La “república caviar” es la nueva república del Perú de estos días. La grey caviar es gramsciana, e historicista: Su sentido de linealidad histórica la convierte en creyente de que el proceso social y político para estatuir su hegemonía totalitaria implica ineluctiblemente media docena de etapas, sucesivas y paralelas. Tenemos: el dominio de la hermenéutica, la posesión de los cuerpos, la depauperación de las instituciones representativas, la intervención de los órganos constitucionales, la instalación de una asamblea constituyente y, finalmente, la instauración de la república caviar.

Tal régimen político es una variante del modelo de república popular, y buscaría estratégicamente su perpetuidad. Esta curiosidad constitucional consistiría en una cierta forma de gobierno de asamblea popular, cuyos miembros serían elegidos directamente por las instituciones de la sociedad civil, sin intermediación de los partidos políticos, como son los clubes de homosexuales, los sindicatos comunistas y, por supuesto, las juntas de ronderos. Entre nosotros, a la luz de los hechos, la estrategia y la táctica del camino, así como el programa maximalista de esta nueva república, son la actual representación más cruenta de la correspondencia entre coyuntura e historicismo. 

Los caviares, por definición, son maquiavélicos y gramscianos. O mejor: son maquiavélicos porque son gramscianos. La cadena elemental de los “libros vivientes” caviares, o la razón por la cual los caviares son como son, es esta: Antonio Gramsci ve en El príncipe de Nicolás Maquiavelo, lo que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en Notas sobre Maquiavelo: Sobre la política y sobre el Estado moderno de Gramsci, y lo que, a su vez, los caviares en Hegemonía y estrategia socialista.

Hacia una radicalización de la democracia de Laclau y Mouffe. Precisamente, Gramsci revisa a Maquiavelo a partir de la vinculación entre El Príncipe y El arte de la guerra, y no tanto entre El Príncipe y Los discursos sobre la primera década de Tito Livio. Gramsci, como los caviares, no valora la democracia republicana: Lo que él y sus discípulos peruanos quieren es estatuir una nueva república. Devolvámosles a los caviares y a su maestro italiano algo de crueldad: El sardo cojo lo que hace es abatir al realismo político y al “ser” de la república, y en su lugar instituir la fantasía política y al “deber ser” de la nueva república. Es más: Este hombrecito, de metro y medio de estatura, cree haber superado lo que él llama “la disidencia trágica”, o el supérstite refinamiento democrático, de Maquiavelo. Cerremos la pequeña clave teórica: Los caviares son maquiavélico-gramscianos, entre otras razones, porque representan las pérdidas del ideal republicano y del escrúpulo.

Táctica, estrategia y programa máximo: Los caviares le dan forma a la urdiembre futurista de su república: Hilos colocados en paralelo y a lo largo parecen conformar la siguiente trama, o camino histórico “por etapas e ininterrumpido”: Primera etapa: De la vigilancia y del dominio de la hermenéutica, al extremo de imponer un lenguaje hegemónico, altamente coercitivo, consistente en categorías postmateriales, devenidas en fetiches, pero movilizadoras, como los caracteres salvíficos de una “nueva constitución del Estado” y una “nueva república”.

Segunda etapa: Del castigo y la posesión de los cuerpos de los políticos opositores con la cárcel y la muerte, como son las prisiones de todos los ex presidentes de oposición y el suicidio de Alan García. Tercera etapa: De la intervención de los órganos constitucionales con el fin de controlarlos, de cooptarlos, como son el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional, la Junta Nacional de Justicia y el Jurado Nacional de Elecciones. Cuarta etapa: De la depauperación y si es posible del aniquilamiento de las instituciones de representación política, como son el congreso de la república y los partidos políticos. Quinta etapa, o actual: De la convocatoria del presidente Castillo a una asamblea constituyente que lleve a cabo el cambio de régimen político, con la amenaza de que ésta podría hacer de poder constituido y poder constituyente, a la vez. 

Este sendero luminoso caviar tendría una sexta etapa: De la república caviar, que llegado el momento habitaría principalmente una especie de gran esfera de la sociedad civil, por supuesto en relación de poder de dominio respecto de la para entonces ya casi inexistente esfera de la sociedad política. Pero, a esta quimera le ocurre la lógica al revés: Se pretende empoderar a la sociedad civil por la vía del proceso político, y no por la vía del proceso previo de individuación y de satisfacción de las necesidades materiales; y se pretende, además, empoderar a la sociedad civil a partir de una nueva Constitución del Estado que cambie la forma de gobierno y no a partir de un nuevo Código de Comercio que sí es en verdad la ley fundamental de la sociedad.

La república caviar aparece desproveída de teoría, y de realidad: Si los caviares hicieran una lectura liberal y no gramsciana del marxismo, su proceder político e histórico sería diferente. Técnicamente, la sociedad civil peruana casi no existe, y la república caviar no tiene morada. Pero, aun así, con Pedro Castillo como presidente éste parece ser el sentido de una ley de tendencia, o el sentido caviar de la historia.

Castillo ha devenido en el presidente cautivo y ventrílocuo de los caviares: Es muy posible que el discurso presidencial de toma del cargo contenga la convocatoria a una asamblea constituyente, y, con ello, contenga también la declaratoria de una guerra interna en el país. Precisamente, la dicotomía política “violencia” y “hegemonía” sobreviene en la comadrona de la nueva república caviar.

Finalmente, la república caviar, o utópica, tendría su tradición política en las ucronías nacionales que, entre las décadas setenta y ochenta del siglo pasado, constituyeron la Asamblea Nacional Popular que la izquierda legal buscó estatuir como nuevo germen de poder popular, y la República Popular del Perú por la cual Sendero Luminoso también poseyó los cuerpos de los políticos opositores con el terror y con la muerte. Por teoría, por lógica, y hasta por retórica, pero sólo por el lenguaje y sólo por el Perú de estos días, los caviares y las izquierdas están haciendo la revolución de la fantasía, o la república caviar.

Escribe: Juan Antonio Bazán