En medio del invierno buscamos diferentes opciones para escapar de la caótica Ciudad de los Reyes. La solución es práctica, funcional y se encuentra a unas horas de Lima: los distritos de Cieneguilla y Chaclacayo. 

El hecho de vivir en la capital nos hace gozar de grandes ventajas, puesto que tenemos todo al alcance. Sin embargo, el precio de ese estilo de vida incluye problemas ajenos como la inseguridad ciudadana, la congestión vehicular y la contaminación ambiental. Esta rutina, que constantemente se vuelve un dolor de cabeza, ha generado que más de una persona reformule dicha problemática y la convierta en una oportunidad para buscar refugio inmerso en la tranquilidad. 

Existen distritos como Cieneguilla o Chaclacayo que, con un clima despejado que poco varía a lo largo del año, ofrecen una experiencia natural pensada minuciosamente en aquel que necesita convertir sus días grises en áridos y frescos. Muchos van con la intención de rentar una casa por días, semanas e incluso meses. Pero, al término de su estadía, más de uno se queda con la sensación de adquirir la vivienda de sus sueños. 

Las casas de campo demuestran el éxito de la infraestructura que ha sido maquinada a detalle para que cada elemento cumpla un propósito. Es así que, un espacio común y corriente, se puede transformar en un lujo total para la vista y el estado emocional de los visitantes que huyen del clima frío de la urbe.

La primera salida se encuentra al este de Lima. Se trata del clásico Chaclacayo, el cual presenta un sinfín de propiedades con tradición artesanal que no dejan de lado el arte peruano. Estos espacios ofrecen la experiencia de ingresar a una máquina del tiempo y trasladarse hasta la década de los 60 ‘s en todo el esplendor de la aristocracia. 

El propósito de estas viviendas se centra en fusionar las necesidades del hoy con los elementos tradicionales del ayer. De esa manera, existen particularidades que marcan la diferencia  como los techos altos elaborados a base de barro. También las tejas o la quincha que cobran inspiración neoandina, y las piezas indígenas que son mostradas en las paredes como un recuerdo plácido de los artistas de antaño, quienes buscaban estimular la memoria sensorial y remarcar la conciencia histórica. 

Cieneguilla, al ser uno de los distritos campestres más recurrentes, no se queda atrás en esta carrera. A pesar de que recibe cientos de visitantes al día, su talón de Aquiles es la poca urbanización debido al desnivel de la región. No obstante, diferentes propietarios con el deseo de tener la casa ideal, siguen buscando la luz en arquitectos residenciales que han decidido resolver la complejidad de sus terrenos para, posteriormente, formar una alianza entre la topografía y, sobre todo, la magia del medio ambiente.

Desde las afueras, es típico contemplar la arquitectura rústica de las casas de campo. De esta manera, la piedra, la madera y el hormigón son los materiales más usados para obtener el acabado perfecto al estilo campechano. Una vez estando allí, el poco movimiento peatonal pasa a ser un beneficio que garantiza el sueño reparador sin interrupción alguna. 

No se puede dejar de lado que los jardines y las piscinas son lo que más jala el ojo de los interesados. Por esa razón, se recurre a la técnica de formar la letra «L» entre espacios a fin de integrar el interior con el exterior. Esta es la prueba latente de que un buen diseño arquitectónico es el que converge visualmente diversas zonas. Ello genera dualidad entre lo robusto y lo simple. 

Definitivamente, estos establecimientos que acogen proyectos bien planteados, realizan una invitación cordial a quienes habitan en la ciudad para que agarren sus maletas y se trasladen a experimentar un ritmo de vida refrescante en el campo. Ya sea de forma temporal o permanente, se podrá compartir gratos momentos en familia sin despegarse de la naturaleza. ¡Anímate a salir de tu zona de confort durante esta temporada!

Escribe: Luisa Flores (@floresluisafernanda)