El arte conceptual se ha desligado tanto de los estándares y regulaciones, que hoy en día es común presenciar obras degradantes, insulsas, incoherentes, irreverentes y vulgares. No obstante, esto no significa que sea imposible encontrar algún artista excepcional, ya que en todas las épocas existieron artistas buenos y malos. El excesivo enaltecimiento del arte conceptual imposibilita que artistas verdaderamente talentosos sean reconocidos, publicados y dignos de algún espacio en los museos.

Por ejemplo, Leng Jun es tal vez uno de los mejores pintores hiperrealistas de la historia y su capacidad de trabajar con el óleo o los matices de forma tan apoteósica lo colocan como un íntegro representante del arte. Pese a ello, los grupos de poder que dominan este ámbito prefieren magnificar expresiones personales vacías o ideas que, incluso siendo intrigantes en algunos casos, no pueden ni deben considerarse arte, ya que una idea no es más que eso, por más buena que esta sea en la teoría.

Aun así, Leng Jun ha logrado resaltar su trabajo de una forma extraordinaria. Sus obras con consideradas las más realistas del mundo y solo es necesario apreciar las imágenes para entenderlo. Las técnicas empleadas en sus retratos enriquecen de forma significativa las obras y les atribuye una apariencia de fotografía. Asimismo, el pintor chino evidencia una rigurosidad artística poco frecuente en estos tiempos de arte cada vez más conceptual, inconexo y vacío.

Se trata de un artista con un nivel de exigencia inconmensurable cuyo arte procura equilibrar la habilidad técnica con la capacidad de conmocionar a los espectadores. Este proceso lo realiza a través de las miradas perdidas de sus protagonistas. “La información proveniente de Occidente contribuyó enormemente a la iluminación de nuestra gente y sentó una base muy sólida para mis creaciones posteriores”, afirma. Definitivamente, Leng Jun simboliza una huella de esperanza para el arte contemporáneo.

Escribe Renatto Luyo*