Fuente: Sarah Maxwell

La epidemia de coronavirus tomó a la humanidad por sorpresa. No es la primera en la historia y seguramente no será la última. Lo alarmante es la velocidad con que se está esparciendo y los cambios que ha impuesto en la manera de vivir de millones de personas. Como todo en la vida, esto también pasará. Lo preocupante es cuándo y cómo regresaremos a la normalidad, que será muy diferente de la que conocíamos hace apenas unas semanas. Los efectos económicos, sociales, políticos y culturales son materia de discusión permanente entre gobernantes, científicos, economistas, empresarios, futurólogos y todos los habitantes del planeta. Uno de los aspectos que más resentirá las secuelas de esta plaga es el de las relaciones entre las personas. Hay países en los que el aislamiento se ha prolongado por más de dos meses, sin saberse aún cuanto más durará.

Hay una inmensa oferta de información relativa a estrategias para sobrellevar el encierro, pero, al final del día, éste está cobrando un precio muy caro en la vida familiar y en uno de sus aspectos importantes, la vida sexual de las personas. Casi todos caemos dentro de una de las siguientes posibilidades: Parejas a quienes el aislamiento las tomó viviendo juntas; parejas con una relación considerada como estable a quienes los tomó separados y personas sin pareja estable. La vida sexual de las personas de cada uno de estos grupos es totalmente diferente. En el primer caso, las parejas tienen la posibilidad de una intimidad mucho más intensa de la que habían experimentado, probablemente nunca antes en sus vidas. Esto suena positivo en principio. En general, nos sentimos con un déficit de vida sexual y esta sería una oportunidad para aprovechar y satisfacerse. 

Sin embargo, el encierro, la falta de actividad física y la angustia e incertidumbre laboral, económica y del futuro, inhiben el deseo y generan tensiones entre la pareja. Para quienes están en el segundo grupo, la separación y falta de contacto físico con su pareja puede convertirse en una agonía. Las pláticas sexuales por teléfono o internet se vuelven más intensas y el deseo, imposible de satisfacer, crece y pone a funcionar a toda capacidad a uno de los elementos sexuales más potentes; la imaginación. Para el tercer grupo, la situación es todavía más angustiosa, porque la posibilidad de tener encuentros sexuales casuales o de encontrar una pareja, en estos momentos es una actividad de riesgo mortal. Los trabajadores sexuales reportan una disminución casi total en sus actividades y tienen que recurrir al vídeo sexo, en el que la competencia es tremenda.

Hay un cuarto grupo del que no nos ocuparemos, que lo constituyen los inconscientes o ignorantes que no se detienen ante el riesgo para ellos y para los demás Esto no es un problema que se refiera únicamente a la satisfacción de un deseo o la obtención de placer. Tiene serias repercusiones en la salud física y mental de las personas y en el futuro inmediato de la sociedad. Este tipo de eventos disminuye el interés sexual. Después de terremotos y catástrofes, se ha encontrado que la actividad sexual disminuye drásticamente, como fue el caso del devastador terremoto en China en 2008, cuando después de cuatro meses del suceso, las mujeres reportaban una disminución de su actividad sexual de más del 50%. Y se está hablando de un evento aislado, localizado en un punto geográfico. Ahora estamos frente a una situación a escala mundial.

De inmediato se va a presentar un efecto demográfico. Probablemente dentro de 7 a 9 meses haya un incremento de nacimientos como resultado del aumento de actividad sexual, pero después, seguramente habrá una disminución muy importante, cuyo efecto se sentirá en la próxima generación, al disminuir la entrada de gente nueva al mercado laboral. Algo parecido fue lo que sucedió con la generación de los Baby Boomers, resultado del regreso a sus hogares de cientos de miles de soldados al fin de la Segunda Guerra Mundial que llegaron con mucha necesidad por satisfacer. El hecho es que la vida sexual es otro más de los aspectos a considerar de este evento que nos sacude, uno muy importante.

Fuente: Sarah Maxwell

El Departamento de Salud del Estado de Nueva York publicó una guía a este respecto, que en un principio fue objeto de burlas y críticas en las redes sociales pero que posteriormente recibió elogios. Esto es sorprendentemente positivo, ya que, hasta ahora, en la historia humana, todo el manejo de los temas sexuales por parte de cualquier tipo de autoridad tenía tono represivo y condenatorio y esta vez, se trata como un tema de salud, física y mental, tanto de las personas como de la sociedad. Contiene una serie de recomendaciones que están fundamentadas en el mejor sentido común. A continuación, aparece un extracto de los puntos más relevantes y al final, la liga al documento completo:

Todos los neoyorquinos deben quedarse en casa y minimizar el contacto con otros para reducir la propagación de COVID-19. ¿Pero puedes tener sexo? Aquí hay algunos consejos para disfrutar del sexo y evitar la propagación de COVID-19. Todavía tenemos mucho que aprender sobre COVID-19 y el sexo, por ejemplo, el COVID-19 se ha encontrado en heces de personas infectadas con el virus. Aún no se ha encontrado en semen o fluido vaginal. Sabemos que otros coronavirus no se transmiten eficientemente a través del sexo. La masturbación no propagará COVID-19, especialmente si usted se lava las manos (y cualquier juguete sexual) con agua y jabón durante al menos 20 segundos antes y después del sexo. La próxima pareja más segura es alguien con quien vive. Tener contacto cercano, incluido el sexo con solo un pequeño círculo de personas ayuda a prevenir la propagación de COVID-19. Tener sexo solo con parejas conocidas.

Debe evitar el contacto cercano, incluido el sexo, con cualquier persona fuera de su hogar. Si tiene relaciones sexuales con otras personas, tenga la menor cantidad de parejas posible. Si generalmente conoce a sus parejas sexuales en línea o se gana la vida teniendo relaciones sexuales, considere tomar un descanso de las citas personales. Las sesiones de video, sexting o salas de chat pueden ser opciones para ti. Besarse puede pasar fácilmente el COVID-19. Evite besar a alguien que no sea parte de su pequeño círculo de contactos cercanos. Lavarse antes y después del sexo es más importante que nunca. Lávese las manos con frecuencia con agua y jabón durante al menos 20 segundos. Lave los juguetes sexuales con agua tibia y jabón. Desinfecte los teclados y las pantallas táctiles que comparte con otros (para video chat, para ver pornografía o para cualquier otra cosa).

Omita el sexo si usted o su pareja no se sienten bien. Si usted o su pareja pueden tener COVID-19, evite las relaciones sexuales y especialmente los besos. Si comienza a sentirse mal, puede estar a punto de desarrollar síntomas de COVID-19, que incluyen fiebre, tos, dolor de garganta o falta de aliento. Si usted o su pareja tienen una afección médica que puede provocar COVID-19 más grave, también es posible que desee omitir el sexo. Prevenir el VIH, otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no planificados. El uso de condones ayuda a prevenir otras enfermedades de transmisión sexual. La conclusión es que el sexo, manejado con apertura, libertad, respeto y conocimiento, es una actividad muy sana e innegablemente, placentera. Todos los seres vivos estamos diseñados para practicarlo. Es un ordenamiento natural.

En los últimos 70 años la actitud de la humanidad respecto del sexo ha cambiado mucho. Primero, en los años 60’s del siglo pasado, la aparición de los anticonceptivos modificó la manera de relacionarse entre hombres y mujeres. Después vino la aparición de la amenaza del VIH, que de nuevo nos impuso reglas diferentes. Ahora estamos frente a otro cambio de paradigma. Usemos prudencia y sentido común y gocemos sin dejar de cuidarnos.