Las conversaciones que regala Pepe Raventós son para enmarcarlas y colgarlas en tu sala. En cada minuto te suelta una frase para titular de periódico, sobre todo conceptos semánticos ligados a la enología. Lo que irradia este español es pasión y transparencia, ya que hay veces que carece de filtros para exponer un punto de vista, que quizás puede mover los cimientos, pero sus argumentos son válidos y, sobre todo, sólidos. En la última charla que sostuvimos, profundizamos en los conceptos —algo errados para él— de cómo se está vendiendo el vino natural en el mundo, puesto que como comento líneas arriba, hoy anda impulsando Can Sumoi, un proyecto de vinos tranquilos en las alturas del Penedés, idea que lo inquietaba desde hace algunos años con la finalidad de separar los espumosos que nacen en la Conca del riu Anoia, con los de corte tranquilos. Esa es la madre del cordero.
Así, como rezan los cuentos con final feliz, Pepe se encontraba entrenando con su bicicleta pistera y buscando nuevas rutas, cuando en un par de curvas recayó en Can Sumoi, un viñedo algo olvidado que se encontraba oculto entre el Coll de les Ventoses, en un punto elevado a 600 metros sobre el nivel del mar, entre el pueblo de Sant Jaume dels Domenys i Pla de Manlleu; rodeada al este por el Mar Mediterráneo, al norte por la Sierra de Marmellar, al oeste por la Sierra del Montmell y al sur por la Sierra de l’Home. Fue amor a primera vista. Caminó por las viñas viejas, se enamoró de ellas, de su suelo calcáreo, de la vista. Es una finca que desde 1645 impresiona por la solitud del lugar que la rodea, por la desnudez mineral de sus suelos y por su geología singular. Consta de una bodega principal con tres masías de finales del siglo XVIII donde antiguamente se elaboraba vino, de una casa de caseros, de un corral, de 20 hectáreas de viña plantada de Parellada y Sumoll, y de 380 hectáreas de bosque.
Los suelos de estos viñedos se desarrollan sobre materiales cobrizos, ocres y marrones que corresponden a la Formación Montmell. Hay registros de que se practicaba la viticultura biodinámica desde 1645. Por ello, en esta línea se aplica la mínima intervención en sus procesos de viticultura y vinificación. La línea Can Sumoi estará íntegramente formada por los vinos Xarel·lo, Perfum, La Rosa, Sumoll Negre, Sumoll Ancestral y Montònega Ancestral. Todos ellos de la vieja escuela de la zona. Es todo un rescate de tradición y expresión. Regresando al mundo del cava, donde Pepe nada como pez en el agua, sigue impulsando la denominación de origen Conca del riu Anoia a paso seguro. Anda con este tema sobre los hombros desde el 2012 y, poco a poco, le está dando el espíritu necesario para que empiece a crecer.
Sin embargo, no concuerda con la nueva asociación que se acaba de formar en el mundo del cava, la Corpinnat. Esta marca colectiva busca distinguir a los vinos espumosos de alta calidad. Inició con seis bodegas, y Raventós i Blanc fue invitado a unirse al proyecto, pero ellos desistieron de este llamado. Es un tema sensible para Pepe. Piensa que el cava va por un rumbo errado, donde se prioriza el marketing, las ventas y todo lo ajeno a la tierra, a la esencia. Por esta razón, Raventós i Blanc tiene otro perfil cuando lo bebes. Es un espumante con mucha personalidad desde la vista y ni qué decir en boca. El tiempo de contacto en lías con un mínimo de 18 meses le da toda esa fuerza y personalidad. Así es Raventós.
Escribe: John Santa Cruz (@josancru)