La pandemia del coronavirus es la partera de la contra-historia del Perú. Las epistemes, los dispositivos y los propios acontecimientos se convierten en el hipertexto del discurso contra-historiográfico de la pandemia. Es así: nuestros marginales, devenidos en anormales foucualtianos, desde los bordes de la sociedad han creado una contra-historia que contiene experiencias vitales y pensamientos vivos que les han permitido alimentarse, curarse, oponerse y sobrevivir. La pandemia, darwiniana, spenceriana, es un acto de saber y de poder violento que ha generado una potencia social capaz de desenmascarar los discursos producidos por el poder y de revisitar la relación sujeto-verdad.

Michel Foucault es clave en la construcción del sujeto pandémico contra-histórico. Él encuentra en la subversión de la realidad una forma de lucidez, y asume una posición metodológica de ruptura con la historia formal. Así, da paso a la contra-historia, y a los marginados como protagonistas: Allí están los anormales redimidos foucaultianamente: criminales, homosexuales y locos; y, aquí están los peruanos marginales redimidos pandémicamente, por ellos mismos: informales, ancianos y pobres. Para nuestro filósofo, la contra-historia obra como contra argumento al discurso creador de verdad hegemónica. Dice: “Occidente no se puede disociar del modo en que la verdad produce sus efectos. Toda sociedad tiene regímenes de verdad… produce y pone en circulación discursos que cumplen función de verdad, que pasan por tal y que encierran gracias a ello poderes específicos”. Es que, historia oficial y contra-historia constituyen la lógica dicotómica centro-periferia.

La contra-historia de la pandemia contiene sus propias epistemes, creativas y conspiranoides, y sus lazos sociales o habitus propios de la periferia. Los epidemiólogos subalternos y los peruanos en general son los decidores y productores de la contra verdad: El canon de la contra-verdad está conformado por la ivermectina, el dióxido de cloro, la azitromicina, la aspirina, el matico, el eucalipto, el kion, la inmunidad de rebaño, la vacuna chinchana sin nanotecnología, las casas como hospitales domésticos, el retorno del entierro de los muertos, el tik tok y el sexting como las formas digitales del sentimiento del amor y de hacer el amor. Este contra-relato, como corresponde, tiene héroes: los médicos y nosotros mismos como paramédicos de primera línea; y tiene anti héroes: Martín Vizcarra, Francisco Sagasti, y “Doctor Muerte” Elmer Huerta. Todos demonizados han sido quemados como muñecos de año nuevo.

El sujeto pandémico es contra-histórico porque ha perdido la condición de ser sujeto histórico. Los protocolos pandémicos actúan como verdaderas ortopedias sociales, y se contraponen al proceso cultural peruano del último medio siglo que milagrosamente engendró individuos. La historiografía de Foucault, de posibles rupturas y discontinuidades, es la actual contra-historia integral de los nuestros: Las epistemes y las prácticas salvíficas no son las formas prescritas por la Organización Mundial de la Salud ni por nuestros tres gobiernos pandémicos, sino que son las formas inventadas por la sabiduría popular y, en general, por la decolonialidad de los saberes. Finalmente, participo de la idea de que la pandemia del coronavirus es la partera de la historia universal, pero sugiero que la contra-historia nos ha hecho sobrevivir y oponernos a la historia de la pandemia como un inmenso matadero.

JUAN ANTONIO BAZÁN

Juan Antonio Bazán (Pacasmayo, 16 de octubre de 1970) Abogado y analista político. Profesor asociado de la Escuela Profesional de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En dicha universidad dicta los cursos de teoría política, análisis político comparado y análisis político de coyuntura. Ha realizado algunos estudios de posgrado: Doctorado en Derecho y Ciencia Política, Doctorado en Ciencias Sociales – Mención en Sociología, Doctorado en Filosofía, Maestría en Sociología – Mención en Estudios Políticos y Maestría en Escritura Creativa; y de pregrado: Derecho y Ciencia Política, Filosofía, y Educación – Mención en Ciencias Sociales. Se define como un tránsfuga que mantiene militancias vigentes en la derecha política, en el liberalismo económico y en la izquierda cultural.