«Luciana Gamarra Studio» nos muestra la cerámica desde otra perspectiva: una más personal y orgánica. Su enfoque en la creación de tazas parte de un aspecto emocional, aquel que logra transmitir con cada una de ellas.

La cantidad de grandes ideas que surgieron con una taza de café o té son incontables. Es difícil negar que ese momento, casi religioso para algunos, muchas veces viene acompañado de un sentimiento de complicidad entre tú y una taza. Esto lo tiene claro «Luciana Gamarra Studio» que, al plasmar sus sentimientos en arcilla, crea los recipientes perfectos. Aquí compartimos los procesos y pensamientos de la creadora para entender la magia detrás del arte.
Las cosas en la vida no están escritas sobre piedra. Por ello, a pesar de haber realizado cerámica desde pequeña, a Luciana Gamarra no se le cruzó por la mente crear su propio negocio hasta que el momento indicado llegó. Esta revelación se presentó durante la pandemia. «Me gustaba mi trabajo, pero no sentía satisfacción. Mi enamorado, con quien me acababa de mudar, dijo: aprovecha este espacio en la historia para parar y pensar qué es lo que quieres hacer. Fue ahí que empecé con la cerámica», menciona.

Gracias a la experiencia previa adquirida en trabajos de publicidad y la carrera de fashion management, Luciana pudo crear una marca sólida y atractiva. «Logré hacer lo que te recomiendan, que es tener un trabajo que genere ingresos y permita inyectarle un poco a tu negocio cuando recién comienzas», comenta. Luego de un tiempo, la abundancia de pedidos lo convirtieron en un emprendimiento autosustentable, por lo que ahora se enfoca de lleno en él.
Esto se debe a que el atractivo de «Luciana Gamarra Studio» recae no solo en los hermosos diseños inspirados en textiles, sino en el trabajo hecho a mano. La creación de una taza es un trabajo arduo y constante. Por ello, cada etapa del proceso puede tomar varios días. «En el horno entran 60 tazas. Entonces, yo tengo que tomarme el tiempo para poder producir esa cantidad y llenarlo. Mientras que las torneo, pego las asas, espero que sequen y las pinto. Me toma un mes finalizarlas», señala.

Asimismo, un factor importante se encuentra en la naturaleza ecológica de este arte. «Lo interesante es que la arcilla es un material natural. Siempre existe un exceso, por lo que no estás contaminando ni extrayendo algo del ecosistema que a la larga perjudique al medio ambiente», agrega.
Por otro lado, al contar con un nuevo espacio, en abril de este año decidió iniciar talleres de cerámica para principiantes. Son grupos de 6 personas para enfocarse al 100% en el proceso de cada alumno y poder acompañarlos por completo durante su camino de aprendizaje. «Después de haber estado dos años sola y sin una comunidad con quién compartir sobre cerámica, tener alumnos me encanta. Creo que lo que más me gusta es ver su emoción, la misma que yo tengo cuando hago una pieza».

Sin embargo, lo más importante no siempre aparece a simple vista. El alma de «Luciana Gamarra Studio» esconde un mensaje profundo. «Mucha gente me pregunta por qué hago tazas. Considero que mis recuerdos más felices en esta vida son tomando un té o un café con mi familia y amigas. Eso es lo que quiero transmitir», revela, «creo que lo he logrado, porque mucha gente me escribe que le encanta ese momento de tomarse un descanso, una pausa y compartirlo con otras personas. O tal vez estar solos y compartirlo con uno mismo»..
Uniendo sus inicios con el futuro, la ceramista tiene en mente un proyecto que constituye un gran desafío. «Mi primer acercamiento se dio a través de los museos y la cerámica precolombina. De hecho, mi papá coleccionaba estas piezas. Ahora estoy trabajando en una colección que va a estar inspirada en ello». El reto radica en seguir la inspiración, pero no perder la esencia. Quiere elaborar piezas contemporáneas que mantengan la originalidad de las antiguas culturas. Sin lugar a dudas, las creaciones de «Luciana Gamarra Studio» seguirán sorprendiéndonos cada vez más, permitiendo disfrutar de estos pequeños momentos con cariño.
Escribe: Arianne Giralt (@ariannegiralt)
Fotografía: Francisco Medina