“La cantante criolla Lucha Reyes perdió la vida la mañana de ayer dentro del vehículo que la trasladaba, en el Centro de Lima, cuando se dirigía a una misa de honor al Señor de los Milagros. Un paro cardiaco habría si el causante de su deceso”, es la entrada de una posible nota de los periódicos de 1973 al informar la muerte de la gran intérprete nacional.

El fatídico hecho se registró el 31 de octubre en el cruce de las avenidas Uruguay y Wilson (hoy Garcilaso de La Vega), fecha en la que se celebra el Día de la Canción Criolla y en que aquel año, el Cristo de Pachacamilla recorría las calles de la capital. E   l sepelio de Lucha fue multitudinario, todos querían llevarla en hombros desde la basílica de San Francisco hasta el cementerio El Ángel, en Barrios Altos. Un recuerdo que vive en nuestra mente como si hubiera sucedido ayer.

Está claro que sus interpretaciones son maravillosas. Triunfó en la escena musical, no tuvo una vida fácil, sufrió de maltratos, racismo y demás sucesos que, tal vez, no la hicieron muy feliz pero logró lo que siempre quiso: Convertirse en una magnífica artista y algo que siempre la caracterizó fueron sus imponentes tenidas para todo tipo de presentaciones que comenzaron a mediados de la década de 1960.

“Lucha Reyes siempre salía impecable al escenario. Se producía tanto en vestuario como en maquillaje y peinado porque quería darle lo mejor a su público, estaba preocupada hasta el más mínimo detalle”, especifica Zoila Castro, consultora de moda internacional.

Su debilidad, las pelucas

La experta indica que las grandes inspiraciones de Luisa Justina Sarcines Reyes, su nombre de pila, fueron tres grandes cantantes tropicales de la época. Celia Cruz, Celina Gonzáles y Toña la Negra a quienes, curiosamente, imitaba cuando comenzó su carrera artística en ‘La peña Ferrando’.

“Algo que le llamó la atención a Lucha de aquellas cantantes eran las pelucas elaboradas que usaba Celia Cruz, ella adoptó ese estilo y combinado con sus exclusivos  vestidos, captó la atención de sus seguidores pero sobre impuso su sello”, añade la experta.

La hemos visto lacea, ondulada, con cabellos largos, cortos, con peinados voluminosos y una gran cantidad de pelucas que ella misma mandaba a traer del exterior pero con colores sobrios como el negro, marrón, rojizo o castaño oscuro. Siempre buscaba las últimas tendencias y con el vestuario, dirigía a las costureras para que le elaboren sus vestidos donde el brillo de los materiales era pieza fundamental.

Diversos diseñadores de moda coinciden que la intérprete de ‘Regresa’ no usaba vestidos de colores, pese a ser el auge de la música disco, sino de brillos. Pedrería, aplicaciones de brillantes entre otros detalles estaban presente en sus ropas.

Ojos turquesas

El maquillaje era un punto aparte. Lucha era bien meticulosa en este arte pues pedía que sus ojos oscuros queden muy bien delineados, sombras brillosas y cejas redondeadas para atraer miradas mientras que sus labios, eras teñidos con tonos suaves.

“En la década de los 70 el maquillaje femenino se caracterizaba por tener colores recargados en los ojos, algo que aprovechó muy bien Lucha teniendo como preferidos a los tonos pasteles, celestes y turquesas”, cuenta José Antonio Rivera, uno de los maquilladores más exclusivos del país.

El también asesor de imagen agrega que la cantante era muy minuciosa al momento de someterse al maquillaje y al igual que con sus vestidos, dirigía al personal para que quedara como ella quería. Algo que la caracterizaba pues siempre estaba impecable para sus fanáticos. Incluso, se presume que ella misma aprendió a maquillarse para después, indicar cómo debía ser retocada con los cosméticos más finos que se ofrecía en el mercado.

Si sus ojos llamaban la atención por los colores que llevaba para lograr ese efecto hipnotizante, los labios de la intérprete ‘Cariño malo’ se caracterizaron por ser pintados con colores tierra, rojos o naranjas no muy encendidos.

“Los labiales que usaba no eran muy llamativos pues al tener labios pronunciados, el pintalabios solo era para matizar su maquillaje y vestuario”, asevera Rivera.

Brillos y más brillos

Con las pelucas listas, el maquillaje muy bien puesto, zapatos de taco discretos y un vestuario brilloso y elegante a la vez solo faltaba algo para que Lucha Reyes salga al escenario, los accesorios que coronaban todo su look revolucionario para la época donde las mujeres –y más las de raza negra- eran discriminadas en el Perú.

Uno de los accesorios favoritos de la criolla eran los aretes. Largos, redondos, con brillos y todos los modelos que nos podemos imaginar pero eso sí, tenían que ser grandes y llamativos.

Estos aretes eran complementados con anillos y/o broches los cuales, también eran relucientes. Toda una sinfonía elegante donde Lucha era la directora para sorprender al respetable no solo con su inolvidable voz, sino también con su imponente presencia.

“Si el vestido no tenía brillos, debía portar algo que irradie y llame la atención. Los broches también eran parte de su vestimenta”, asevera Castro.

Lucha, la leyenda

Así fue Lucha Reyes, una estela que siempre brillaba y estaba preocupada por todo su vestuario antes de salir a cantar incluso, en su día a día también vestía elegante no tan producida como en sus actuaciones pero con todos los implementos muy bien combinados incluso fue inspiración para otros artistas de la época tal como ocurrió con el transexual ‘Le Coccinelle’, un bailarín francés que adoptó el estilo de maquillaje de nuestra criolla incluso, actuaron juntos en 1970 y fueron muy unidos por una gran amistad.

Podríamos decir que Lucha, nuestra Lucha, no solo fue es ícono de la música criolla sino también de moda y que hasta Google la homenajeó en 2019 al dedicarle un doodle en el día de su onomástico número 83 (19 de julio).

Supo llamar la atención en unos años complicados para las féminas y los afrodescendientes en el Perú haciéndose lucir y decir: “Esta soy yo, señores. Lucha Reyes, La Morena de Oro del Perú”, una mujer que, al igual que sus looks, continúa brillando cada día más tras 47 años de su triste partida.