Hasta hace algunos años cuando se mencionaba a los vinos peruanos, se nos venía inmediatamente a la mente las marcas conocidas que siempre han estado en el mercado. Pero desde hace poco, con la ganas de los consumidores por probar nuevas sensasaciones, bodegas boutiques han visto una posibilidad de mostrar sus vinos y llenar este espacio. Así aparecen, por ejemplo, la apuesta de Murga, una bodega que desde hace seis años se alojada en el valle de Pisco, pero como hacienda tiene un peregrinaje colonial. Todo nació de una iniciativa de un grupo de amigos que contaban con viñedos en la zona y decidieron destilar pisco, y pedidieron asesoría a Arturo Inga, un catador pisquero de renombre, para hacerse cargo del proyecto. Y así comenzaron, destilado las uvas de sus propias viñas, las cuales fueron creciendo poco a poco. Pero con el tiempo el proyecto se volvió más ambicioso, y se quiso apostar por embotellar vino de uvas pisqueras bajo el manto del “vino natural”, una tendencia fuerte a nivel mundial.
Para ello se amplió la capacidad de la bodega con mayor número de tanques de acero inoxidable para la fermentación y reposo. Para esto se sumó al equipo como asesor otro grande el pisco, Alberto Di Laura. Estos primeros pasos con los vinos dieron arrojaron un blend cofermentado de tres cepas: quebranta, negra criolla y albilla, y un varietal 100% albilla. Con este nuevo horizonte había que reforzar la parte enológica, ya que Di Laura se dedicaba más a los viñedos. Así dieron con la enóloga Pietra Possamai, brasileña y con una clara afición por los vinos naturales. Con ello el equipo se cerró. Así ya se buscó ampliar el portafolio y se plantar más variedades. Recordemos que al inicio solo tenían italia, negra criolla, albilla y quebranta. Ahora andan ya con mollar, torontel y moscatel. Si hablamos de producción, actualmente están en unas 10 mil botellas anuales. Y los viñedos ya cuentan con 16 hectáreas. Entre sus vinos destacamos los albilla y los monovarietales, pero los Pet Nats son un juego para el paladar. Búsquenlos.
En Chincha hay otra iniciativa que tiene bien claro a donde quiere llegar, se trata de la bodega Solís Castillo, una firma que crece a pasos agintados. Esta historia de éxito empieza hace varios años, cuando Don Carlos Solís conocedor de la industría del vino desde el año 79 instaló los primeros monoblocks en los 90s, todo un visionario para la época. Mientras que Blanca Castillo, su esposa, se enfocó en la introducción al mercado de productos enológicos e instrumentos de laboratorio, especializándose en la asesoría y procesos de la enología moderna, así también traería desde Europa nuevamente los tradicionales alambiques que hace siglos llegaban a Perú para destilar Pisco. Hoy toda esta herancia reace en Diego Solís, que desde niño vivió entre vinos y uvas, lo cual lo ha convertido en todo un experto en la materia y con una visión nueva del negocio familiar.
Hoy se enfoca especialmente en la asesoría y capacitación para los productores de vino y pisco del Perú. Pero la curiosidad de Diego fue más allá, y se especializó en cada proceso de la elaboración del vino, como también la crianza de vinos con madera, uso de maquinaría de ultima generación en sus viajes a Francia e Italia donde también realizaría trabajos de vendimia.
Es así como en el año 2012 decide poner en práctica todo lo aprendido y funda la bodega Solís Castillo. Elaborando vinos de uva quebranta con temperatura controlada y aplicaciones con roble. Una bodega exclusivamente con vinos hechos con cepas criollas. Y, en homenaje a la historia y cultura de su país decide bautizar a su primer vino como Yawar, vocablo quechua que significa sangre. La capacidad de la bodega suman 30 mil litros en total. Cuentan con viñedos con las ocho uvas pisqueras y uno de ellos se encuentra en Sunampe, en la zona de Huaca Grande a 75 msnm. Estos viñedos son refrescados e hidratados cada año (por inundación), gracias al riego de las aguas del río San Juan, que nacen en el nevado de Altar a 5,258 msnm en Huancavelica. El sistema de conducción de las viñas es parral en los viñedos propios. Pero también compran uvas a viticultores seleccionados. También cuentan con un segundo fundo con viñedos de diez años (en doble “T”) en tierra salina con sistema de riego por goteo, situado en San Antonio de Salas (Chincha Baja).
La etiqueta es muy peculiar, y recalló en Andrea Nakasato, artista, diseñadora gráfica e ilustradora, con trabajos muy reconocidos por su original técnica. El concepto fue inspirado en la novela de José María Arguedas, Yawar Fiesta. Los dos vinos que tienen en el mercado son semi secos, pero se vienen muy pronto vinos secos de alto rango. El primero es el Yawar Tinto, que se compone de 30% Quebranta 2016, con 12 meses de reposo en barricas de roble nuevo y de segundo uso, y el 70% es un blend de quebranta, uvina, mollar y moscatel con fermentación parcial en tanques de acero inoxidable. También tienen el Yawar Blanco, que también es un blend de Moscatel de Alejandría 60%, Torontel 30%, Albilla 10%. La fermentación del mosto fresco se realiza sin pieles a temperatura controlada. Una fracción del vino joven reposa en barricas nuevas durante dos meses antes del blend final. Se estabiliza en frío y pasa por un proceso de microfiltración para el embotellado manual. Tienen que probarlos.
Finalmente está Why Not?, este emprendimiento que nace desde Cite Agro Industrial, con Juan Carlos Zamora a la cabeza. Esta marca busca darle un homenaje al arte juvenil, disruptivo y atrevido, pero que concentra la esencia del vino y del arte de disfrutar los momentos. El vino y el arte han maridado estupendamente, hay infinidad de obras artísticas que dan buena cuenta de ello y ponen de un modo u otro al vino en el centro. Los vinos son elaborados con uvas cuidadosamente seleccionadas y mostos fermentados artesanalmente; es gracias a este apasionado proceso de elaboración que se pueden disfrutar de una experiencia única e irrepetible en cada copa. Las etiquetas han sido diseñadas por jóvenes artistas peruanos. Tienen un rosado delicioso, y la etiqueta la realizó Andrea Nakasato. Para la etiqueta del vino blanco blanco se eligió a Polo Verde, y muestra la lucha entre los ukukus y el diablo. Los ukukus buscan proteger las tradiciones de su pueblo. Finalmente Redak dibujó la etiqueta del vino tinto, y allí se muestra a un danzante protector de la cultura peruana, resalta la serpiente y elementos como el cóndor y la textura del puma. Como lo ven, hay opciones para todos los gustos. Y estos vinos están dando que hablar.
Escribe John Santa Cruz*