Alguna vez escuché un consejo sabio: «da vuelta a la página y sigue adelante», hoy lo intento para crear una nueva historia que me permita escribir tranquila las líneas de mi libro de vida. Sin embargo, resulta insensato pensar que los errores no están, que el pasado no ha marcado de una u otra forma mi presente. Es imposible aquí o en cualquier parte del mundo imaginar siquiera que la pandemia no ha dejado una huella de dolor y miedo. Nos cambió e hizo que el mundo reciba una nueva era: todo lo inimaginable puede ocurrir, la ficción superó, se apoderó por un momento de la realidad; sacó lo mejor y peor del mundo.
La disposición de las fichas de poder en los países desarrollados, tampoco se pudieron contener, el paso arrasador es permanente y dejó luto en todos los continentes. Laboratorios y científicos trabajaron a todo dar para encontrar una solución a este caos. Mientras tanto, los que quedamos vimos revoluciones y desafíos que nos hicieron presos de la incertidumbre. Nuestros hogares se convirtieron en refugios, en algunos casos seguros y necesarios, porque hubo quienes vivieron y padecieron sus propios miedos dentro. El impactó fue terrible, unos nos unimos, otros se separaron, algunos se redescubrieron, pero también hubo los que se aislaron aún más. Tuvimos que luchar por no perdernos dentro de nuestra seguridad y buscar formas nuevas de celebrar, de acompañarnos, de sostenernos entre todos, así nos volvimos dependientes de la tecnología, necesitábamos un ordenador, un celular al menos y seguir viviendo o tratando.
Hasta que llegó la vacuna, y de repente todo no parecía ser tan malo: había nuevas opciones de reinventarte hacia un espacio más digital que nunca y en lo personal, me costaron varias noches retornar a la normalidad, si cabe caso mencionarlo. Entonces, ahora que se puede vivir un poco más con restricciones, me pregunto, ¿qué es lo quiero hacer? Siempre criticamos la vorágine de la inmediatez y hoy resulta que la debemos educar para encontrarle una propuesta que calce pero que deje vivir.
Retomo, ¿qué es lo que se debe hacer ahora?, abrazar a los míos, visitar a mis abuelos, compartir más tiempo con mi tíos y primos, consentir a mis padres y hermanas, ver más a Diego, visitar a los que no lo son. Mientras escribo recuerdo que alguna vez oí un dicho «nunca es tarde». Y hoy decido hacerlo e invitarlos a que hagan todo lo que nunca se atrevieron a experimentar: vuelve a entablar lazos con los que estuvieron contigo, toma nuevos caminos, despeja dudas, emprende, besa, vive, atrévete a salir de tu zona de confort. Por más cliché que suene es momento que dejes el pasado atrás y te dispongas a escuchar a esa voz que siempre te aconsejó lanzarte y nunca lo hiciste por temor al que dirán o temor a ti. Si no es hoy no lo va a ser nunca, no esperes a que el fin del mundo llegue a tu vida para hacer eso que siempre quisiste.
Hoy tomo esta columna como un reto, acojo la Revista Cocktail y su edición general como un total caso de incertidumbre, no sé qué depare el año 2022 para mí, ni qué haré de aquí a 3 meses más pero ahora estoy agradecida con todas las personas que me dieron una oportunidad en esta pandemia, a las que se fueron también y las que se quedaron aún más. Sé con quienes contar siempre y con quienes dar un paso al costado. La vida da lecciones, hoy agradezco que hayan ocurrido, porque sin ellas jamás hubiera dicho: «gracias, 2021».
Escribe: Alessandra Carrión (@alessandra_periodista)
Editora General