Al 77% del conteo de la ONPE, la tendencia creciente de Keiko Fujimori y decreciente de Hernando de Soto, ya se puede vislumbrar una segunda vuelta entre la derecha conservadora y la izquierda radical.
El primer gran perdedor de aquel escenario es el progresismo globalista. Ambos candidatos se han mostrado contrarios al aborto, la eutanasia, el enfoque de género entre otras ideologías importadas del snobismo europeo. Ante el descenso de Hernando, López Aliaga amenaza con alcanzar el 3er lugar (y posiblemente el 2do si los votos del extranjero juegan a su favor, aunque es poco probable), precisamente enarbolando la bandera del mismo discurso conservador.
A pesar de los esfuerzos de las ONGs y su acaudalada estrategia de marketing, acompañados de pañuelos verdes y premios a las “mundas”, el pueblo peruano ha rechazado la arremetida del posmodernismo existencialista y alienado. Un duro, fuerte y claro mensaje a la recientemente llamada “izquierda barranquina” que pensaban que los problemas del Perú se solucionaban en una tertulia en lenguaje inclusivo en un caro bar de Miraflores y cambiándole la letra al arroz con leche.
Otro gran perdedor ha sido la política de las redes sociales, que han demostrado estar desconectadas de la realidad al punto de ser sorprendidas hasta el último día. Ni siquiera el bastión del progresismo que es Twitter pudo anticipar este resultado. Los hashtags que reemplazaron vocales por x no hicieron impacto alguno en el mejor de los casos, o generaron el efecto de rechazo, demostrando que los insultos de “facho” o “rojete” solo hacen crecer más estas posiciones.
Ahora todos, todas y todes ellos sacan a relucir su frustración con un discurso racista y clasista que precisamente tanto han criticado y ahora se muestra como una faceta superficial para esconder una discriminación asolapada, la misma que había mostrado su economista de bandera en un tweet que se anticipó a estos resultados.
Entre el futuro de incertidumbre que nos deja una nueva primera vuelta ajustada, hay algo cierto y es que estas votaciones han mostrado uno de los resultados más conservadores posibles, no solo en presidencia sino mucho más para el Congreso. Una reacción de rechazo tanto a la derecha mercantilista libertaria como a la izquierda posmodernista de género fluido y verdades relativas.
Escribe: Rafael Aita