A veces leo titulares como «Vuelven las rayas para el 2022». Pienso que alucino o que estoy en medio de un episodio de deja vu. ¿Alguien puede decirme cuándo fue que se fueron?  En todo caso, lo que sí me gustaría saber es, ¿cuándo fue que llegaron? Por si no se han dado cuenta, son uno de los pocos estampados en los que no importa sexo, género o edad,  pues la misma raya, en cualquier textil, funciona para todo el mundo. Sin embargo, algo cuya manufactura es tan lógica y básica, no parece tener sus inicios del todo claros ni registrados.

Pueden apreciarse en la vestimenta de los Faraones de Egipto en colores azul, amarillo y verde, blanco y azul o listones tallados como parte de las faldas babilónicas en murales. Aparece, en la antigua Roma, una que otra acompañada de un código o significado por los niños y magistrados. Después, tuvimos que esperar a que el Profeta Elías lanzara, desde el carro de fuego que lo llevó al cielo, una capa a rayas que terminó chamuscada, pero venerada.

En el siglo XIII, durante las cruzadas de Luis IX, este acontecimiento bíblico inspiró a los monjes Carmelitas a distinguirse de otras órdenes por sus capas de rayas. No valió la pena que lleguen al continente europeo a manos del rey francés, ya que el escándalo resultó inevitable. ¿Cómo era posible que hombres de Dios vistieran con estampados que estaban destinados a ser usados por prostitutas, verdugos, traidores, mujeres adúlteras, sirvientes codiciosos o indeseables sociales? Eso explica el motivo por el cual los uniformes de los presos las incluyeron hace tres siglos,  ¿no?

Los breves destellos de lucidez mental que tuvimos en el Renacimiento se insertaron en la moda masculina, figurando en retratos de reyes pintados por Clouet o Holbein. En América, la revolución norteamericana las adoptó en la bandera. Los artífices de la revolución francesa toman nota de ello, asumiendo parte del nuevo vestuario post monarquía. Quizás ignoraron que María Antonieta adoraba las telas de esta índole.

La «influencer»más poderosa de Inglaterra, la Reina Victoria, vistió a su hijo Eduardo con una versión infantil del uniforme marinero, pero con chaleco a rayas azules. Ya no hubo dudas de lo aristocrático de estos patrones. Los marineros las portaban en sus uniformes para que fuese fácil distinguirlos si caían al mar aunque, en Francia, estas estaban contadas: cada una simboliza una victoria de Napoleón Bonaparte.

En 1917, llamaron la atención de quien las pondría en el mapa mundial: Coco Chanel. Después, fueron adoptadas por Picasso, Andy Warhol, Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, etcétera. También significaron el emblema de una tribu urbana llamada «Beatniks» en los 50s , quienes son los responsables de ese look tan bretón de boina, camiseta a rayas o cuello tortuga, pantalón estrecho un poco más arriba del tobillo, sin olvidar los lentes oscuros. Las rayas se volvieron populares en el siglo XX entre la clase alta. Luego, en el resto de los niveles sociales. Todo lo contrario a su uso en la Edad Media.

Otro francés, Jean Paul Gautier, las revitalizó en la década ochentera para una nueva generación. Están presentes en los reportes de tendencias: camisas con flores, aves o frutas que usamos hasta decir basta. Así como el hecho de usarlas verticales afina la figura; también mencionan que aquellos que gustan de vestir estampados a rayas, son personas capaces de ejecutar diversidad de  proyectos al mismo tiempo. ¿Eres de esos?

Escribe: Katia Ríos Millares (@kriosmillares)