Cuando pienso en comprar ropa, no solo busco algo que identifique mi estilo personal; sino también que sea atemporal y duradero. Trato de ver qué está en tendencia, pero me gusta tener piezas especiales en mi closet y conocer su proceso. El acto de vestir es un hecho esencial del ser humano y la sociedad, ya sea una necesidad primaria de vida o un tema cultural para enviar un mensaje al mundo sobre quiénes somos y qué queremos. Ello hace que la industria de la moda, aparte de ser una de las más importantes, sea la segunda más contaminante del mundo.

En estos últimos años, la sostenibilidad ha tomado gran importancia. Dejó de ser una propuesta para convertirse en algo fundamental y, luego de tantos eventos desafortunados a nivel mundial, ser conscientes de lo que usamos, necesitamos y cómo se ha elaborado, tomó mucho protagonismo. Desde el rol de diseñadora, amo ver cada tendencia nueva y adaptarla a mi estilo, pero, como consumidora, demuestro la importancia de concientizar a la hora de comprar. 

El slow fashion busca la manera de hacer la ropa desde una mirada ética y responsable con el medio ambiente; incorporando el sistema de moda circular que abarca todos los procesos de manera integral y contribuye con cada uno de ellos para reducir el impacto que tienen sobre el ecosistema. Llamamos moda circular al sistema de producción basado en la economía de la misma índole, que optimiza los procesos creativos y productivos, promoviendo el uso racional de recursos tanto naturales como humanos. Ello con el fin de reducir el impacto y desperdicio realizado. 

La vida útil de un producto es muy valiosa en este sistema, donde la propuesta radica en diseñar productos que puedan tener más de un uso, evitando así la compra compulsiva normalizada bajo la lógica del sistema lineal del fast-fashion: «producir – consumir – desechar». El concepto de economía circular implica diseñar y pensar en las actividades económicas: buscar nuevas alternativas a los recursos finitos y mejorar la gestión de residuos para que vuelvan a estar incorporados en el sistema. Se trata de un modelo que quiere reemplazar las fuentes de energía por aquellas renovables, basándose en los principios de eliminar residuos y contaminación desde el diseño, materiales en uso y regenerar los sistemas naturales. 

Así como el slow fashion propone un consumo consciente e intencionado, la moda circular busca ese grado de determinación en el momento del diseño; cuando la estructura de marca arma la estrategia para producir o diseñar cierta prenda. De esta manera, distintas técnicas como el supra reciclaje, el zero waste (residuo cero) o el comercio; se integran al modelo de moda circular para sentar nuevas bases en el diseño y producción de indumentaria. 

La moda circular propone desacelerar los procesos y observar cómo funciona cada uno para poder identificar, visualizar las fallas, corregirlas y luego optimizarlas. Cuestiona al fast-fashion y piensa alternativas más sustentables que sean sostenibles en el tiempo. En nuestro país, tenemos algunas opciones. Un ejemplo de ello son las tiendas de moda sostenible, vintage y second hand (segunda mano). Otra opción o tradición es heredar y darles un nuevo uso a esas prendas de nuestros familiares. Tengo muchas cosas de mi madre y abuela que, luego de algunas modificaciones, han aportado a mi estilo, dándome una pieza única y exclusiva solo para mí. 

Escribe: Claudia Aguilar Valdivia

Diseñadora de modas