Renata Flores, nacida en Huamanga y con solo 19 años ha logrado captar la atención del mundo al interpretar diversas canciones en quechua.

“El quechua no es mi idioma natal, pero siempre ha estado presente en mi vida por mis padres y abuelos”. Sin embargo, el quechua no es lo único que heredó de su familia, debido a que, según señala Renata, desde muy niña su madre le inculcó las primeras notas musicales.

El 28 de abril del presente año, el prestigioso periódico norteamericano The New York Times denominó a la joven cantante de género urbano como “La reina del trap en quechua”. Dicho reconocimiento se originó por su videoclip “Qam Hina”, causando un revuelo en el mundo musical.

En los últimos años, las migraciones internas han permitido que el Perú experimente cambios sustantivos en su realidad demográfica, social y económica. No obstante, las lenguas indígenas como el quechua, hablada por más de medio millón de peruanos, ha sido rechazada por la sociedad y tratada de forma despectiva. Por ello, los quechuahablantes sienten que su idioma y costumbres nativas son percibidas como elementos del pasado. En este sentido, no hay duda alguna que, la joven cantante, es una embajadora de la música andina o “inka trap”. Lejos de huir de ese reto, Renata Flores no tiene ningún reparo en considerarse como la principal voz de la mujer andina.

Desde muy pequeña fue testigo y víctima del racismo hacia las lenguas nativas. Por ello, intentó revalorar el idioma y enorgullecer a sus hablantes a través de la música. La primera prueba por intentar cambiar la perspectiva del quechua comenzó con el proyecto “Los jóvenes también hablamos quechua”, que se formó en conjunto de la Asociación Cultural Zorzales de Sula.

La primera aparición en el escenario internacional de Renata fue a los catorce años cuando enrumbó un viaje de 10663 kilómetros hacia la Ciudad de Milán para representar al Perú en la semana del diseño. Durante dicha odisea, Renata sintió el clamor popular de los peruanos residentes en Italia. Paradójicamente, en territorio peruano, tierra del sol y lugar del cual ella se siente orgullosa, ha sido blanco de críticas por sus orígenes. “Siento que hay personas que me critican, sobre todo existe racismo en redes. Me han dicho serrana, pero a mí no me molesta en lo absoluto”.

Una de sus principales inspiraciones para realizar activismo por medio de la música fue la cantante, compositora y pianista norteamericana Eunice Kathleen Waymón, más conocida como Nina Simone. Cuando Flores participó en el espectáculo de talento “La Voz Kids” en el 2014 y con 13 años, sus canciones pertenecían al género de la balada, sin saber que años después, se cambiaría al trap. Renata considera que dicho cambio de género musical se debió a su firme intención de expresarse por medio de la música. “Siento que en el trap puedo poner más letra y fuerza para poder protestar”. Sin embargo, la elección del trap implicó una ardua búsqueda para la “reina inca” y su equipo de producciones, quienes probaron con múltiples géneros musicales su voz hasta encontrar en el trap una verdadera conexión entre su mensaje y su talento artístico.

La lucha de Renata no solo se limita a lograr la valoración del quechua, sino también se centra en otra problemática social como el machismo. El 8 de septiembre del 2018, la artista presentó su tema “Tijeras”, canción que tuvo una gran repercusión al superar las 800 mil visitas en YouTube y ser considerada como una protesta feminista. “Muchas mujeres sufren injusticias. Quiero mostrar que no estamos calladas y queremos seguir luchando por conseguir la igualdad”.

A pesar de que trabajar de forma independiente y sin el apoyo de una disquera implica un gran sacrificio económico para la cantante, lejos de desesperarse por maximizar sus ganancias, recalca que su compromiso se debe a las protestas. Por ello, la producción que la busque debe de respetar dicha ideología. “Me siento más libre de expresar mi música de esa forma. Si alguien se interesa en trabajar conmigo, tendría que sentir y seguir el activismo como yo”.

Escribe: Sebastián Nuñez