, puede decirse que tienen una sociología del conocimiento dictatorial. La medicina como enfoque de organización social proscribe al diálogo inter pares; más aún, extrema el soliloquio auctoritatis. No obstante, ensayemos una línea de fuga foucaultiana: Entre nosotros, la dictadura médica puede acabar con la oposición política y hasta con la política, pero no con el ángel de la historia.
JUAN ANTONIO BAZÁN
Juan Antonio Bazán (Pacasmayo, 16 de octubre de 1970). Abogado y analista político. Profesor asociado de la Escuela Profesional de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En dicha universidad dicta los cursos de teoría política, análisis político comparado y análisis político de coyuntura. Ha realizado algunos estudios de posgrado: Doctorado en Derecho y Ciencia Política, Doctorado en Ciencias Sociales – Mención en Sociología, Doctorado en Filosofía, Maestría en Sociología – Mención en Estudios Políticos y Maestría en Escritura Creativa; y de pregrado: Derecho y Ciencia Política, Filosofía, y Educación – Mención en Ciencias Sociales. Se define como un tránsfuga que mantiene militancias vigentes en la derecha política, en el liberalismo económico y en la izquierda cultural.