San Lorenzo es la isla más grande del Perú. Con ocho kilómetros de largo y casi 400 metros de altura. Junto con el Frontón y un grupo de pequeñas islas conforman el archipiélago ubicado frente al distrito de La Punta en la provincia constitucional del Callao y cuya peculiar historia está bañada de sangre precolombina, colonial y republicana. Fue cementerio de culturas prehispánicas identificadas como Chimú, Chancay, Ichma e Inca, así como un espacio rico en pesca y recolección de frutos del mar.

En tiempos del virreinato fue un lugar estratégico de piratas que tomaban por asalto las naves cargadas de oro con dirección a España. Estuvieron ahí refugiados famosos corsarios como el inglés Francis Drake y el holandés Jacob Clerk, ambicioso tratante de seres humanos y cuya muerte con parte de su tripulación se produce al sufrir disentería, una enfermedad muy usual en los barcos que se producía por ingerir alimentos y bebidas contaminados en los largos viajes.

La puerta a la marea alta II.
Estas puertas muy cerca a la playa tenían desagües en la parte inferior para que la marea que entraba en las mazmorras puedan desaguar a la mañana.

Fue cementerio y espacio de reparación de los buques españoles dañados en el combate de dos de mayo que luego retornarían derrotados a la madre patria. Fue cementerio de algunos soldados chilenos caídos en la guerra con el país del sur y centro de cuarentena para gente enferma de cólera y de tuberculosis durante la transición a la República.

En diferentes periodos republicanos fue centro de reclusión, durante el oncenio de Leguía (1919-1930) fue un presidio de opositores políticos. En la isla vecina, el Frontón, se construyó más adelante una prisión de alta seguridad para prontuariados delincuentes; también estuvo preso doce días el ex presidente Francisco Belaunde por encabezar en Arequipa una manifestación contra el gobierno de Manuel Prado Ugarteche, en los años sesenta.

La caricia del obús I.
Podemos observar espacios bombardeados con proyectiles de mayor tamaño que también han generado incendios véase los ladrillos ennegrecidos.

Más adelante, en 1986, bajo el gobierno de Alan García, se produjo un motín en el conocido pabellón azul donde reclusos de Sendero Luminoso tomaron como rehenes a sus celadores y fueron literalmente bombardeados por personal de la Marina, dejando hasta la fecha en escombros todo el presidio.
La sensación es encontrada al caminar por esta isla cargada de historia, de dolor y desolación, pese a que sale el sol por la mañana y entrada la tarde y cuya luz se acompaña del canto ensordecedor de miles de aves. Hay un tufillo agrio y un silbido helado que como aliento lánguido del viento te susurra una voz de ultratumba que cala los huesos.

Caminar entre estos espacios destruidos por el hombre y la brisa del mar, entrar a mazmorras medievales hediondas y oscuras, en donde los presos castigados por sus mal comportamiento debían lidiar con la marea alta y fría de la noche que entraba por los espacios abiertos e inferiores de sus puertas metálicas de barrotes inexpugnables. Se dice que muchos sucumbían de hipotermia y amanecían muertos, entumecidos en sus grilletes de acero oxidados por el tiempo.

La mazmorra.

San Lorenzo queda frente a Lima, hoy es una base naval, quizás en otra parte del mundo sería un santuario natural de animales y aves marinas (cosa que lo es de alguna manera en la actualidad) o sería un hermoso complejo turístico de verano cargado de bellos hoteles y playas paradisiacas. Sin embargo, al carecer de agua potable no es más que un gran desierto en medio del mar, en donde no nace planta alguna y en donde el odio y la muerte lo han convertido en la memoria de lo que somos como sociedad.

Paz 2020

Texto y fotos: Francisco Zeballos